Santana – Supernatural (1999)

Habiendo publicado diecisiete discos con su banda (Santana) y otros siete como solista (Carlos Santana), más otros tres álbumes en directo en poco más de 20 años, el guitarrista mexicano estadounidense vivió una particular travesía en el desierto en la década de los noventa. Su furia inicial y su mezcla de rock con pasajes latinos y africanos y su virtuosismo a las seis cuerdas habían caído en desgracia ante unos noventa que se lo llevaron por delante entre el pop de las grandes divas, los grupos de adolescentes y, por la parte del rock, el grunge y el nu metal posterior. Pero este disco lo cambió todo. Incluso en mi consideración hacia él. En las críticas remember de viernes he comentado que fue justo en este tiempo cuando el veneno de la música entró definitivamente provocándome querer investigar y conocer todo lo que habían hecho todos. Discografías para arriba y discografías para abajo. Con Santana no había empezado cuando se publicó este disco. Me hice con un recopilatorio de alguna colección de periódico, sabía de su reputación, de su Abraxas, pero poco más. Sin embargo, como Tom Jones con su Reloaded, Santana encontró su entrada definitiva a la historia del imaginario popular (más allá de las sesudas y concienzudas personas analistas y completistas) con este disco. ¿La fórmula? Dividir el disco con lo que había hecho toda su vida sumado a la reunión de un elenco de colaboraciones que ‘menearan’ el árbol y que permitiera a su música llegar a nuevos públicos. Y menudo exitazo. Lauryn Hill, Everlast, Eagle-Eye Cherry, Dave Matthews –como Petty hasta que murió, muy valorado en EEUU y poco aquí-) y, sobre todo Eric Clapton… Y en la cima, las de Rob Thomas, The Product G&B y Maná con su “Smooth”, «María María» y “Corazón espinado”.

Y como otras tantas cosas, tener un hermano con tendencias rockeras diez años mayor que tú ayuda. Si yo andaba centrado por la vía más dura, él me tendió los puentes hacia los 091, los Sabina, Springsteen, Bob Seger, el citado Tom Petty y otros muchos. También este disco de Santana que me encontré un día sobre la mesa en uno de mis regresos de Madrid mientras estudiaba primer curso de la carrera de Periodismo.

Recuerdo que eché una mañana de sábado escuchando por primera vez el disco y (siempre he sentido un pequeño orgullo por ello) vi que aquello tenía tendencias a ser mucho más que un álbum cualquiera. Me gustaba muchísimo la combinación de las piezas de la banda de Santana sin colaboraciones. En su sentido rítmico y sus derivaciones y solos multiplicados en su desarrollo, como esa versatilidad increíble para adaptarse y elevar las propuestas ajenas.

Del primer lado está la pieza inicial. Ese “(Da le) Yaleo” que hace honor a su nombre. Aunque haya partes cantadas su función es como la del cantaor que acompaña a un guitarra solista (y no al contrario). Perderse por las líneas principales de Santana ofrece un viaje alucinante por texturas y sonidos y aunque es un ejercicio que cuesta a los no iniciados es altamente recomendable.

En las dos siguientes encontramos las primeras colaboraciones. Dave Matthews y Carter Beauford se mecen en «Love of my life» con un medio tiempo de almibaradas guitarras y voces sobre un tempo sugerente, relajante, sensual, antes de que se toque a rebato y los dedos de Santana, con bien de percusión y latin jazz de piano incendien la coda. Más sorprendente resulta la colaboración de Everlast en “Put your lights on”. Un tema que quedó ‘sepultado’ bajo el confeti de las más conocidas, pero que a mí siempre me fascino por la tesitura vocal y por lo metálico y pesado de las guitarras en la ruptura central, entendiendo la capacidad de un músico para dominar registros tan diversos… Algo que luego supimos valorar con nuestros referentes de aquí.

“África Bamba” coge el testigo como pieza clásica, también de ese corte estará “Migra”. En la primera tenemos otra de las claves del disco y es que Santana siempre reivindico el carácter más ‘africano’ de Supernatural. Si en el primero lo deja claro desde su título, más todavía se refleja en la música del segundo, con aires tribales y selváticos.

Entre esas dos: Rob Thomas, Lauryn Hill con Cee-Lo y The Product G&B. La de Rob Thomas pasa por ser la joya de la corona. Es una suerte de guajira electrificada donde el diálogo de guitarras y base rítmica es delicioso, a lo que se suma una inspirada línea vocal y texto de Thomas, que retocó inspirándose en el propio Santana como guitarrista, aunque para el mundo sea una canción de amor lúbrico.

La de Lauryn Hill quizá sea, en conjunto, la más desnaturalizada por el difícil diálogo entre las partes cantadas y las variaciones instrumentales. Con todo, se podría dejar querer, pero se hace larga con sus seis minutazos (sobre todo por el abuso del tramo soul). Llegamos así a “María María”, otro caramelo del álbum. Magnífica en su sencilla base, las vocales de The Product son arrebatadoras, repleta de florituras y melismas, y Carlos pone el toque bizarro con su «ahora vengo, mama chola» en tono más grave.

Antes de llegar al bloque final habrá una explosión más. Tras “Migra”, llega “Corazón Espinado”, una canción que venía a relanzar también de nuevo a Maná, a la que sentó bien que Santana le pusiera algo de sangre desde su flameante guitarra. Sin duda, sin él, el tema sería bastante plomizo y discreto, pero aquí todo soplaba a favor. La sonoridad de la canción inspirará y de qué manera al segundo disco de Fito & Fitipaldis, Los Sueños Locos.  (“Perro viejo”, “Al mar”, “A la luna se le ve el ombligo”… hasta la mismísima adaptación del “Mientras tanto” de Leño).

El tramo final del álbum (que se iba a la hora y cuarto, nada menos) tienen menos fuegos artificiales pero no por ello adolece de calidad. Siempre me gustó el toque abrasivo del tema de Eagle Eye Cherry, “Wishing it was” y esas teclas y tono tan setentero, mientras que otro guitar hero como Eric Clapton se suma a la fiesta en extensa y juguetona conversación de solistas sobre una base funk.

Los otros tres cortes no tienen colaboración, pero se disfrutan. “El farol” es una balada deliciosa y cantinera. En “Primavera” luce la tremenda línea de bajo. Mención de honor al ‘tema oculto’ “Day Of Celebration”, que mostraba una línea vocal gospeliana y espiritual mientras la banda cerraba el asunto con arrebatos de guitarra, percusión y teclas.

Con 9 Grammy ‘de los buenos’ y otros 3 latinos y ventas por millones (se habla de 30), Santana mantuvo el interés del respetable unos cuantos años pero, aunque siguió grabando a un ritmo alto (ahora lleva cinco de secano) tampoco le hizo demasiada falta porque las rentas de Supernatural siguen siendo más que notables 25 años después. Sombrerazo.

Lista de canciones – tracklist:

  1. (Da le) Yaleo
  2. Love of my life (con Dave Matthews & Carter Beauford)
  3. Put your light son (con Everlast)
  4. África Bamba
  5. Smooth (con Rob Thomas)
  6. Do you like the way (con Lauryn Hill & Cee-Lo)
  7. María María (con The Product G&B)
  8. Migra
  9. Corazón espinado (con Maná)
  10. Wishing it was (con Eagle-Eye Cherry)
  11. El Farol
  12. Primavera
  13. The Calling (con Eric Clapton)
  14. Day of Celebration

Publicado el octubre 4, 2024 en Críticas Remember y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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