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Bunbury – Exilio Topanga

En el año ‘más literario’ de RockSesión, puesto que en un periodo de trece meses ha habido hasta catorce críticas de libros (dejo los link al final del artículo), me parecía simbólico que la última publicación de este 2021 fuera para otro. En su encomiable capacidad de trabajo e inquietud intelectual y tras haber perdido sus primeros escritos en un robo de ordenador, Enrique Bunbury mantiene su hiperactividad pandémica sumando su primer libro de poemas a un periodo en el que también ha publicado dos discos (Posible y Curso De Levitación Intensivo) y un EP, El Puerto, del que hablamos justo ayer. Lo primero que cabe preguntarse en estos casos (interrogante lógico, como cuando vemos a un actor o actriz publicar un disco) es si el libro ve la luz porque lo merece o porque es un músico de alcance. Coincide también con recientes ediciones de poemarios de Rulo, de Xoel López, de Abraham Boba, la novela de Santi Balmes (aunque en este caso ya lleva mucho recorrido en la literatura)… Por suerte hay preguntas que pueden dejar de ser retóricas de forma tan sencilla como pasando a la acción. Emprendida la lectura de Exilio Topanga sí que se reconoce la propuesta sobrada como para ser publicada, independientemente de su firma. El debate, claro está, pasaría a ser que hay muchos autores talentosos que ven sus puertas cerradas, pero de eso Enrique –que se sepa, dirían sus haters- no tiene la culpa.

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Bunbury – El Puerto

Que en los casi diez años de vida que tiene esta casa (los cumplirá a comienzos de marzo de 2022) haya escrito una veintena de artículos y críticas sobre la figura, discos, documentales, directos, giras o selección de temas de Enrique Bunbury, tanto en solitario como con Héroes del Silencio, como en sus proyectos con Bushido, Carlos Ann y Panero o Calamaro dice mucho de la notoriedad, de la relevancia y de la importancia del músico. Es un hecho irrefutable, además de demostrar su constante movimiento en búsqueda de algo nuevo que ofrecer a su público, que anda soliviantado en los últimos tiempos (¿quién no?, ¿quizá?) por distintos motivos. Que si el derrotero estilístico, que sus opiniones extra musicales… En fin. Ya saben, la furia y el ruido, que diría William Faulkner. En esta casa, por lo general, nos hemos abstraído con frecuencia de las opiniones personales de todos y cada uno de los artistas y bandas que han pasado por este escaparate. ¿Acaso conocen las opiniones sobre todos los temas de los músicos o cantantes de sus bandas favoritas? Lo que ocurre con Bunbury, y se viene notando, es que su hartazgo está saltando claramente a sus creaciones y su descreimiento ante los derroteros que viene tomando la opinión pública de un tiempo a esta parte ha inundado ya su forma de contar las cosas en las canciones y también en ese estreno con la poesía literaria de Exilio Topanga. Dos lanzamientos cercanos en el tiempo que refuerzan esa hiperactividad que tuvo el pasado año con la publicación de dos discos de estudio, Posible y Curso De Levitación Intensivo. A falta de gira, Bunbury se exorciza creando y desde aquí deseamos que pronto pueda hacerlo desde el escenario. Que falta hace.

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Bunbury – Curso De Levitación Intensivo

No le molesten. Con estas tres palabras terminaba el pasado 5 de enero el texto con el que argumentaba la merecida medalla de oro en Los Discos del Año 2020 para esta casa para Posible, el disco que lanzó el pasado mes de mayo. Vale que viene azuzado por su manager Nacho Royo y la ausencia de gira por causas covídicas pero, a la vieja escuela, como ya casi nadie hace, como en los tiempos de su admirado Dylan, Bunbury se marca la machada de publicar dos discos de temas inéditos el mismo año. Como si fuera una dupla de Self Portrait y New Morning, Planet Waves y Before The Flood o Desire y Hard Rain. Por cierto, todos los títulos podrían ser perfectamente válidos para la pareja de figuras del maño. Y es que Enrique está enfadado. No se le nota de manera descarada como podría pasar con un Andrés o un Loco, porque su profesionalidad es extrema hasta para mantener la educación siempre en niveles casi estoicos. Por eso, no me atrevo a decir el grado, pero se intuye que mucho. Tiene motivos para ello o, al menos, es admirable que todavía mantenga la capacidad de indignación y sorpresa ante la masa deforme que espera cualquier resbalón o salida del guión de lo que se considera lo correcto para empezar con la lapidación y escarnio público. Nombres sobran. No hay un solo día en el que más de una ‘tendencia’ venga de lo que ha dicho tal o cual, o lo que no ha dicho… o lo que se han inventado. Entiendo a Enrique. Y lo digo desde la más cómoda posición de quien ha logrado sobrevivir al margen de haters durante todos estos años de exposición más pública (salvo un par de amenazas de punkis de esos que son tan antisistema como su beneficio propio requiere, alguna que otra banda a la que le debió sentar mal alguna bolsa de algo o por el error cometido a la hora de analizar en su día el fin de Barricada). Así, Curso de Levitación Intensivo es el honesto y respetuoso desahogo de un buen artista y un artista bueno, que el orden de los factores, en este caso, no siempre da el mismo resultado.

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Bunbury – Posible

 

Costumbre para los seguidores, necesidad para el artista, lleva Enrique Bunbury reinventándose en cada uno de sus trabajos discográficos de estudio desde que decidiera poner fin al camino del exceso de Héroes. Sobran los motivos, que diría el autor de su última versión (Donde Habita El Olvido en el Tributo a Sabina), para reconocerle méritos pero, sin duda, el hacer que una legión de seguidores en todo el mundo siga con la atención de siempre cada uno de sus pasos pese a la amplia gama de registros alcanzados es un caso casi único en la escena musical. Por eso, también porque siempre se ha caracterizado por una visión adelantada a su tiempo, sumen su inquietud constante y, por último, porque de conformista ha tenido bien poco, su actitud encomiable le ha valido cierta unanimidad en el aplauso (que no es nada fácil en estos tiempos): te puede gustar más o menos su nueva propuesta, pero siempre se cimenta en la búsqueda, el conocimiento, la experimentación testada y mucho seso detrás. A ello, hay que añadir que a Enrique le ha sentado bien el cambio de decena. No le gusta que comparemos sus discos en términos de mejor o peor pero, considero que es algo objetivo, la curva vuelve a dibujar una trayectoria ascendente, superando incluso la emoción contenida de un Expectativas de por sí sobresaliente. Con Posible ‘se saca’ de alguna manera la espina de los sintetizadores y la electrónica, refuerza la mirada circunspecta de su predecesor y aumenta la oscuridad propia de quien ve la vida con cierto desencanto romántico que impone el paso de los años, pero siempre manteniendo el halo de luz que da la bondad.

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Carlos Ann, Bunbury… – Leopoldo María Panero (2004)

En una semana en la que he escrito del poderoso y encantador disco de Quique González a partir de textos creados ex profeso por el escritor y poeta granadino Luis García Montero; en la que he abordado el regreso de 091 después de 25 años sin nuevas canciones, con la pluma siempre voraz y certera de José Ignacio Lapido; y en la que nos zambullimos en el quíntuple disco de El Drogas, donde se inspira en uno de ellos en el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro y donde hay referencias veladas a Eduardo Galeano, además del elevado tono propio, estaba claro que la crítica remember de este viernes tenía que tener un fuerte componente literario. Precisamente, al tomar consciencia de que el disco de Enrique Villarreal muta un verso de Leopoldo María Panero (Solo quiero musas en esta noche sin compañía) recordé que le tenía ganas a este proyecto liderado por Carlos Ann (artista candidato a aparecer por esta sección cualquier semana), al que se sumó sin pensarlo demasiado Enrique Bunbury (recordemos que eran 2 de los 4 de Bushido), y que contó con las cavernosas voces de del productor, director y guionista del porno José María y el escritor Bruno Galindo, que reforzó desde entonces su vinculación con el mundo de la música. Pusieron delirio electrónico a más de una treintena de poemas, casi los más peligrosos, tóxicos y enfermizos de Leopoldo, que ya de por sí merece también mención aparte.

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#Mis10de Bunbury

 

Es un problema que se puede aplicar a casi cualquier grupo o solista a la hora de hacer una selección. ¿Nos quedamos con la alegría del golpeo melódico de canciones animosas o con su lado más circunspecto y reflexivo? Esta dicotomía se hace más palpable si cabe en, precisamente, cantautores. Pasará con Calamaro, con Quique González… y también pasa con Enrique Bunbury. Hay un lado muy rockero y festivo donde temas como ‘Bujías Para El Dolor’, ‘Lady Blue’, ‘Anidando Liendres’, ‘La Actitud Correcta’, ‘Hermosos y Malditos’, ‘Lo Que Queda Por Vivir’, ‘La Señorita Hermafrodita’ y otras muchas más pelearían por entrar en el top. El caso es que al ponerme a hacer la selección, me ha salido más bien del otro lado. Un tono reposado y visceral, derrotista, quizá. Lo que haría justificable más que nunca el hacer dos listas. (De hecho, os confieso que hace años me hice dos recopilatorios para el coche, uno titulado A y otro B, con ese espíritu). Pero como esto hay que tomarlo como un juego que nos permita aprender y comparar, las reglas son las que son y la lista es la que es. Un Bunbury al que, por más haters que le señalen, pasa por ser uno de los artistas más grandes que ha dado la música en nuestro país. Y lo que todavía le queda por dar.

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Bunbury – California Live!!!

Reconozco que, como buen espécimen humano, tropiezo varias veces en la misma piedra con Enrique Bunbury. Cada vez que leo su anuncio del lanzamiento de un nuevo disco en directo, lo primero que pienso es “¿otro? Ahora sí que no tiene sentido”. Con el paso del tiempo y de la progresiva salida de los adelantos, la idea va puliendo aristas y poco a poco recuerdo, gracias a lo escuchado y a la ya dilatada experiencia, que si ha decidido sacarlo es porque él considera que ofrece algo nuevo a sus seguidores. Ya sea por calidad, por arreglos, por estado de forma. Siempre hay un motivo por el que uno acaba trabajándose el disco y entendiendo (una vez más, porque también hay una amplia reincidencia en ello) que hay muy poca gente pero, mucho menos todavía, artistas como él. Que son capaces de hacer de cada concierto una ocasión, de cada edición de un directo un pequeño ritual que congela para la memoria nuevos armazones y sensaciones, derivados de los arreglos y el discurso narrativo, de la oportunidad de escuchar una buena colección de temas recientes en el cara a cara con el público y la revisión de temas que suenan diferentes en cada una de sus apariciones en la discografía del maño. Bunbury, mientras esperamos la decisión o anuncio de su nuevo paso, regala un nuevo directo perteneciente a su gira más internacional (77 fechas fuera de España).  Irrepetible y siempre íntegro, prometería que nunca dudaré más, pero… la misma piedra siempre espera.

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Bunbury – Expectativas

La carrera del aragonés errante es tan magna y extensa que para enjuiciar cada uno de sus lanzamientos hay que hacer un doble ejercicio de análisis. Por un lado, qué representa el álbum en el contexto cronológico de su obra, pero también tomarlo como un hecho aislado, correspondiente a una necesidad expresiva vital en cada uno de los momentos concretos. Como en ‘La Soledad del Corredor de Fondo’, Bunbury maneja a su antojo los textos y sus influencias sonoras, añadiendo según considera dosis en porcentajes diversos. Así, si en Palosanto encontrábamos un mensaje mesiánico de esperanza post-redención, en Expectativas nos llega el reverso perverso del desencanto post-rendición. Con un mensaje duro, sin imposturas, guardando siempre la esperanza en el propio yo, como se reflejará (esta vez sí más clara la división) en la segunda parte de la lista de canciones. Y el ropaje sonoro responde al envite con rotundidad, con unos Los Santos Inocentes sobrios y con un toque titilante gracias al impecable añadido del saxo de Santi del Campo, que acaricia y abrasa en la misma medida. El álbum las cumple.

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Bunbury – El Camino Más Largo

Bunbury El Camino Mas LargoNo parece tan exagerado para alguna película, pero quizá sí para un documental que narra una gira. A finales del pasado año se estrenaba en algunos cines El Camino Más Largo, la cinta de Alexis Morante que se centra en la gira norteamericana que Enrique Bunbury realizó con el disco Las Consecuencias, allá por 2010. Un total de 26 conciertos por todo el país, recorrido a base de autobús, carretera, paciencia y altibajos propios del romanticismo de la banda de rocanrol, muy alejado del éxito descomunal de meses atrás, con las casi 100.000 personas que abarrotaron el Estadio Azteca para ver al aragonés errante. La proeza es notable, 26 conciertos en 45 días y pasar de tocar ante miles de personas a ‘conformarse’ con 300 o 400 en ciudades norteamericanas. Es difícil plasmar todo eso en 90 minutos pero el documental lo intenta… hasta donde le dejan.

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Bunbury – MTV Unplugged. El Libro de las Mutaciones

Bunbury El Libro de las Mutaciones MTV UnpluggedEl disco en directo es una piedra de toque fundamental en la carrera y evolución de un grupo solista. Los hay quienes prefieren grabarlo con motivo de una gran y redonda fecha conmemorativa, los hay quienes tiran de grandes invitados en una noche especial, hay quienes hacen un collage de diferentes actuaciones… Hay quien no lo tiene pese a ‘que les toca’… En definitiva, es un elemento indispensable que en cierta manera se ha convertido en una especie de termómetro para medir el estado de forma del artista o grupo en cuestión. Y luego está Bunbury. Muy pocos discos de estudio del maño no tienen su testimonio sonoro o visual. Ahí quedan Pequeño Cabaret Ambulante, Una Cita En Flamingos, Freak Show (aquí podríamos encuadrar El Viaje a Ninguna Parte), Liceo con Nacho Vegas, Gran Rex, Licenciado Cantinas, Hijos del Pueblo (con Calamaro) o Madrid, Área 51. Ahora llega, con subtítulo de ascendencia china, este MTV Unplugged. Un trabajo que para Bunbury más que un disco en directo es una grabación con público.

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