Archivos Mensuales: octubre 2014
Kannon – Imagina (2002)
Empezaré por casi el final. Una pena lo este grupo vigués. Auspiciados en sus inicios al calor del tirón y fervor popular del nu-metal y rap-metal que primó en torno al final de siglo pasado principios del siguiente, se convirtieron en un referente poderoso dentro del metaleo con sus dos primeros discos ‘De Nuevo Nunca’, que contenía el tema ‘Ruido’, votado en el año 2000 como el mejor tema en Radio 3, y este ‘Imagina’ que tienen un golpeo inmediato al atemperar ligeramente la mala leche de su debut. Estribillos pegadizos, ritmos de guitarras repetitivos pero frescos, chulería en la interpretación vocal y buenas maneras para suceder tema tras otro sin que el nivel decaiga. El tercer disco ‘Intro’, supuso un acercamiento más descarado al rock y a canciones más suaves. Aunque mantiene el tipo, ya se nota la curva descendente que anticiparía el final anticipado de la banda, allá por 2006. Consideramos que ‘Imagina’ es su cénit y por eso hablamos de él aquí hoy.
Sinaia – Sinaia
Álbum debut para esta nueva formación que, pese al estreno, no está compuesta por recién llegados. Para empezar, el muro de guitarras que despliegan con descaro Javier Jiménez y Roberto Corredera ya fue testado en su anterior banda, Censurados, de la que salieron en 2011. Iván Ramírez también había golpeado lo suyo con las baquetas de (ojo) bandas como Skizoo, los heavys Red Wine o EbonyArk. También Dani Ohm tiene ascendencia heavy en el bajo tras pasar por los propios Red Wine y por unos al alza Innervoice. Para culminar el quinteto, la voz de Valentín Domínguez, quizá menos conocida, con pasado en Kain o Presidio, pero que en Sinaia ha tocado la cima de la versatilidad. Porque precisamente es eso lo que prima en este debut. Canciones que con un rock potente, oscilan entre los tempos de punk más veloces, con toques metaleros, bases heavys, melodía hardcoreta… Una mezcla de sonidos de la que es difícil salir airoso por carencia de identidad, pero ellos, misteriosamente, lo consiguen.
Mägo de Oz – Ilussia
El devenir de Mägo de Oz desde aquel mastodonte y tobogán que supuso la trilogía de Gaia, junto con la posterior salida de José Andrea y varios componentes más de la banda no ha escapado a opiniones virulentas y comentarios sectaristas. Es decir, es muy difícil (no imposible) encontrar opiniones que se basen en argumentos más allá de preferencias o ‘hooliganismo’ recalcitrante. Si a esto sumamos un alma-mater como Txus, que no escapa a un ‘fregao’ ni a una polémica, tenemos el material inflamable y la chispa adecuada para que las hostilidades se despierten a cada paso. ‘Ilussia’ es el decimocuarto álbum de una banda que lleva un tiempo buscando su propia forma de seguir adelante. Un disco que gira en torno a un circo encantado y maldito, aunque el hilo argumental es independiente. ¿Qué hay dentro?
Lichis – Modo Avión
Seis años parecen demasiado tiempo de silencio discográfico para un artista del verbo y la gracia de Miguel Ángel Hernández ‘Lichis’, que se hizo un (gran) nombre en esto de la música como líder, voz y alma de La Cabra Mecánica. Desprendido de las zarandajas de la rumba y las querencias latinas que desplegó a lo largo de su sobresaliente discografía, su primer trabajo en solitario se presenta en diez cortes y treinta y cuatro minutos, que tienen la enjundia precisa, la mala leche medida, la catarsis justa para sacudirse malos rollos personales, temores artísticos y mostrar su lado más anglosajón, sus querencias por el rock americano, los sonidos más orgánicos. Pongan su mente en modo avión y vamos a sumergirnos.
Trastienda RC – Despertar (2003)
Los más maduros del lugar recordarán este disco. Los madrileños es una de tantas bandas que inexplicablemente, no llegaron a ‘romper’ pese a que este álbum, en la época, fue todo un pelotazo para los amantes del rock boikotero, porreta, rosendiano y peleón. Lo conformaban once canciones que pese a no ser un derroche de lírica ni creatividad, siempre eran bienvenidas. Una a una pueden ser tomadas como once singles o, lo que viene a representar algo similar, si te dicen que es un recopilatorio de grandes éxitos, te lo crees igualmente. La banda comenzó sus andanzas allá por 1995. ‘¿Quién No…?’ fue su carta de presentación, autoeditada y autoproducida. Aquello sonaba a rayos, pero les valió para tocar más de lo que esperaban, para empezar a conocer gente del mundillo y para que, en 2003, llegara su momento con Despertar. Brindemos por este disco y los recuerdos que encierra. Pasen.
Celtas Cortos – Contratiempos
La banda vallisoletana que popularizó en nuestro país aquello de meter cosas folk y celtas en el rock (Mägo de Oz nunca le podrá quitar ese pleno derecho) regresa con nuevo disco, el undécimo en estudio de una carrera con algún altibajo, algún tiempo en barbecho, pero, pese a todo sólida como una roca. Cuando una banda está tan manida y vista como ellos, uno tiende, por naturaleza, a quitarles el valor que merecen, pero este disco, lejos de experimentaciones olvidadas, refrenda que es una banda gigantesca. Que Cifu, Goyo Yeves (saxo y whistles), Oscar García (bajo) y Alberto García (violín y trombón), los cuatro miembros fundadores que siguen en la banda, siguen teniendo una facilidad pasmosa para crear enormes melodías. Donde lo acústico oculta, en su discreción, hechuras de grandes canciones. Es cierto que algunas letras de este disco se repiten, pero lo hacen tan bien que casi pasa desapercibido.
9 Lágrimas – Tempus Fugit
Por diversos motivos, siempre he ido retrasando hablar de este disco, que me enganchó antes de empezar el verano (para ser exactos, lo escuché viajando a Murcia para ver mi primera de las tres citas de la gira de Extremoduro) y con lo convulsionados que han sido los meses de estío casi había sido sepultado en la lista de tareas pendientes. Los maños es un grupo en constante progresión. Estamos ante su segundo trabajo discográfico y con un par de escuchas a Tempus Fugit se evidencia que no estamos ante el techo de una banda muy sólida, con las cosas muy claras y con una capacidad de ejecución bastante pegadiza. Los maños ofrecen dos referentes muy claros: su ascendencia maña de Héroes del Silencio y una revisión modernizada de los madrileños Sôber. Melodía, potencia y estribillos efectivos. Todo muy bien empacado.
Sôber – 20
La semana pasada hablaba en otras críticas (M-Clan, Hamlet) sobre la difícil medida que existe entre el exceso o la escasez de grabaciones en directo por parte de los grupos. ¿Dónde está el equilibrio? En el caso de Sôber estaba muy claro que acusábamos un déficit bastante sangrante. Tan solo un DVD con pocos temas de la gira Paradysso y otra con Reddo. Demasiado poco para la primera etapa de la banda y más aún si se le suma la vuelta en 2010 ya con Manu Reyes Jr. en las baquetas. Con motivo de su vigésimo aniversario la banda presenta un pack del todo irresistible (y que por su naturaleza casi viene a recordar al formato elegido por Hamlet): un concierto de la gira especial de ‘Morfologira’, donde interpretaban ese disco al completo y otro perteneciente a la gira de ‘Letargo’, la mejor desde Paradysso. Con esta materia prima y con una banda que respira bienestar en la actualidad, el resultado no podía ser sino excelente.
Los De Marras – Surrealismo
Hasta el Gazpatxo Rock de 2012, Los De Marras eran para mí poco más que un grupo simpático, de esos que toleras y sin saber por qué te generan simpatía, pero poco más. Nunca me había interesado más allá de lo estrictamente profesional por sus canciones y por su forma de hacer rocanrol. Fue a raíz de aquella edición del festival de Ayora, cuando comprobé que, además de hacer canciones más o menos resultonas, además interpretaban con el corazón y con gratitud, con muchísima gratitud. A partir de ese momento, dentro del marasmo de nombres que me acompañan semana a semana de nuevos grupos, nuevos discos y demás, decidí comenzar a hacerles hueco poco a poco en mis ratos de vacío y descanso. Me di cuenta de que, oye, esta gente es algo más. Así lo comprobé en recientes Viñarock y Aúpa Lumbreiras. Ahora llegan con su quinto disco y no solo me convencencen estos maestros del ‘guarrocanrol’, como ellos se llaman.