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Rubén Pozo y Lichis – Mesa Para Dos. El Disco

 

Hablar en términos de lógica en nuestro tiempo es casi una absurdez en sí misma, sobre todo cuando, dentro del caos, se han abierto muchos caminos distintos para llegar a otras tantas distintas metas, también multiplicadas. El caso es que la unión de Rubén Pozo y Lichis, nacida de una llamada telefónica y cimentada en un buen rollo previo, sigue dando pasos en su cohesión, casi saltándose cualquier tipo de desarrollo convencional. Se unieron para dar conciertos antes de tener material propio, en esos conciertos empezaron a salir canciones, esas canciones se empacaron en un primer EP de seis (publicado el pasado mes de octubre, tan lejano dado lo vivido estos últimos meses que casi parecen años) al que ya se sabía que le iba a completar otra medio docena de temas que confluirían formando un disco ‘convencional’ y con una buena colección de fechas en el antes, el durante y para el después. En los nuevos seis encontramos el mismo desencanto que se mueve a caballo entre el cinismo (en su segunda acepción) y la estoicidad. Sin brindis al sol y convirtiendo la crudeza en sencillez melódica pero repleta de detalles que enriquecen la producción ya sea en crescendos, capas de guitarra o arreglos modestos pero efectivos que completan un resultado que ya era sobresaliente en su primera entrega, despachando, ahora sí, uno de los discos del año, aunque haya habido que degustarlo en dos partes. Quizá, vista la densidad, fue lo más inteligente.

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Rubén Pozo y Lichis – Mesa Para Dos

 

Aunque se conocían desde finales del pasado siglo, la cosa se puso seria el verano pasado. Primero ‘se cataron’ en escena. Fue bien. Se emprendió una gira mucho más duradera. Fue mejor. Había que dar continuidad en el tiempo al proyecto y qué mejor forma que el de plasmar esa complicidad manifiesta en un trabajo conjunto en este Mesa Para Dos, el título con el que se inició todo… Rubén Pozo y Lichis conocieron las mieles del éxito popular (entendamos que hay muchos tipos de éxito y nunca para todos tiene por qué ser el mismo) en sus respectivas formaciones anteriores. En ambos casos era para celebrarlo porque, por qué no decirlo, era una rareza en sí misma: música de calidad sonando en las radiofórmulas y en todos los bares de copas del país. Pero ser íntegro y hacer lo que uno cree es el camino más rápido hacia la soledad. Los dos iniciaron un difícil camino en solitario que perdió la atención del circuito y de los que hay que darle todo mascado. Uno porque no tenía ‘el glamour’ del partenaire. El otro por ser poco menos que un traidor y esquirol de la causa que tanto divertía. Pero las canciones seguían llegando en fantásticos trabajos en solitario. Dos nacidos catalanes con alma madrileña comparten mantel en el estudio y el resultado, empecemos por lo doloroso, es insultantemente corto.

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