Alberto Pérez, más allá de La Mandrágora (1981-…)
Después de dedicar al humor toda la semana de críticas de novedades discográficas (de lunes a jueves) con los últimos artefactos sonoros de Bellotaris Fallecidos, Catalina Grande Piñón Pequeño, El Reno Renardo y Lendakaris Muertos, lo que viene siendo un ciclo monográfico por acumulación de material coincidente, parecía razonable que la crítica remember de viernes fuese para algún otro nombre propio asociado al género, al noble arte de hacer reír. Lo cierto es que, camino de doce años, todavía quedan muchos referentes de los que he podido hacer crónica o crítica de novedad, pero no pasar específicamente por la remember, como Mojinos Escozíos, por ejemplo. Están por ahí sin una cosa ni la otra otros nombres como Pabellón Psiquiátrico, Los Petersellers, Puturrú de Fuá, El Koala, Alpargata… El caso es que estos días he reincidido de nuevo en lo mucho que se echa de menos a Javier Krahe (y lo bien que me lo pasé las dos o tres noches que acabamos hablando tras su actuación) y por variar en lo previsible que hubiese sido tirar de otro grupo con distorsión para hoy, he recordado que en ese mismo bareto (el almeriense El Zaguán o Cervezas del Mundo, según lo antiguo que se sea) tuve la oportunidad también de ver una semana o dos después a este señor de Sigüenza llamado Alberto Pérez, habitualmente conocido como ‘el otro’ de La Mandrágora, aquella historia de la que formaban parte el citado Krahe y Joaquín Sabina. (FOTO: Extraída de su web)
Una ‘nota biográfica breve’ extraída de su página web dice lo siguiente: «Para muchos, el nombre de Alberto Pérez va unido al célebre trío de “La Mandrágora”, junto a Joaquín Sabina y Javier Krahe. Para otros, a su etapa de TVE en “Si yo fuera presidente”. Los aficionados a la radio probablemente lo conocerán por sus colaboraciones en la SER o RNE, y los cinéfilos, por “El viaje a ninguna parte”, de Fernando Fernán Gómez. Pero además, Alberto Pérez viene desarrollando una continua labor de investigación de la música de América y, en ocasiones, aparte de sus circuitos habituales de canción de autor, visita los escenarios teatrales y de narración oral con su espectáculo “Alberto Pérez y su Orquesta Volátil”».
Solo hay cuatro discos ‘oficiales’ en su discografía que, salvo La Mandrágora, podrán intuir que no, que no están en Spotify. Son Amar y Vivir (Ariola, 1984), Sobre La Pista (BMG – RCA, 1990) y Tiempo De Baile (Avizor Records, 1997).
A la postre, hablamos de un señor que se ha mantenido fiel a su afán de no hacer absolutamente nada que no quiera para tener popularidad, con la que siempre se sintió algo incómodo. Eso no impidió que protagonizara un programa de televisión durante tres años, que tuviera su propio programa de radio o que hiciera sus pequeños conciertos por bares y pequeños teatros. Y sí, disfruté mucho de aquel concierto.
Soy incapaz de precisar en qué año fue… Esperad, escribo mientras pienso. Recuerdo tener una libreta con varias decenas de anotaciones musicales de aquellos años. He vuelto y compruebo de manera increíble que sí que lo tengo anotado. Fue el 18 de abril de 2009 y la entrada me costó la friolera de cinco euros. Un mes antes, el 28 de marzo, vi en el mismo escenario a Javier Krahe por veinticinco euros. Casi nada.
El caso es que tengo un magnífico recuerdo de aquel concierto, por muchos motivos. Primero porque me sorprendió su voz absolutamente incorruptible. Casi cuarenta años después de aquella grabación del disco de La Mandrágora que escuchaba en la cinta de madre una y otra vez al salir del colegio la tímbrica, la limpieza, la afinación perfecta seguía estando ahí. La manera de jugar con las elongaciones, con los agudos… Andaba presentando entonces un compendio de su carrera, que viró hacia la especialización en sones y musicalidades de Latinoamérica.
Decía así la presentación de aquella gira: «Compositor, director de orquesta, guitarrista excepcional e improvisador inagotable, todas estas facetas, unidas a su condición de actor, le han proporcionado a Alberto Pérez una sabiduría y un dominio escénico que hace de sus actuaciones una experiencia difícil de olvidar. Canciones originales de los ritmos más diversos, boleros célebres y éxitos de la mítica “Mandrágora” conviven con toda naturalidad en un espectáculo donde la frontera entre artista y espectador acaba por borrarse. Sus diálogos cantados con los espectadores constituyen una buena prueba de ello, donde la risa y el llanto también llegan a confundirse. Alberto Pérez, persona cultivada, viajera y con una aguda percepción de la realidad, ha sabido mantenerse al margen de las modas, la industria discográfica y los circuitos comerciales, creando un estilo propio que le ha hecho ganarse el respeto del público y de sus compañeros de profesión. Romántico de su trabajo, no le gusta prodigarse demasiado».
Pues, efectivamente, el concierto anduvo por todos esos territorios que pueden pasar en primera instancia como territorios comunes promocionales pero que doy fe que fueron cumplidos a rajatabla. De hecho, interactuó uno a uno con todos los presentes, mirándolos a la cara a través de un gesto identificativo para cada uno de ellos, que asignó al principio de la noche y que no olvidó hasta la canción de despedida. Un maestro del escenario, de los de la vis cómica de la vieja escuela. Todo con prestancia y elegancia.
Los rockeros del lugar que les guste documentarse sabrán que Fito & Fitipaldis versionó el tema “Nos Ocupamos Del Mar”, de Javier y Jorge Krahe, que Alberto Pérez cantaba en La Mandrágora, en el disco Huyendo Conmigo De Mí. De las tres versiones, las de Krahe, Fito y Pérez, me quedo sin duda con la de nuestro protagonista de hoy.
Sobriedad, discreción, compromiso con el oficio a través de su sentido más puramente artístico y cultural.
Qué satisfecho me he quedado inmortalizando el nombre de Alberto Pérez en el historial de esta casa.
Publicado el enero 26, 2024 en Actualidad. Añade a favoritos el enlace permanente. 4 comentarios.




Muchas gracias. Ya ni me acordaba de Alberto Pérez. Ni de esta fabulosa canción en donde, se pude comprobar todas las virtudes que le atribuyes. Emocionante. Gracias.
Gracias a ti por leer y por tu comentario!
Un soplo de aire limpio, sin ataduras ni dependencias. Gracias
Tal cual, compañero.