Lo que son las cosas. Tantos años con la persiana levantada y compruebo al escribir estas líneas que no he traído en este tiempo ninguna crítica remember de Betagarri, una delas bandas más importantes de la fusión de ska y rock que, mucho más tarde, tendría sus réplicas y alumnos aventajados en el levante peninsular. Tiene que ver que cuando salió Zorion Argiak en 2012 (su último disco de canciones inéditas) no llegamos a la crítica como novedad y que lo que salió en 2014 fuese un disco en directo casi que de despedida, que tampoco entró en el radar. Betagarri lo dejó oficialmente en 2017, aunque de vez en cuando todavía se reúnen para ofrecer algún concierto esporádico. Iñaki Ortiz de Villalba siempre me pareció un enorme vocalista y siguió en esto de los rocanroles con Modus Operandi, a un nivel bastante más modesto. Nunca se puede dejar la música del todo, y al resto de la banda le pasó algo parecido. De hecho, así nació Miss Palencia. Un grupo surgido sin pretensión alguna en el que además de muchos betagarris también encontramos a Unai Lobo, trompetista y letrista de numerosas canciones de la discografía del grupo. Acostumbrado a garabatear versos e ideas en cualquier tiempo y lugar, ha conseguido reunir todas sus poesías desperdigadas a lo largo de los últimos siete u ocho años en distintos portátiles, libretas, nubes y pendraifs que ahora ven la luz en Poemas En El Ángulo Muerto, publicado por Desacorde Ediciones.

Con guasa define así la biografía de Unai: «Unai Lobo García (Vitoria-Gasteiz, 1974) es cinturón blanco/amarillo de trompeta y ha escrito principalmente letras de canciones en el grupo musical Betagarri, del que es miembro desde su creación en 1993. Ha colaborado con sus escritos también en el diario Gara y Hala Bedi Irratia. En el año 2016 grabó y publicó un puñado de canciones propias bajo el nombre de Miss Palencia. Sigue acumulando textos, canciones, poemas, ideas… en todos los soportes posibles para facilitar así su pérdida. La publicación de su primer libro “Poemas en el Ángulo Muerto” (Desacorde Ediciones 2023) solo viene, según su terapeuta, a elevar un grado más el severo Síndrome del Impostor que padece desde que alcanza a recordar, que tampoco es demasiado».

Pero es que la solapa va más allá y más breve. «Unai Lobo García nació en Vitoria – Gasteiz en 1974. Es poeta desde la publicación de este libro en 2023 y no recuerda nada de lo que hizo hasta entonces».

Se estrena en la literatura con este poemario directo, valiente e ilustrado a todo color por Igor Agirre, Mauro Entrialgo y Natalia López de Munain. Caminar a tientas y comprobar que avanzas, tropezar mil veces en la misma piedra y confirmar que aprendes, llamar a robustas puertas y comprobar que se abren, emprender caminos desconocidos y disfrutar del viaje, siempre disfrutar. En eso consiste todo esto.

El autor explica que «siempre he escrito. Cosas. Sin constancia, sin disciplina, sin rigor, sin método. Frases, historias, letras, textos, canciones… Sin vergüenza, sin miedo». Pero llama la atención la actitud en la desacraliza y desmitifica cualquier tipo de circunspección creativa o trascendental cuando afirma que «no tengo muy claro cuándo llegó la primera criatura a la que decidí llamar poema, simplemente llegó. Lo que sí puedo asegurar es que no fue un atardecer de invierno tras el ventanal empañado, en una libreta de apuntes escrita a lápiz, y una copa de vino al lado del fuego mientras escuchaba una primera edición en vinilo de A Love Supreme, como los poetas de verdad. Siento romper la magia, pero yo escribo a saltos, en el teléfono, mientras espero a que mi hijo acabe el entrenamiento, en la sala de espera del dentista, o en el descanso de un partido de la Champions. No hay bohemia por ningún lado, ni misticismo, ni misterio, ni vida de poeta. Ni falta que hace». Una actitud que me recuerda mucho a cuando Kutxi Romero me comentaba que él para escribir «cuanta más gente de por medio mejor, en la cocina, llena de gente, con ruido. No me importa».

Unai Lobo continúa diciendo que «cuando te da igual no ser poeta para escribir poemas, ni escritor para escribir cuentos, ni músico para escribir canciones, ni pastelero para hacer bizcochos, entonces te lanzas a hacer lo que te apetezca y un día descubres que tienes por ahí desperdigadas unas cuantas canciones que a lo mejor si las vistes y las peinas pueden terminar siendo un disco, un montón de poemas que podrían juntarse en un libro, algunas historias que con un poco más de trabajo serían un cuento o una novela y un bizcocho lo suficientemente rico como para desayunar durante la semana».

El libro se divide, sin conceptualización alguna, en tres partes, en función de las de por sí interesantes ilustraciones de los citados Igor Agirre, Mauro Entrialgo y Natalia López de Munian a los que resulta que el autor no conocía personalmente, pero que no dudaron a sumarse al proyecto. Y, aunque teóricamente el autor confiesa escribir sin pretensiones sí que se ven territorios comunes recurrentes a lo largo de los versos de estas 140 páginas. Heridas, recuerdos, olvidos, distancias, caminos y veredas, pérdida, memoria… Todo ello buscando un sentido rítmico y la rima con cierta frecuencia, lo que se agradece para todos las cosas que hay por ahí sueltas. Un viaje de lo más gustoso.

A la venta en La Esquina del Zorro.