Archivos Mensuales: febrero 2015
Desastre – Desde El Corazón Del Valle
Hay casos en los que nos vienen a la mente grupos que, por la cantidad de discos en estudio editados o por los años de trayectoria, necesitan la publicación de un trabajo en directo. Hubo una época dorada en la que se vendían como churros. Casos en los que, además, se entraba en la leyenda o permitían llegar a mayor cantidad de público (véase el Algazara como caso significativo). Hay grupos que, por evolución natural, ‘les tocaba’ mucho antes. Desastre es uno de ellos. Los madrileños superaron los 25 años como banda, con seis discos de estudio a la espalda, una honestidad a prueba de bombas, pero sin ese reconocimiento y homenaje que se esconde detrás de una edición de directo que haga justicia (se me ocurre, a bote pronto, que gente como Narco o Los De Marras lo necesitan como el comer, como también era necesario para Hora Zulú… algún día…). Desde El Corazón Del Valle viene a paliar ese déficit. Y viene, en cierta forma, a hacer justicia con una banda que siempre ha estado alejada de los grandes focos, pero que respira rocanrol por los cuatro costados.
La Vela Puerca – Érase…
El rock del otro lado del charco ofrece siempre un aporte de frescura, por las voces, por la filosofía de las canciones, por ese toque ‘futbolero’ que ofrecen sus conciertos (solo hay que ver y escuchar el último de Calamaro, los de Bersuit o el de la propia banda en cuestión). La Vela Puerca en ese sentido siempre ha sido uno de ‘mis niños mimados’. Desde que me metiera de lleno en su discografía tras despertarme la curiosidad ver a Fernando Madina de Reincidentes, hace muchos años, con una camiseta de la banda, se ha convertido en mi banda de rock latinoamericana favorita. Por su regularidad, por su honestidad y por su capacidad de emocionar desde una aparente sencillez. Incluso en canciones movidas como ‘El Viejo’ o ‘El Señor’. Sin contar sus 2 DVD / CD de directo y un EP de tres temas este es el sexto trabajo en estudio de la banda. Un disco en el que despachan 12 canciones y cuatro pasajes instrumentales en apenas 36 minutos… Sorprendente. Casi tanto como las formas empleadas para ocupar ese tiempo.
Dry River – Quien Tenga Algo Que Decir Que Calle Para Siempre
Desde que la Humanidad existe, la línea que separa la locura de la genialidad siempre ha sido muy delgada. En qué lado de la división situar determinadas creaciones artísticas son confundibles o intercambiables dependiendo de quién esgrima su opinión. Quien Tenga Algo Que Decir Que Calle Para Siempre entra sin lugar a dudas en ese terreno funambulista. El segundo disco de esta formación castellonense es tan desconcertante como sólido y tan ilusorio como crónica de una realidad social. En su original concepto argumental, este disco es mucho más transgresor que cientos de canciones de grupos protesta al uso, con discursos explícitos y originalidad escasa. De esto último Dry River van más que sobrados. Virtuosismo al servicio de un rock progresivo con aderezos que van del heavy a la canción ligera, del cabaret al pogo. Si te gustan los retos y los grupos diferentes, estás de enhorabuena. Estos son Dry River y van muy en serio.
Extremoduro – Pedrá (1995)
Aunque se grabó en agosto de 1993, casi se rozaron dos años para que este disco ‘experimental’ viera la luz. El libreto del disco lo dice claro y en palabras escritas por el propio Roberto Iniesta: “La idea de hacer ‘Pedrá’ surgió de Selu en mayo del 93. Tras estar de acuerdo los cinco músicos, nos pusimos manos a la obra en el estudio en agosto del mismo año. Lo cual quiere decir que esto no es el último trabajo que ha hecho Extremoduro, sino el primero de ‘Pedrá’”. El paso del tiempo y el hecho de que voz, texto y crecimiento artístico haya sido el de Robe y, por tanto, de Extremoduro, ha devenido en que todo el mundo incluya este disco como uno más en las discografía de la banda. (Más aún si tenemos en cuenta que en las guitarras está Iñaki ‘Uoho’ Antón, que acabaría integrándose por completo en la bellota allá por el 96). ‘Pedrá’ pasa por ser un ‘reclamado’ ejercicio de pureza para aquellos que solo toleran la vieja escuela del grupo. Pero no es solo eso, sino que es el principio de muchas más cosas, que se concretarían en los discos de la última década.
Belo y Los Susodichos – Pan y Circo
Siete años después me reencuentro de nuevo con Belo. El artista asturiano me conquistó en 2007 con su debut, Pisando Lo Fregao. Aires de cantautor pero con un aporte extra de rock. Un álbum que fue editado por la todopoderosa EMI, que vio su potencial. Fue un arranque fuerte a una carrera a la que el paso de los años ha ido quitando brío popular, pero no calidad. De la nominación a los Grammy a mejor disco de Rock junto a Rosendo y Ariel Rot, a la autoedición, al duro anonimato y a pelear cada paso. Por motivos que ni sé explicar cayó en el olvido de mis reproductores, pero Pan y Circo ha revivido la llama de un artista que ha dejado la introspección de Diario De Un Espantapájaros, su anterior referencia, para abrirse a temas sociales, a historias personales con menos nostalgia y sí más viveza. Una accesibilidad bien entendida y grandes estribillos para una gran voz y notable texto.
Gritando En Silencio – La Edad De Mierda
La formación sevillana es, sin lugar a dudas, una de las bandas ‘jóvenes’ que mayor expectación genera en cada movimiento. Dos discos, uno de ellos con maqueta filtrada de por medio, y sobre todo demasiado tiempo entre lanzamientos, sobre todo con este La Edad de Mierda, su tercera entrega. Gritando En Silencio mueve, nunca mejor dicho, un ejército silencioso de fieles seguidores que los adora porque en ellos se intuye el futuro del rocanrol más reconocible. Y por si acaso había dudas, se alían con Warner para la edición del disco. Una noticia que hizo torcer el gesto a más de uno (el eterno tópico del ‘se han vendido’, hagan lo que hagan), pero que sin embargo no ha impedido que sigan con su propósito de ofrecer su música de manera gratuita (como Iratxo), además de poner al disco, en el ánimo de mostrar autenticidad, uno de los peores títulos que se recuerdan, por muy cierto que sea el momento que vivimos. (Lo siento amigos, os lo tenía que decir). ¿Y el contenido? Muchas ganas de demostrar el rocanrol que llevan dentro.
Aerolíneas Federales – Hop Hop (1987)
Es imposible escuchar el nombre de este grupo y que no me invada una cierta dosis de felicidad infantil. No es la primera vez que agradezco a mi hermano que la banda sonora de mis primeros recuerdos sean vinilos de Siniestro Total, Os Resentidos, Glutamato Ye-Yé, Los Toreros Muertos o Springsteen. Con el paso de los años él se quedó con la parte angloparlante pero a mí me marcó en aquellos tiempos la alegría desenfadada del “manitú, manitú” de los gallegos, el “comamos cereales” de Iñaki Fernández o el “boom, boom, hay que tirar la puerta” de Pablo Carbonell. Aerolíneas Federales forma parte de esa colección de recuerdos. Un grupo desenfadado de punk-pop pegajoso y casquivano, con Miguel Costas, guitarra y voz rockera de Siniestro Total hasta los 90 como componente común. Todavía hoy pincho este Hop Hop y me siento mejor. “Bebiendo y bailando hasta el amanecer, vente vamos todos juntos”.
Iratxo – La Última Bala
“Como sé que eres un sincero hijo de puta, necesito tu opinión para una cosa”. Con este derroche de cercanía comenzó mi relación previa con La Última Bala, la última y flamante entrega de Juan Manuel Cifuentes, Iratxo. Sinceramente, pocas opiniones necesita Iratxo para hacer buenas canciones y una vez más ha quedado demostrado y, también una vez más, de manera generosa. Un total de quince cortes conforman un álbum extenso, de compleja aprehensión, pero con la misma voluntariedad de siempre y un aporte extra de talento. Escuchando los cuatro temas que me pasó grabados de forma rudimentaria en el local de ensayo tuve suficiente para saber que el disco iba a grandes. Tenerlo completo evidencia que ha ganado el órdago.