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Ariel Rot – La Manada
Cerca de cuarenta años de rocanrol contemplan al señor Ariel Rot. Cuando los reportajes sobre la propagación del rock en España se recrean en la influencia primigenia de Miguel Ríos o la posterior más urbana de Rosendo o la más empacada de Loquillo, a muchos se los olvida citar a Ariel Rot, que desde finales de los setenta ha mantenido una senda de trabajo firme, constante y de una calidad envidiable. Quizá el hecho de no hacer nunca afirmaciones grandilocuentes, ni entrar en polémicas con nadie, ni coger la bandera en representación de nada, han provocado ese ‘olvido’. El caso es que es, por derecho propio, un ejemplo claro de dedicación y seriedad. Pocos pasos en falso se le conocen. La década de los cincuenta además le ha sentado especialmente bien. Tanto La Huesuda como La Manada son dos ejercicios de belleza en su plenitud. Este, incluso, más sobrio en las formas. Un tequila reposado sin esbozos latinos, convirtiendo a su guitarra en un crooner elegante de destellos mágicos. Ariel Rot, letras de oro del rock en castellano.
Ariel Rot – La Huesuda
Descubrir a estas alturas a Ariel Rot es algo así como un imposible. Su trayectoria al frente de dos grupos referentes del rock, como Tequila, y del rock bastardo como Los Rodríguez, es merecedora de elogios y aplauso. Pero por si no fuera poco con eso, desde que los segundos firmaran su fin Ariel se ha labrado una carrera en solitario sin grandilocuentes éxitos populares, pero con el respeto de sentar cátedra de estilo. La Huesuda es un paso más en ese camino. Diez canciones (12 en la edición iTunes, que es de la que hablaré aquí) que nos traen a un tipo que es apático en el escenario como pocos, pero que gana en las distancias cortas y, sobre todo y lo más importante, cuando se le da al play a un disco suyo.
Fino Oyonarte – Arrecife
Resulta fascinante, al menos para mí lo es, que un músico con más de treinta años de carrera, desde los tiempos de bajista en Glutamato Ye-Yé, pasando por su impresionante trabajo en Los Enemigos y como productor de algunas bandas destacadas de los noventa, con escarceos paralelos en Clovis o Los Eterno, sienta la inquietud de presentar su propia narrativa y propuesta artística con 54 años, como hizo en 2018 en Sueños y Tormentas, un disco al que llegué, como muchos, tras su aparición en el programa Un País Para Escucharlo de Ariel Rot, donde interpretó uno de sus temas acompañado por una sección de la Orquesta Ciudad de Almería. Después de centrarse a continuación en lo que sería el brutal último disco de estudio de Los Enemigos hasta la fecha, el fantástico Bestieza, que tuvo la mala suerte de salir un día antes de que nos recluyeran a todos en el confinamiento de marzo de 2020, por lo que toda la gira estuvo condicionada y afectada por lo que no tuvo un desarrollo ‘normal’. En ese impase, Fino optó por seguir buceando en la manera de escribir, perfeccionando algún material que no entró en su debut solista y creando nuevas canciones (paradójicamente las más optimistas y vitalistas del álbum). Un proceso en el que no estuvo exento de pena puesto que perdió a su madre y, menos de un año después, a su padre, a quienes dedica sendos temas que cierran cada cara del vinilo, cada bloque del cedé. Un disco esencial, en continente y en contenido, para el que ha contado con hasta catorce músicos, pero que no por ello se aleja de un delicioso minimalismo preciosista que construye belleza desde la reflexión y la música más delicada, sutil y cuidada.
Lee el resto de esta entradaTequila – Matrícula De Honor (1978)
Acercándonos de manera irremediable a las trescientas críticas remember resulta curioso cómo, repasando la lista, todavía nos queda una amplísima colección de grupos que bien podrían haber sido elegidos al inicio de la sección. Eso dice mucho, entre otras cosas, de la riqueza de nuestra música a lo largo de las décadas y, por otro, que también me he tomado licencias de todo tipo, como con las novedades, trayendo también propuestas minoritarias o muy importantes en lo personal pese a lo desconocido del caso. Sea como sea, resulta sorprendente que Tequila haya tenido que esperar casi once años para aparecer por la sección. Quizá compensa el hecho de que Ariel Rot, Alejo Stivel o el propio disco en directo editado por Tequila recientemente sí que hayan tenido su crítica. Su irrupción por la sección hoy (al fin, por fin) viene auspiciada porque recientemente veía su documental Tequila: Sexo, Drogas y Rock & Roll. Una cinta dirigida por Álvaro Longoria, que lo guioniza junto a Juan Puchades, con la aparición de los tres protagonistas fundadores vivos (Alejo, Ariel y Felipe) y una colección de personas más o menos cercanas y/o coetáneas a aquellos concentrados años de actividad, con especial protagonismo de Cecilia Roth. Un recorrido bastante serio, fiable y honesto para lo que fue un grupo que ofreció el éxito a chavales de 18 años… que lo vivieron rápido y voraz para dar por concluida la trayectoria del grupo apenas cinco años después. Cuando todavía solo contaban con 23…
Lee el resto de esta entradaCorada – De Vuelta De Nada
Nunca es fácil echar a andar con una nueva banda, una nueva cabecera, un nuevo nombre con el que llegar al público pero cuando tras dicha nomenclatura se encuentran músicos curtidos y experimentados ya en otras lides como es el caso, al menos está garantizada una calidad y solidez significativa de cara a afrontar la escucha de su debut. Es lo que ocurre con Corada, esta nueva formación en la que encontramos al dúo formado por Joanjo Bosk y Albert Serrano. A Bosk (voz, coros y letras) le tenemos ubicado desde los tiempos de Aspid, banda que acabó muriendo un poco en la incomprensión de su propuesta más lírica, y posteriormente como cantautor rockero más al uso, recordando autores clásicos de la canción catalana o haciendo un EP temático sobre bombardeos nazis en el 38 o el 39, como hizo años después convirtiendo “The Partisan” a “El Maquis”, además de marcarse un gran disco en Después de Todo, con un “Maldito Veneno”, que va desde entonces en mi maleta de favoritos. Por su parte, Albert Serrano (arreglos, guitarras eléctricas, acústicas, mandolina, mellotrón, pads y hammond) ha sido guitarrista de estudio de numerosos autores del pop rock nacional e incluso se le ha podido ver de gira, que no es poca cosa, en los exigentes directos de Manolo García. Por si fuera poco, para la grabación han contado con otro tótem instrumentista como José Niño Bruño (Leiva, Joaquin Sabina, Andrés Calamaro, Fito & Fitipaldis, Miguel Ríos, Ariel Rot, Alejo Stivel, Manolo Tena, Twanguero, Jaime Urrutia, Lichis, Coque Malla…) a la batería y percusiones y de Íñigo Goldaracena en el bajo (Manolo García, Revólver…). De Vuelta De Nada presenta diez temas de energía rock y cuidadas melodías accesibles que le emparejan al pop. Un debut ‘nodebut’ que es de lo más grato.
Lee el resto de esta entradaDragonfly – Domine XV
De las múltiples formas que tienen las bandas de celebrar los aniversarios de sus respectivas fundaciones, de sus discos o de cualquier otro aspecto, es elogiable y poco frecuente la elegida por Dragonfly para conmemorar el decimoquinto cumpleaños del lanzamiento de su debut, Domine. Aquello fue un bello ejercicio de power metal sinfónico de estribillos corales y arreglos neoclásicos. Si en estos tiempos la comunidad valenciana se ha convertido en cuna de grupos que aglutinan vientos, teclados y bases electrónicas, en la primera de siglo era una importante fuente de grupos de heavy metal. Ahí están Ópera Magna, Wurdalak, Crisis de Fe… Y por supuesto Dragonfly, que además sumaba esa aura bien trabado de guitarras del metal argentino (ascendencia Rata Blanca) y también marcado en el golpeo. A todo ello se sumaban las bombásticas colaboraciones del propio Adrián Barilari de Rata Blanca o Leo Jiménez, con uno de los mejores cameos que ha realizado en toda su carrera. De aquel imprescindible disco os traje crítica remember allá por abril de 2016. Ahora, la banda celebra su efeméride con un doble cedé igual de espectacular. Uno con la versión regrabada con los medios y templaza de hoy y un segundo con una fiesta de voces y músicos que suman a la gran fiesta. Es absurdo plantearse si uno es mejor que otro porque los dos tienen suficientes elementos para disfrutarlos (como ocurrió con proyectos de revisión de S.A., Extremoduro, Hora Zulú, Saratoga, Mägo de Oz y un largo etcétera).
Lee el resto de esta entradaPablo Fugitivo – El Club De Los Insomnes
Pablo Arjona es el cantante y compositor que encontramos bajo el nombre artístico de Pablo Fugitivo. Un adjetivo – sustantivo, el segundo, que tomó a modo de continuidad de su verdadera apuesta y entrada definitiva en el circuito, hace ya unos doce años, con la banda Fugitivos del Swing. Aquel proyecto sonoro despachó dos álbumes (El Rock & Roll Ya No Es Lo Que Era, publicado en 2013, y Miopía Urbana, publicado en 2015). Con un marcado carácter de autor, el primer álbum transitaba por parajes de rock garajero, tintes sureños y algún esbozo de soul o folk. El segundo, manteniendo las bases del primero, se tornaba algo más afilado y, justo, urbanita. Fue en 2019 cuando apostó y dijo aquello del Voy Solo, título elegido para su cambio a Pablo Fugitivo. El pasado viernes vio la luz este El Club De Los Insomnes, que viene con otros doce temas que presentan tanta continuidad como movilidad. Es cien por cien reconocible pero más abierto. Él mismo lo explica así: “Como todos mis discos es diferente al resto. No se parece a Voy Solo, tampoco a Miopía Urbana o a El R&R Ya No Es Lo Que Era. Me gusta que sea así… Que cada uno tenga una atmósfera, un contexto y unos protagonistas diferentes. No es algo que busque de forma premeditada ni nada. Es algo natural desde que empecé de chaval con bandas de metal, punk, garage y rock. No soy capaz de plantarme en un género y picar piedra. No va conmigo. Para mí la música es más un viaje que un sprint o un maratón, a veces de regreso, otras veces sin un destino fijado”. Siempre en movimiento, doce canciones noctámbulas y maduras, vieja usanza de autores rockeros patrios, como Goñi, González y un largo etcétera, engrosan ya su repertorio.
Lee el resto de esta entradaDanza Invisible. Cabo de Gata. 13 de agosto
Desde que tengo uso de razón, el nombre de Danza Invisible me ha generado una especial simpatía e interés. Sobre todo porque de niño no faltaban sus canciones en mis cintas de música y vídeo caseras y porque mi hermano siempre me decía aquello de que sus directos eran especialmente intensos por la increíble hiperactividad de Javier Ojeda. En una época de iniciación donde tiraba mucho por ese encantador pop rock ochentero de Hombres G, Seguridad Social, Duncan Dhu y un largo etcétera –también era la música que solían pinchar en el local donde salía siempre-, no es extraño que a las primeras de cambio que tuvimos la menor oportunidad, mi compañero, escolta y hermano de andanzas más noctámbulas e improvisadas salimos un sábado después de comer (cuando nos enteramos del concierto) a un pueblo (Calasparra, Murcia) a 250 kilómetros para verles por primera vez. Que el cartel de la noche, por cierto, es como para hacer un estudio sociológico de lo que eran aquellos tiempos. Esa noche, en un ciclo de Duca2 Music o algo similar, actuaban, gratuitamente y en este orden: Café Quijano (un poco soporífero), Ariel Rot (más bluesero y pausado que festivo) y Danza Invisible, que se llevaron la noche de calle. Aunque pude hablar con ellos hace unos meses al hilo de su participación en el Festival Internacional de Cine de Almería (no se pierdan su documental A Este Lado De La Carretera), anoche, 22 años más tarde, volví a verles en acción en Cabo de Gata con las mismas sensaciones y buen rollo que han transmitido siempre. Os dejo a partir de este momento, la crónica realizada para el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería. Salud.
Lee el resto de esta entradaAndrés Calamaro. El Ejido. 14 de mayo
Después del regreso a los escenarios en México hace unas semanas, primeros asaltos de una gira que se prevé cuantiosa, movida y heterogénea, Andrés Calamaro inició el pasado sábado su periplo en España en el Teatro Auditorio de El Ejido. Una plaza ‘extraña’, toda vez que se trata de la tercera ciudad de la provincia almeriense, pero que vino a engordar un tanto la solera estelar del municipio, que presume, como bien sabe y referenció el propio Andrés, de haber traído a The Rolling Stones (y hacerles tomar gazpacho para loa de las hortalizas de la zona) o haber celebrado un festival que reunió a nombres propios tan poderosos como Guns N’ Roses, Placebo, Pretenders, Deftones o Fun Lovin’ Criminals, además del propio Calamaro con Ariel Rot, allá por 2006. Tantas ganas como interrogantes, que se disolvieron pronto, para un concierto que acabó siendo una pura celebración de vida gracias a un especialmente feliz y comunicativo artista, por momentos pletórico, pues, como a Sabina, le sobraban los motivos. Se reencontraba al fin con los escenarios de nuestro país, al día siguiente recibía la Medalla de la ciudad de Madrid con motivo de la festividad de San Isidro, la nueva crew de sonido cumplió con creces (salvo una mínima incidencia en el segundo tercio de concierto) y además se encontró con un público bastante caliente, con presencia argentina, que elevó el nivel de los coros cuando era preciso y necesario. Tal era la sensación de comodidad que hasta compartió muchas de sus opiniones asalmonadas (es decir, contracorriente) a veces con más tino que otras, pero siempre con su particular Honestidad Brutal de sinceridad, sin que sea necesario estar de acuerdo en todo con él para disfrutar de una propuesta musical fantástica. Andrés inicia gira en España en un momento de dulce. Si pueden no se lo pierdan. (FOTOS: Jesús Amat, cedidas por cortesía a RockSesión).
Lee el resto de esta entradaSergio Makaroff – Desastre Con Patas
Tras haber hablado aquí de más de un millar de discos (entre novedades y críticas remember) los últimos diez años y otros tantos en otros medios de comunicación desde hace veinte, uno todavía siente algo de esas mariposas en el estómago de los inicios cuando afronta la escritura de un disco de una de esas bandas autores que están en tu memoria desde tus primeros recuerdos musicales, pero de la que todavía no se había dado la ocasión. Es lo que me ocurre en un día como hoy, en el que os traigo la crítica del ya noveno trabajo de estudio del bonaerense Sergio Makaroff, de quien cantaba de niño su ‘Rock del Ascensor’ de Los Makaroff (banda que compartía con su hermano Eduardo y que, más tarde, en la adolescencia, cantaba abrazado a los colegas aquello de “oh, qué bolinga voy, qué contento que estoy”. Makaroff es de esos autores del imprescindible rock argentino que tiene una innegable, aunque olvidada demasiadas veces, influencia en el rock español. Igual que Moris desembarcó en España a mitad de los setenta haciéndose una influencia fundamental para los grupos ‘perdurables’ de la Movida, o Ariel Rot y Alejo Stivel desataban el fenómeno fan con Tequila, Makaroff viajó a España para quedarse en Barcelona y desde ahí forjar una trayectoria que rozó el éxito masivo con Un Hombre Feo, publicado en 1996 y eterno candidato a protagonizar una crítica remember de los viernes, pero que a la postre se ha desarrollado sin grandes altibajos, más allá de una desconexión en los entre finales de los ochenta y primera mitad de los noventa, con esa naturalidad de quien se deja llevar por las olas más que intentar doblegarlas a su parecer. Desastre Con Patas es una brillante nueva colección de canciones para un compositor que hace de la narración sencilla un ejercicio de fino humor, de cálido amor y de lúcida ironía, disfrutando el mero hecho de poder compartir historias, sin pretensiones ni grandilocuencias.
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