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Orquesta Ciudad de Almería. Road To Liverpool (The Beatles sinfónico). 26 de agosto

Cada cual tiene la suya (para está aquello de #Mis10de en esta casa, como bien sabéis) pero, por coger una referencia, dice la Rolling Stone americana que ‘Strawberry Fields Forever’ es la tercera mejor canción de los Beatles y una de las mejores cien de la historia de la música. Más allá de los datos numéricos que no dejan de ser subjetivos, el caso es que esta magistral obra de nostalgia infantil y desencanto adulto (firmada, como suele ser habitual a Lennon/McCartney) fue compuesta por el primero en su estancia en Almería, durante el rodaje de la película ‘Cómo Gané La Guerra’ vinculándose así para la eternidad los nombres de la canción, su autor, su banda y la ciudad y provincia. El sentimiento Beatle en Almería ha sido siempre elevadísimo. En primer lugar, por los coetáneos que vivieron aquella presencia, que fue bien transmitida a la siguiente generación hasta el punto de generarse varios movimientos, asociaciones y actividades entre las que, por supuesto, no puede faltar un concierto anual. La importancia de Almería en Lennon ha sido testimoniada por la propia hermana del artista en un documental y ha sido reivindicada con frecuencia por Javier Adolfo Iglesias, que lleva más de dos décadas estudiando y difundiendo todo esto. Quizá por eso, ya que hay una estatua de Lennon por la ciudad, ya que la casa donde estuvo John aquí es hoy un museo llamado la Casa del Cine, quizá lo lógico hubiese sido que las proyecciones durante la canción, anoche, fuesen de fotos o vídeos de aquellos días. Ahora sí, os dejo con la crónica realizada como redactor del Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería, a través de Pisadas En La Luna. Salud. FOTOS: Juan Sánchez.

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#Mis10de The Beatles

 

Hay preguntas para las que la Humanidad sigue sin hallar respuesta por más que pase el tiempo. Una de ellas, mucho más cercana y banal, es la de ¿Beatles o Stones? Los amantes de la música que estén polarizados hacia uno de los dos extremos lo tendrá muy claro, lógicamente, pero para los que intentamos afrontar la pregunta de una manera objetiva y racional… todavía no la hemos encontrado. Os confesaré que, como el político que se presenta con distintos partidos a lo largo de su carrera, si escucho la discografía de unos, la balanza se tiende a ellos. Si me pongo con los otros, me ocurre lo contrario. Dos bandas que han marcado a varias generaciones y no importa sólo lo que hicieron sino cuándo lo hicieron. Aunque está claro que The Beatles gana en el mito por el componente asesinado, por las peleas de egos (por más que quieran, nunca llegó a tanto en los Stones) y por ser tres talentos absolutos con formas distintas de entender la música y la creación. La lista prescinde en gran medida de las canciones ‘happy’, pero rompo una lanza por su encanto también. Son grandes de principio a fin, pero solo puedo seleccionar diez. Aquí van.

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Descantilleos – Rompamos La Baraja

Entre las numerosas recomendaciones que me llegan, ya sea de forma directa por las bandas o de lectores que conocen la amplitud de oídos que nos gastamos en esta casa, hay ocasiones en las que, una vez escuchado y valorado el disco en cuestión, me apetece echar unas líneas para que la cadena siga rodando y difundiendo la ilusión con la que tantas y tantas bandas emergentes se curran sus primeras canciones, grabaciones y, como es este caso, su debut discográfico. Así llega hoy Descantilleos. Una formación que nació a finales de 2011 de la mano de los hermanos Dani (voz y guitarra rítmica) y Jordi Lleonart (batería), que antes de llegar a hoy se ha autoproducido dos maquetas y realizado un buen puñado de conciertos por todo el país. «Nuestro propósito durante todo este tiempo siempre fue disfrutar del proceso y aprender lo máximo posible de cada experiencia». Ahora, en este primer álbum el cuarteto se completa con Johnny Kerchief a la guitarra solista y Marcos Corcoba al bajo. Para su grabación han contado con la producción de Carles Salse (Exceso, Xtasy, Elisa C. Martin) en Sureau Studio de Matadepera (Barcelona). Ha sido mezclado por Sebastian Sendon (Bleed from Within, Lampr3a, The Broken Horizon…) y masterizado en Suecia de la mano de Erik Martensson (Eclipse, W.E.T., Therion…). Portada y dibujos (puesto que cada canción tiene su propia portada) de Toni Galván, habitual de los también recomendables Crim. Un álbum sobre todo rock, con trazas de punk melódico y, en ocasiones, algo de mala lecha de recuerdos metaleros por la vía Lemmy Kilmister. Hoy, Rompamos La Baraja.

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Iván Ferreiro – Trinchera Pop

Hay en el artista solista venido de una trayectoria previa en una formación popular una espada de Damocles afilada cuando su trayectoria empieza a dibujar un largo recorrido, que le lleva irremediablemente a una madurez mucho más lejana que al más o menos vigente presente perfecto continuo. En ese trance de la sexta década de vida que regala el cinco como primer guarismo, es donde se presenta un punto crítico en el que se puede caer en la tentación de resistirse al paso del tiempo para querer seguir haciendo lo mismo, se puede abrazar la comodidad de querer repetir fórmulas de éxito que forjaron la leyenda del solista o también se puede pretender dar un salto al vacío sin mucha base buscando una modernidad con la que ni coherencia ni lenguajes parecen coincidir con la pulsión artística. Evadiremos dar nombres concretos en cada uno de los casos, pero seguro que a más de una persona se le habrá venido alguno a la cabeza. Iván Ferreiro, artista que ha demostrado sobrada inteligencia y cordura a lo largo de su carrera, conoce de todos esos riesgos y, por ello, se ha tomado con calma cada uno de los pasos, sin sacar nunca un trabajo del que no esté plenamente convencido y colmada su propia inquietud artística por sorprenderse y, a la vez, presentar canciones acordes con su edad y necesidades vitales. Todo esto parece lógico y sencillo de escribir, pero llevarlo a la práctica, que el resultado sea el que se pretende y que el público sepa percibirlo de la misma manera es la combinación secreta para la que no hay fórmulas mágicas. El vigués lo vuelve a hacer y de qué manera en Trinchera Pop. Un álbum terriblemente poderoso, orgánico, moderno, reconocible y rico en matices como para no dejar de aplaudir en todo su metraje. Descomunal.

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Los Brincos – Los Brincos (1964)

Esta semana sí. Aunque desde el principio de los tiempos de esta casa hemos abogado por dar cabida en las críticas remember de algún que otro viernes a bandas que sentaron cimientos de lo que vendría a ser nuestro rock en los setenta (y alguno antes), como El Dúo Dinámico, el disco de Sabicas con Joe Beck, Lone Star, The Storm, Miguel Ríos, Leño, Triana, Asfalto, Alameda, La Banda Trapera del Río, Bloque, Tequila… Fue cuando hice la crítica remember de Los Pekenikes cuando decidí tomar la disposición más férrea de traer a grupos pioneros con mayor frecuencia, casi siempre difuminados por ese mencionado estallido setentero. Hoy nos ocupamos de Los Brincos. Una formación que dentro del beat de corte Beatles y el garaje de guateque siempre me generó una brutal simpatía porque consideraba que su empaque rítmico tenía un plus de potencia y fiereza que le entroncaba directamente con el rock que vino años más tarde. Así lo han visto también muchas otras bandas, como la de rock y ska Salida Nula, versionando el conocido “Flamenco” o los magníficos 091 cuando hicieron lo propio con “A Mí Con Esas”. Es cierto que no todas sus mejores canciones se ubican en el mismo disco, pero esos dos temas, junto con “Borracho”, “Tú Me Dijiste Adiós”, “Mejor” o “Nadie Te Quiere Ya” dibujaban un corte taciturno y atormentado, muy castizo, propio de esa ‘pena negra’ como a mí me gusta llamar a lo que muchos años más tarde harían formaciones metaleras como Hora Zulú, Fausto Taranto o Melibea. También habría luz con las conocidas “Un Sorbito de Champagne”, “Lola” o “Baila La Pulga”. Sea como fuere, honor y memoria para Los Brincos y su legado más que aprovechable y disfrutable, todavía hoy.

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Fino Oyonarte – Arrecife

Resulta fascinante, al menos para mí lo es, que un músico con más de treinta años de carrera, desde los tiempos de bajista en Glutamato Ye-Yé, pasando por su impresionante trabajo en Los Enemigos y como productor de algunas bandas destacadas de los noventa, con escarceos paralelos en Clovis o Los Eterno, sienta la inquietud de presentar su propia narrativa y propuesta artística con 54 años, como hizo en 2018 en Sueños y Tormentas, un disco al que llegué, como muchos, tras su aparición en el programa Un País Para Escucharlo de Ariel Rot, donde interpretó uno de sus temas acompañado por una sección de la Orquesta Ciudad de Almería. Después de centrarse a continuación en lo que sería el brutal último disco de estudio de Los Enemigos hasta la fecha, el fantástico Bestieza, que tuvo la mala suerte de salir un día antes de que nos recluyeran a todos en el confinamiento de marzo de 2020, por lo que toda la gira estuvo condicionada y afectada por lo que no tuvo un desarrollo ‘normal’. En ese impase, Fino optó por seguir buceando en la manera de escribir, perfeccionando algún material que no entró en su debut solista y creando nuevas canciones (paradójicamente las más optimistas y vitalistas del álbum). Un proceso en el que no estuvo exento de pena puesto que perdió a su madre y, menos de un año después, a su padre, a quienes dedica sendos temas que cierran cada cara del vinilo, cada bloque del cedé. Un disco esencial, en continente y en contenido, para el que ha contado con hasta catorce músicos, pero que no por ello se aleja de un delicioso minimalismo preciosista que construye belleza desde la reflexión y la música más delicada, sutil y cuidada.

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Lori Meyers – Cronolánea (2008)

Ayer mismo decía en la presentación de la crítica de lo último de los jóvenes gallegos TNT Band (grupo del que llevamos hablando aquí desde que tenían 14 años) que, aunque más o menos tengo una relación de discos pendientes de los que escribir, las semanas van cogiendo vida propia. Tal cual ha vuelto a ocurrir con la crítica remember de los viernes en esta ocasión, ya que la tenía programada para Los Brincos (ya os lo avancé con la mirada primer elepé de Los Pekenikes, que tengo la firme intención de reforzar la presencia de pioneros en esta sección con mayor frecuencia de lo que ya hacíamos de por sí) y sin embargo la actualidad me ha hecho cambiar de elección esta misma mañana. Para los más desconectados, todo viene dado porque esta semana salían a la venta las entradas para lo que iba a ser (y lo será finalmente) un apoteósico concierto de los granadinos Lori Meyers en el Wizink Center de Madrid el próximo 30 de diciembre. Pronto surgió la polémica porque lo que se ha venido ‘tolerando’ con muchos artistas internacionales: la división de zonas dentro de la propia pista, con precios desorbitados con ciertos ‘derechos’ (denme comillas más grandes) como que una azafata te sirva una copa de cava y demás aderezos como fiesta previa con DJ (150 euros) o Golden (45 euros). Claro, para una banda que ha mostrado cierto compromiso o visión más crítica de la realidad, sin ser necesariamente panfletaria, chirriaba de manera escandalosa. Una gentrificación de los conciertos bastante perversa y unas redes soliviantadas. Después de dos o tres días de ruido, la propia banda emitía un tuit clarificador: «A la mierda las zonas Golden y VIP. Toda la pista a 35€. A los que habéis comprado esas entradas muchísimas gracias, se os devolverá el importe completo o la parte correspondiente si pasáis a pista u otra localidad. Nos vemos el 30 de diciembre en el WiZink».

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José Antonio García – Fuera De Control

Recuerdo ver la caja por casa desde no sé exactamente a qué edad. Negra, sobria, como su puesta en escena (no como la de la reedición, blanca, con cerillas). Último Concierto. Mi hermano guardaba un profundo cariño a 091. Supongo que residir en Granada durante los años de carrera universitaria en plena ebullición del grupo le facilitaría el hecho de que tuviera un fuerte vínculo con ellos. El caso es que, con la adolescencia y mayoría de edad, en mi ánimo de devorar y conocer grupos y músicas, un mundo que al final me ha arrastrado de por vida, no terminaba de ver el porqué de tanta devoción. Quizá es que los fuegos rápidos de artificio de otras bandas de la época coetánea me nublaron la visión o, sencillamente, que mi madurez personal y musical aún no estaba preparada para ellos. El caso es que, pasados los años, ‘Los Cero’ me ganaron y entraron a formar parte en esa hiriente lista de grupos que descubres cuando ya no tienes la posibilidad de verlos en directo. Una nómina de la que salió Héroes del Silencio, de la que quiero que salga Platero y Tú, y de la que de un tiempo a esta parte y gracias a aquella ‘Maniobra de Resurrección’, 20 años después de su adiós, borré a 091, con quienes he gozado otro par de veces más. Que sigan en pie desde el regreso no ha impedido que José Ignacio Lapido, su guitarrista, y José Antonio García, su vocalista, hayan seguido con sus proyectos en solitario. Así, este Fuera De Control es el tercer artefacto sonoro que José Antonio lanza bajo su nombre (también le hemos podido escuchar en TNT, Guerrero García, Sin Perdón, Mezcal…). Ocho temas donde se reencuentra con otros viejos amigos del circulo granadino y de la mano de la banda El Hombre Garabato. Ocho canciones disfrutonas de principio a fin.

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Los Pekenikes – Los Pekenikes (1966)

Ya os deslicé ayer entre líneas que el gancho de la crítica remember de este viernes venía con la crítica del último álbum instrumental de Los Tiki Phantoms. Y es que, aunque siga siendo algo considerado como una rareza para las personas poco avezadas en esto de ir indagando por los distintos caminos que nos ofrece el rock, España siempre ha tenido una importante y notable escuela de formaciones instrumentales en la que, sin la menor de las dudas, Los Pekenikes tienen un puesto de honor en su labor pionera… y por calidad. Aunque empezaron con cantante en una importante colección de singles, en los que lo que hacían era castellanizar éxitos anglosajones, fue cuando el último en ostentar el cargo, el filipino Edilberto (Eddy) Guzmán, dio la espantada al regresar a su país y perderse del mapa para siempre cuando decidieron que para qué andar buscando reemplazos. Así que decidieron sacar su debut, el que hoy protagoniza esta sección, enteramente instrumental, convirtiéndose en un inusitado éxito teniendo en cuenta la naturaleza de la propuesta y, además y de paso, estableciendo lo que vino a denominarse “sonido Torrelaguna”, debido al productor Rafael Trabucchelli, como ahora detallaremos. Ignacio Martín Sequeros al bajo, Jorge Matey a la batería, Lucas Sainz y Tony Luz a las guitarras, con la colaboración de Alfonso Sainz al saxofón fueron los encargados de registrar esta docena de piezas de lo más sorprendentes, todavía hoy.

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Álvaro Suite – Fantasio

En febrero de 2020 os hablaba del debut como solista de Alvaro Suite, con el álbum La Xana. Y digo como solista porque el bueno del sevillano lleva a sus espaldas una buena colección de escenarios pisados, de todo tamaño y pelaje, ya sea con Pinball, con Suite, con Los Labios (banda del hijo de Silvio Fernández Melgarejo que tuve el placer de ‘criticar’ en uno de los números de la extinta revista Rock Estatal) o con Los Santos Inocentes, la banda que ha acompañado a Bunbury durante más de quince años, tras disolver al Huracán Ambulante. Aunque pasaron dos años del lanzamiento de uno y otro (este Fantasio salió publicado en febrero, así que si os lo traigo ahora antes de que termine el año, podéis adivinar por qué puede ser –guiño, guiño-), lo cierto es que esta segunda entrega es casi, casi, coetánea a su predecesor. Tal es así que alguna de estas canciones bien podrían haber formado parte de La Xana y otras tantas de ellas fueron no solo compuestas durante los conciertos de presentación del debut, sino que al final casi que se ha interpretado en directo mucho antes de que el disco fuera mezclado y masterizado. Por eso se hace complicado marcar una línea diferencial entre uno y otro, porque de hecho el propio autor ha asegurado que con este segundo capítulo se cierra una fase creativa, aunque sí que podemos establecer alguna diferencia significativa. Sobre todo en que Fantasio busca ser mucho más directo y compacto, lo que no quiere decir por ello que descuidado o sencillo. Pero sí es cierto que brilla mucho más en ese lenguaje de tú a tú, con menos capas y trabajo de estudio. Diez temas en los que los referentes siguen muy presentes, dotando al conjunto de una variedad ecléctica del buen gusto setentero y ochentero tan demodé como encantador. Con esas intenciones, claro que tenía los números correctos para entrar en la lista del 5 de enero.

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