Archivos Mensuales: May 2020

#Mis10de Radiohead

 

Aunque en esta casa le damos sobre todo al espectro nacional, los domingos nos reservamos la mirada al circuito internacional con la sección de #Mis10de. Y, después de darme el gusto de reeditar a El Último Ke Zierre, EUKZ, ayer, su compañero de baile también es una debilidad personal hasta el punto de que es uno de esos pocos grupos extranjeros que escucho con la misma habitualidad y con el mismo conocimiento de causa que grupos de nuestra escena. (En esa categoría, ya saben los viejos del lugar, incluyo a Muse, Mastodon, SOAD, Rammstein, Zeppelin, Manson, Metallica, Dylan, Cohen…) Y es que Radiohead siempre me ha servido para estimular emociones y conexiones cerebrales donde no llegan otros grupos. Esa es la grandeza de la música cuando te dejas absorber por ella, cuando su esencia te atrapa. Quizá por eso mi alta estima a la banda de Thom Yorke y compañía, que inicialmente se iban a llamar On A Friday. Llegan donde otras no y, cuando quiero esas sensaciones, no tienen casi rival. Además, comulgo con ellos en el punto intermedio. Sí, me gustan los primeros discos, más guitarreros, que tendrán fuerte presencia en la selección, pero su progresiva experimentación electrónica y la ruptura de los estándares completaron mi admiración por ellos. Sí, OK Computer es uno de los mejores discos de la historia, pero para mí Kid A se lleva poco con él, y Amnesiac es una delicia. Sea como fuere, cerramos mayo con #Mis10de Radiohead. Que lo disfruten.

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#Mis10de EUKZ

 

Desde su debut discográfico en 1991 (la banda echa a andar en el 87), El Último Ke Zierre, EUKZ para los amigos, se ha forjado una leyenda de banda cruda. Alejada de cualquier redil que se les pretenda imponer. Han cimentando su punk rock en una batería muy rítmica, cercana al hardcore en ocasiones, unas guitarras cortantes y de melodías dolorosas y la potencia vocal de Rober ‘El Feo’, que transmite rabia y desazón según la necesidad. De sus once discos en estudio, ‘A Cara De Perro’, lanzado en 1998, el quinto disco de los castellonenses, supuso un salto cualitativo en su carrera. ¿Por qué? Porque aunque ya se apuntaba en las entregas anteriores, vino a ampliar de manera significativa el carácter de sus canciones. Si bien los primeros discos se centran en la crítica y rabia social (sin caer tampoco en los clichés del género) que les confiere una cierta marginalidad en la época, con canciones como el himno definitorio ‘No Tengo Miedo’, ‘Amor Obrero’ o los tempos de ‘No Veis’, ‘Eres Débil’ o ‘Soy El Hambre’ empiezan a tocar una fibra emocional que posteriormente explotarán con brillantez a lo largo de los siguientes discos (véase ‘Tus Bragas’, ‘Mis Calzones’, ‘Amor de Cuarto Oscuro’, ‘A Dónde Vas’, ‘Quemaste Tus Alas de Ángel’, etc.). Algunas de ellas estarán en esta reedición de #Mis10de, otras no. Es un grupo pasional, de los que más me han hecho llorar en directo, de forma más desconsolada. Las heridas del amor casi nunca cierran. (FOTO: Marina Ginés para RockSesión)

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Rubén Pozo y Lichis – Mesa Para Dos. El Disco

 

Hablar en términos de lógica en nuestro tiempo es casi una absurdez en sí misma, sobre todo cuando, dentro del caos, se han abierto muchos caminos distintos para llegar a otras tantas distintas metas, también multiplicadas. El caso es que la unión de Rubén Pozo y Lichis, nacida de una llamada telefónica y cimentada en un buen rollo previo, sigue dando pasos en su cohesión, casi saltándose cualquier tipo de desarrollo convencional. Se unieron para dar conciertos antes de tener material propio, en esos conciertos empezaron a salir canciones, esas canciones se empacaron en un primer EP de seis (publicado el pasado mes de octubre, tan lejano dado lo vivido estos últimos meses que casi parecen años) al que ya se sabía que le iba a completar otra medio docena de temas que confluirían formando un disco ‘convencional’ y con una buena colección de fechas en el antes, el durante y para el después. En los nuevos seis encontramos el mismo desencanto que se mueve a caballo entre el cinismo (en su segunda acepción) y la estoicidad. Sin brindis al sol y convirtiendo la crudeza en sencillez melódica pero repleta de detalles que enriquecen la producción ya sea en crescendos, capas de guitarra o arreglos modestos pero efectivos que completan un resultado que ya era sobresaliente en su primera entrega, despachando, ahora sí, uno de los discos del año, aunque haya habido que degustarlo en dos partes. Quizá, vista la densidad, fue lo más inteligente.

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Kike Babas & La Desbandá – ¡Akelarre! En Directo

 

El 26 de enero de 2018, el madrileño Kike Suárez ‘Babas’ citó a seguidores, acólitos y amigos de jarana a la sala Cats de la capital, tan alejada, por cierto, de los barrios de donde saca el muestrario de excesos marginales dibujados en sus canciones, para celebrar sus 25 años en el mundo artístico, donde ha sido casi de todo. Desde periodista, escritor, realizador y productor de documentales, videoclips, presentador radiofónico y, además, cantar y escribir canciones en King Putreak, The Vientre, Huevos Canos, La Banda del Cante Pirata, Kike Suárez & La Desbandada, remozada ahora a Kike Babas & La Desbandá. Bajo esta cabecera, cambia de discográfica para publicar con El Dromedario Records este ¡Akelarre! En Directo que viene en uno de esos formatos ‘pejigueros’ para quienes les gusta tener todo más ‘ordenadito’. Un disco con doce temas, que se acompaña con la descarga digital del vídeo del concierto, que incluye un tema más, y un set acústico de siete temas, tampoco recogido en el audio. Toma Toc. Más allá de esas preferencias ante lo más o menos convencional (que, por otra parte, nunca ha ido demasiado con el personaje) el disco en directo es bastante sobrio. Hay pocos excesos y el nivel de ejecución se percibe concentrado en todo el metraje. De hecho, la mezcla da poca concesión al público durante las canciones, que brillan en su crudeza bastarda que tan bien manejan. Un divertido ¡Akelarre! En Directo.

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Vetusta Morla – MSDL Canciones Dentro De Canciones

 

Ejercicio valiente (que no es sólo cuestión de suerte) al que se somete Vetusta Morla en el proyecto MSDL Canciones Dentro De Canciones, en el que vienen a revisar de cero las mismas diez canciones que dieron forma a su celebrado (como todos) Mismo Sitio, Distinto Lugar, publicado en noviembre de 2017 y del que dimos buena cuenta en su momento en esta casa. De las múltiples maneras de hacer las cosas, la banda de Tres Cantos no iba a elegir la sencilla. Esto es, lo que pudiera ser tomado algo así como un ‘aprovechamiento’, una elaboración de cocina rápida en el microondas, Vetusta Morla lo ha convertido en una auténtica delicia artesanal en la que se prescinde casi en la totalidad de los efectos más electrónicos de su hermano mayor, para dotar a las canciones de un mayor peso orgánico e instrumental clásicos. Sí, están los mil matices de percusiones, panderetas, cencerros, dobles y triples voces en los coros armónicos, capas de guitarras, pero todo sonando a banda tomándose muy en serio su oficio. Como si hiciera falta demostrarle a todos a aquellos que intentan meterlos ‘en el mismo saco’ de la banalidad indie que, por otra parte, tanto les debe, que lo de ellos va por otros derroteros. Y lo hacen por enésima vez. Las letras vuelven a relucir, las emociones ahondan en surcos antes apuntados y dejan supurar las heridas mortales que provocaban sus versiones primeras. Etiología de la música, pero al servicio del buen gusto y de un combo que aúna por igual meditación y visceralidad. Larga vida. La merecen.

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#Mis10de Black Sabbath

 

Después del recordatorio musical al incuestionable legado de Barón Rojo, polémicas aparte, deslizando por el historial apareció pronto su compañero de baile internacional para compartir fin de semana: los míticos Black Sabbath, con su formación más clásica y fundamental, Terry ‘Geezer’ Butler al bajo, Bill Ward a la batería, Tony Iommi a las guitarras y Ozzy Osbourne a la voz. Y aunque la lista incluirá temas del siglo XXI (un par, no nos pasemos), está claro que el grueso y lo mejor de su carrera se encuentra en sus dos primeros discos, Black Sabbath y Paranoid, también Master of Reality y, como canto de cisne antes del desbarre final por las consecuencias de los excesos, el Volumen 4, que se iba a llamar Snowblind, por si hacía falta dar pistas sobre de qué iba la historia. Si Led Zeppelin puede ser tomado como el precursor del heavy metal por su sonido afilado y los agudos, Black Sabbath tiene el honor de aportar la oscuridad siniestra, algo impostada, pero impactante para aquellos años, completando el círculo y fundando, quizá sí, en mayor grado, el género. No sería el único porque lo denso y la tonalidad de las guitarras también inspiraron de forma clara al grunge. Su aura negra, casi con más recursos jazzísticos que de blues, caló hondo no sólo para el resto de formaciones de su generación, sino que su influencia ha llegado a nuestros días. Ave, Sabbath.

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#Mis10de Barón Rojo

 

¿Está la creación artística por encima de las opiniones personales de su creador? Cuando ves una película, una serie, lees un libro, escuchas a una banda formada por tres, cuatro, cinco, seis o diez personas con sus creencias individuales, cuando escuchas a una orquesta sinfónica… ¿Te aseguras de que todas sus opiniones coinciden con las tuyas? Si no lo hace, ¿imposibilita eso que puedas seguir escuchándolo y disfrutándolo? ¿Pierde valor artístico? Las declaraciones de un tiempo a esta parte de Sherpa, el que fuera bajista y vocalista principal de la época más legendaria de Barón Rojo están provocando un revuelo generalizado que destapa una vez más el eterno debate. Loquillo, Calamaro… La discrepancia, la divergencia, el debate, la confrontación de ideas es de lo más sano que puede hacer el ser humano, siempre y cuando se guíe bajo unos mínimos criterios de educación y respeto. El problema es que vivimos en un estado de crispación constante en el que si no piensas como yo eres mi enemigo y todo lo que hagas y digas es el mal personificado. Me niego a vivir en un mundo polarizado de buenos y malos, lo siento. Aunque cada día pierdo más la fe en el ser humano y en todo lo relacionado con él. Hoy tengo un día gris, lo siento. Demasiadas lanzas en el costado ya.

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Balkan Paradise Orchestra – Odissea

 

Nueva propuesta ‘distinta’ la que os traigo hoy y, una vez más, de la mano del sello discográfico Calaverita Records. Los más analistas del lugar recordarán que ya hablé hace unas semanas de Cromática Pistona y su Rabiosa Actualidad, bastante menos, de Tanxugueiras y su Contrapunto. Y, cómo son las cosas, da la casualidad de que sea muy probable que este Odissea de Balkan Paradise Orchestra esté a medio camino entre ambas, sin que ninguna de las tres bandas se parezcan demasiado. ¿Por qué? Si en Cromática Pistona encontrábamos a una banda de ska clásico con tintes de mestizaje no tan manido y con Tanxugueiras teníamos la modernización del folclore gallego con una inspiración tal que casi parecía un disco de rock, en Balkan Paradise Orchestra reconocemos mucho de ambos elementos. La tradición de la música popular balcánica (la de Bregovic y Kusturica, tantas veces citados y admirados en esta casa) y también con un ligero componente festivo contemporáneo que revisita y reactualiza la propuesta, pero sin grandes desmanes ni desnaturalizaciones. La medida justa. Un álbum que, además, se presenta con un aura conceptual que le emparenta con el eterno regreso homérico y con su portada mandálica. Con estos ingredientes, se merecían un pequeño reconocimiento.

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Free City – Visiones

 

Resulta casi incomprensible que todos sus discos hayan sido publicados con la persiana de esta casa abierta y que no hayan llegado hasta el quinto trabajo. A toda velocidad van los vallisoletanos Free City, a codazos, ritmos, acordes, fraseos y estribillos, haciéndose un hueco cada vez más grande en los carteles festivaleros a base de un incesante ritmo de publicación y también con una plausible y elogiable evolución que les hace ganar en sobriedad y, por tanto, perdurabilidad, más allá de la volatilidad de la protesta previsible. La evolución de las portadas y de la tipografía de la cabecera da pistas de ello. La casi street punk de los inicios en El Aullido Del Silencio (2014) o Realidad Invisible (2015) dieron paso, al igual que el progresivo avance de las letras y los aires más sombríos de las melodías, al refinamiento de Atemporal (2016), más si cabe en el punto de inflexión definitivo de Duelo (2018) hasta confirmarse en las Visiones de este año. Un disco que venía acompañado de una extensa gira de salas y festivales, que se ha visto truncada por el devenir de los acontecimientos, como los planes de la inmensa mayoría del mundo pre pandemia. El caso es que, tras ser una petición habitual de las tuitcríticas de los viernes, hace un par de semanas decidí que ya era hora de que tuvieran una entrada propia. Sea.

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#Mis10de Depeche Mode

 

Siempre habían rondado por casa de mis padres, con la vertiente internacional de mi hermano mayor, que sé que los ha tenido siempre en alta estima. Pero no fue hasta mi primer año en Madrid cuando recuerdo con claridad que ‘me explotaron’ en los oídos escuchándolos en el discman (sí, amigos y amigas, ese artefacto donde se metían cedés y que tan bien me vino en los largos viajes de autobús a casa). Hoy es inviable, impensable y casi ignoto esa manera de ‘atender’ a cosas que no ‘comprendemos’ a la primera. Consumo rápido, no vaya a perderme el siguiente estímulo y a quedarme fuera de onda. El caso es que en un tiempo en el que el rock y el metal se me empezaba a consolidar como auténtica opción preferente, Depeche Mode ‘me confirmó’ que la electrónica no tiene nada de malo usado con seso, que va más allá del consumo rápido. Ya lo sabía, por Jean Michel Jarre o los apunkados Prodigy o Chemical, también por Kraftwerk, y otros muchos. Pero, de esas cosas sin explicación, fue el momento y el lugar adecuado. Las letras llevadas a un extremo que se alejan de lo acomodado, el desafío de melodías arrogantes, de las que te cogen de las solapas de la chaqueta y te zarandean hasta que se han metido en tu memoria. Como el Alien. Su influencia es tal que hasta gente ‘dura’ como Manson o Rammstein nunca han escondido su devoción por ellos. Tampoco el house. Hoy viajamos a diciembre de 2012 (día de Navidad, por cierto), para reeditar #Mis10de Depeche Mode. Salud.

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