Si veinte días después de la salida a la calle del primer larga duración de los madrileños Alcalá Norte todavía no has oído hablar de ellos debes andar muy desconectado de los medios de comunicación musicales. Pocas veces hay una cierta unanimidad a la hora de valorar la irrupción de una formación novel, tantos elogios generalizados a su primer álbum (apenas tenían una demo de octubre de 2020) y una confianza tanto en la independencia de la propuesta como en la autenticidad de los protagonistas. Haciendo un ejercicio superficial de memoria, creo que el último caso medianamente similar en todo ello (que no en lo musical, claro está) es con Derby Motoreta’s Burrito Kachimba… O incluso Califato ¾. Fueron fogonazos instantáneos. Y es realmente maravilloso que en unos tiempos de sobreexposición, donde parece que todo está resabiado e inventado todavía queden bandas capaces de conseguir esos chispazos. Y a pulmón y riñón, sin influjos de inversión publicitaria detrás. También es cierto que en muchas ocasiones los medios actúan como estímulo-respuesta, corriendo ante quien despierta el interés de unos cuantos para no ser los únicos que se queden atrás y parezcan superados por las tendencias. Aquí, que sabéis que vamos un poco (bastante) por libre, podéis confiar siempre en que si están aquí y os los recomiendo es siguiendo un único criterio artístico. Sin inventar nada Alcalá Norte suena con una frescura y solidez apabullante, con un alcance adictivo sorprendente para ser su primera referencia y con, parece que se lee por ahí, la cabeza muy bien amueblada. Les seguiremos de cerca.

Alcalá Norte está formado por Álvaro Rivas a la voz, Juan Pablo Juliá Ciarelli ‘Juampi’ y Pablo Mendoza en las guitarras, Pablo ‘Admin’ en el bajo, Laura de Diego en los teclados y Jaime Barbosa en la batería.

Es evidente que una escucha somera y superficial nos los emparejaría con el movimiento de renacimiento del post-punk que parece ser el más creativo, prolífico y activo en esto de salvar el puto rock and roll. Pero también hay mucho de macarrismo de barrio, destellos metálicos de hardrockeo, un gusto por la teclas desde el synth ochentero, también desarrollos bailables y mucho de ese humor irónico y corrosivo repleto de referencias históricas (romanas, Guerras Mundiales, guerra fría…) que les conecta a esa ‘intelectualidad’ resabiada de algunas fases de la discografía de Siniestro Total, de religiosidad epatante, de cultura popular atemporal («precaución, amigo conductor»), y actuales (mundial de Qatar, Georgina…).

Podríamos decir muchas bandas coetáneas que tocan de forma tangencial o secante. Repaso rápido… Venturi, Marban, Depresión Sonora, Biznaga, La Paloma (a quienes versionan, incluso), La Trinidad, Toldos Verdes, VVV [Trippin’You], Medalla, Los Valientes, La Élite… Si nos vamos atrás está el citado Germán Coppini en los melismas y el histrionismo controlado, Johnny Cifuentes en la pronunciación de calle (sobre todo las eses), Parálisis Permanente… Y de fuera, sobre todo The Smiths, The Cure y ese halo peligroso de Joy Division.

“La Sangre Del Pobre” es la que encargada de abrir la lista de once temas y lo hace con Álvaro masticando cada verso con cierta afectación en algunas palabras y remates mientas con una melodía principal con un delay de guitarra eléctrica y un rollo semi acústico cercano a las maneras de los primeros discos de Héroes (por añadir una referencia más) y su conexión británica de entonces. Eso sí, la letra es un velado himno de clase repleto de humor negro y hambre frente a la bula del rico.

Tanto “Los Chavales” como “420N” arrebatan desde la primera escucha por la naturaleza bailable de su motivo principal. La primera ofrece una entrada vocal más sobria y sustentado en una fantástica y corpórea línea de bajo pero, como digo, la sucesión del riff es un aquelarre continuado al que es imposible resistirse. La letra se divide en castellano, catalán y hasta con un fragmento de La Marsellesa. La coda, con bien de teclados y un empaque más contundente remata un tema sobresaliente. En el caso de “420N” se presenta quizá el ejercicio más descaradamente retro del conjunto y un rollo de sintes de nuevo muy integrada. La narración, de nuevo por encima de la media: cámaras de gas, mundial de Qatar y power ranger verde…

“Supermán” es uno de esos cortes que me evocan esos puntos punkis de Coppini y el tema destaca por las dosis industriales de rolleo que tiene el estribillo, divertido y liberador en una coda contundente y explosiva. Mención a la alusión al “Amigo, Conductor” de Perlita de Huelva. Del otro lado, “Westminster” será uno de los temas más turbadores e inquietantes de la lista. La base rítmica, las programaciones, la cadencia y el texto son pura crema: «Recorro solo el camino hacia la eterna muerte o vida. / No sé si obro mal o bien, nadie lo sabe explicar. / Ritos y sacramentos son de la fe subsidio externo. / La magia no da la gracia, es alabanza de vida». El arrope musical en el estribillo y puro metal acerado y afilado. Por si faltaran ingredientes para nombrarla una de las gemas del disco llega en la segunda parte un recitado extraído de la Confesión de Westminster, del credo calvinista.

“La Vida Cañón” puede ser lo más cercano a un single ‘comercial’ que tiene el álbum. Tanto por la plasticidad accesible de su estructura y melodías principales como por la celebración carpediemesca del texto. “El Rey De Los Judíos” es una adaptación de “Cosquilleo” de La Paloma. Un tema donde reúnen mucho de su querencia a la imaginería bíblica, que acaba luciendo más por su sucesión rítmica, capaz de generar una atmósfera inmersiva propia en apenas tres minutos.

“No Llores, Dr G” sigue en una dinámica de medio tiempo, aquí con referencias a Goebbels, por formas y temática, me recuerda a esos pasos iniciáticos de Gabinete Caligari o la estética de Glutamato Ye-Yé y lo cierto, más allá de las evocaciones (absolutamente personales), es que es fantástico tema pop de estribillo chispeante y embaucador (adjetivo muy apropiado para el personaje, sin duda). “La Calle Elfo” (una de las calles de su barrio en Ciudad Lineal) es un creciente dardo a la gentrificación en un perverso acto de celebración y una letra, de nuevo, que va mucho más allá del humor al uso: «Es la casa del pobre la más cara de limpiar. / Es Stalin tu padre y el de todos los demás. / Es el amor de madre una cuestión social. / Son esos ojos negros los que aprendieron a odiar».

“Langemarck” se inspira en la batalla de la primera guerra mundial y es otra de las gemas. La sonoridad de la guitarra principal vuelve a rugir en los tramos instrumentales mientras la base rítmica y el resto de arreglos se suman al carácter atronador del tema, reforzando así la narración bélica, donde no falta la mención a los hermanos Jünger y una coda final que, de nuevo, vuela muy alto terminando de corroborar que estamos ante material de primerísima calidad.

El disco se cierra con “El Guerrero Marroquí – Bakala Norte Remix”. Uno de esos textos que me recuerdan a los Siniestro de “Los Mártires de Uganda”, “Ayatolah”, “Fuera las manos chinas del Vietnam socialista” y esas historias. Eso sí, musicalmente es una delicia de sutil electrónica arabesca, como unos VVV [Trippin’You] o La Elite a los que se le están acabando las pilas del walkman, lo que no impide que sea de nuevo un cañón de adrenalina.

Otra fiesta para corroborar que esto de Alcalá Norte estará en casa todas las listas de lo mejor del año cuando llegue diciembre’24 y enero’25. Desde luego, mucho tiene que cambiar la cosa para que no sea uno de mis ocho oros el 5 de enero y con la pestaña de seguimiento esperanzada y firme. Felicidades.

Lista de canciones – tracklist:

1. La Sangre Del Pobre
2. Los Chavales
3. 420N
4. Supermán
5. Westminster
6. La Vida Cañón
7. El Rey De Los Judíos (Un Cosquilleo)
8. No Llores, Dr G.
9. La Celle Elfo
10. Langemarck
11. El Guerrero Marroquí – Bakala Norte Mix