Haciendo un paréntesis en estas intensas semanas de promoción y difusión del segundo libro, el de Platero y Tú, tuve el placer y honor de recibir el encargo de ser el maestro de ceremonias para la presentación del libro de otros. Y qué otros, qué libro y qué lugar escogido. Verán, Todo Es Flamenco Rock es un libro que representa todo un tratado sobre la materia, siendo generosa en la cantidad en información, en recorrido temporal, en su mirada y acercamiento a los distintos estilos y en su concepción, como veremos más adelante. Los autores, de apellido común pero muy distintos entre sí –no son hermanos-, son viejos conocidos de la escena cultural almeriense y no os voy a negar cierta satisfacción levemente chovinista al darse la casualidad que una de las editoriales musicales más importantes del país (Efe Eme, claro) haya tenido dos publicaciones consecutivas de autores de esta provincia arrinconada en una esquina del mapa. Y otra muestra más de satisfacción me venía del lugar. Siempre he dicho que tuve una casa muy musical y de mi hermano recibí desde niño las enseñanzas del rock por parte de mi hermano y las del flamenco por parte de mi padre, todo un experto en la materia. Que la presentación se hiciera en una de las peñas flamencas con más solera de la ciudad y de todo el país, diría, me hizo tener muy presente a mi padre en todo momento, puesto que fue socio incluso durante algunos años. Le hubiese gustado verme en el escenario, sin duda, aunque por suerte para todos no fuera para cantar. Ahora, vamos al lío de Todo Es Flamenco Rock.

La idea de este libro le venía rondando a “Che”, que es el nombre por el que todos conocen a Antonio por la ciudad, desde hace años. Recuerdo, incluso, que al hilo de una crítica que hice de algún grupo con tintes flamencos, cuando todavía no nos conocíamos demasiado, sabiendo de mi pasión melómana y mi conocimiento en todo tipo de registros, me comentaba en la inauguración de una exposición de fotografía sobre el “Spanish Caravan” de The Doors y su incursión flamenca en el año 1968, dos años antes de ese hiper citado germen de Beck y Sabicas, siete años antes de ese hito del debut de Triana… En suma, una referencia clara de unión de rock y flamenco y cadencia andaluza –que viene a ser lo mismo- que se suele obviar en los ‘discursos oficiales’.

Con todo el material que iba recopilando y tirando del hilo, empezó las conversaciones con Ramón, que además de pianista es divulgador de buena música con sus tabernas del jazz y otras miradas más abiertas al rock. Lo que iba a ser un programa de radio empezó a tener tanto material que a aquello había que darle forma… Así nació este volumen… O no. No fue tan sencillo.

Una vez que Ramón hubo terminado las promociones de su libro sobre la historia del Jazz en Almería, se pusieron manos a la obra y es digno de mención el método de trabajo ya que, a diferencia de otros libros ‘a pachas’, aquí no hubo un reparto de capítulos o discos, sino que lo que escribía uno lo revisaba y completaba otro en una retroalimentación de documentos que en ningún momento, por suerte para los lectores presentes y futuros, no falló.

Confiando en el criterio de algunas personas de confianza como el recientemente fallecido Nacho Para, periodista cultural de reputada trayectoria y músico de la Bantastic Fand que firma el prólogo pero no pudo ver la edición finalizada, y un servidor, la versión inicial del libro se iba fácilmente a las 600 páginas. En esa lectura les aporté algunos nombres cercanos lógicamente al punk y el metal en sus amplias acepciones y, en lo personal, quedé abrumado por la ingente cantidad de información y referencias que habían logrado reunir. Desde los primeros escarceos del ‘spanish tingle’ en el jazz, pasando por los copleros y folclóricos de finales de los 50 que se acercaron al rock (como ese twist de Rafael Farina), pasando por los guiris que tiraban de tópicos simpáticos (para ellos) o la parte americana que confundía España con México y hacían un batiburrillo un tanto particular.

Esas experiencias ‘piloto’ (proto-experiencias) también se cuentan antes de llegar a ese terreno más conocido cuando a mitad de los 60 se quiere buscar el exotismo instrumental (por culpa de los Beatles, aquí no se la echaremos a Yoko Ono, como Def Con Dos), cuando después llega la fusión con el progresivo y los consiguientes Triana y todo el estallido ‘arquetípico’, pero también su fase más difusa en los ochenta, los progresivos relanzamientos, las mezcolanzas de lo más diversas (en género y origen) hasta llegar al más inmediato presente.

De aquella salvajada de 600 páginas, mi buen amigo Juan Puchades de Efe Eme empezó una meritoria labor de edición – conversación con los autores para dejar el asunto en 400. Y os reconozco que me he leído las dos versiones, la original y la definitiva, algo que dice mucho y bueno del libro. Eso me sirve para contaros que lo que no se llevó la edición es el tono con el que está contado todo. Lo que podría haber sido un aburrido tratado enciclopédico está regado de importantes dosis de humor, a veces más blanco, otras más ácido, especialmente corrosivo cuando se evocan las referencias ‘al flamenquito’ o a algunas bandas o artistas. Igual no siempre estaremos de acuerdo con ellos pero hay que reconocer que lo cuentan siempre con gracia y se entiende el chiste, se comparta o no. (De hecho, creo reconocerme cuando hablan de algunas opiniones contrarias a las bondades de los aportes de Los Planetas).

Al final, el recorrido nos lleva a una defensa a ultranza de la impureza. De concluir que todo lo hecho viene de algún sitio anterior. Que nada es puro y todo se mezcla, desde el jazz (uno de los géneros más bastardos) pasando por el rock and roll y, también, sorpresa, el propio flamenco desde el origen del pueblo gitano pasando por la propia mezcolanza creada a lo largo de los siglos en esta ‘tierra de conejos’ nuestra.

La lectura, sí, es abrumadora y es posible que si os paráis a escuchar cada referencia tardéis meses en terminarla pero para comodidad de ir picoteando o ir directamente a lo que no conoces se han currado una playlist con más de 1.400 temas en YouTube además de un índice onomástico al final del recomendado volumen.

Y olé.