Rubén Pozo – 50town
Vienen los ilustres del rock de autor dándole vueltas a eso de la identidad y asimilación del paso del tiempo. Quizá sea la mejor forma posible de encarar la creación (o creo más bien es válido para cualquier faceta de la vida), lo de asumir la edad con la naturalidad de quien asimila que se ha disfrutado la juventud y que quedan por venir unos años que no necesariamente tienen por qué ser peores. Si ayer escribía de Quique González y su último disco, titulado con su año de nacimiento, hoy nos acercamos al quinto disco en solitario -sexto si contabilizamos el Mesa Para Dos con Lichis– de Rubén Pozo, publicado un par de meses después de cambiarle el número a la decena… Cincuen-tón. La ciudad de los cincuenta. Un universo por descubrir y en el que encontramos, en las diez canciones del álbum, a un Rubén pletórico, enérgico, irónico, firmando alguna de sus temas más rockeros de la última década, pero sin perder ese quiebro frágil que rebosa humanidad a la vuelta de cada frase. Confirmando una identidad que lo hacen, desde siempre, inconfundible, celebramos que sea capaz de firmar un disco tan desnudo y deliciosamente raquítico como su anterior Vampiro, y que dos años después nos regale esta decena completísima. Y para mí, que a mis treinta y quince ando en la mediana de la carretera que atraviesa las decenas, siempre es importante tener una vela que alumbre el camino por delante. Ya no me da tanto miedo llegar a 50town.
Como vemos, dentro de su natural modestia, Rubén Pozo sigue manteniendo los pies en movimiento y otro dato que lo refleja es las distintas producciones. De Juan De Dios en Lo Que Más, Nigel Walker con En Marcha a José Nortes en Habrá Que Vivir y Vampiro, en 50town ha confiado la tarea a un emblema de calidad de Ricky Falkner (Love Of Lesbian, Iván Ferreiro, Egon Soda, Love of Lesbian, Mi Capitán, Standstill, Nudozurdo, Zahara… No hay nombre malo).
El disco fue grabado en los estudios Casa Murada (Tarragona), tocado casi en directo, con la urgencia y la electricidad propias de una grabación de este tipo. Le acompañan Loza a la batería (nada menos: Los Coronas, Arizona Baby, Sex Museum, Xoel-Deluxe), Sergio Valdehita en teclas (Sidecars, Ángel Stanich, Mikel Erentxun), el propio Falkner al bajo y coros, junto a las colaboraciones de Angie Sánchez (Vega, Sidecars, Leiva) y su hijo Leo (que ya tocó la batería en un tema de Vampiro) a los coros. La mezcla estuvo a cargo de Jordi Mora, también técnico durante la grabación.
Para presentar sus nuevas canciones en directo y reencontrarse con su público, Rubén Pozo volverá a los escenarios con su nueva banda, Los Chicos de la Curva. La gira, que dio comienzo el pasado viernes en Gijón, suma más de veinticinco fechas por diferentes ciudades por España como Madrid (dentro del marco de Inverfest), Barcelona, Valencia, Bilbao, Murcia o Sevilla.
El corte que da título al conjunto, “50town” nos recibe a la vieja usanza, a voz y (deliciosa) guitarra y una descripción que nos sitúa en la portada. La ciudad al fondo, una senda que recorrer que dirige, casi pizpireto, cual flautista de Hamelin: «emprendamos el camino, con paso alegre a 50 town (…)». Por el recorrido se irán incorporando con elegante sutileza el resto de la banda, teclas incluidas y una coda dulce en coros para el cierre –recurso que reluce también como denominador común en casi todo el álbum-.
Sigue andando Rubén en el videoclip del segundo tema, “Efímero”. La batería lleva el peso de todo el fraseo con unas maneras cercanas a los mejores pasajes de Lou Reed o la iguana Iggy. La distorsión se reserva para combustibles fogonazos adustos y poderosos, sencillos pero abrasivos en un carpe diem musical. El peso del estribillo me recuerda algunas cosas del rock argentino. Declaración de intenciones, como la cigarra de Camarón, en “Cantar”. Unos arreglos que se mueven entre el swing y la esencia hawaiana –en esa dulce conexión con el rock and roll de los 50- y una frugalidad despreocupada que contagia la suelta de lastre para quedarse en lo esencial: «Vida solo hay una para cantar, cantar, cantar y no pensar en nada más».
“Fuera De Quicio” engancha desde la primera estrofa musical pegadiza, entre la épica y lo castizo, que se explotará como leit motiv durante todo el metraje. Rubén vuelve a despeñar otra confesión, sin vergüenzas y con ironía. La primera parte se cierra con “Garabato” que, pese a ser el tema más largo de la lista, parece dejado ‘al natural’, sin artificios y casi sin estribillo. El desarrollo le confiere algo de cadencia rumbera (prueben a meter palmas a compás…).
No son formas, son alardes, decía el descomunal personaje de Pazos (Manuel Manquiña) en Airbag. Y algo de eso tiene “El Puto Amo”, bien de saturación y con ritmo espídico de rock and roll visceral con una base que a veces está a punto de meterse en el psychobilly de The Reverend Horton Heat y unas teclas echando humo. “Dispárame” vuelve a la presentación íntima de guitarra y voz, que deja alguno de los versos más descarados y retadores mientras que la sencillez del estribillo pule las aristas.
Rubén rinde homenaje a guitarristas perdidos en “Los Que Ya No Están”, que es a su vez un canto de amor al instrumento que aquí luce en predominancia acústica, con todo el esplendor del sonido de los trastes y crujidos de las cuerdas y un piano de sonido limpio. “Estamos Como Queremos” juega en un universo similar al segundo y sexto corte. Un rock and roll ágil de aspiración generacional (pero para la nuestra). Las escalas de piano tienen algo de E Street Band en el puente que azuzan a ese estribillo liberador, como la mayor notoriedad de la línea de bajo en todo el tema.
El final vendrá con “La Última Canción”, con un soniquete cercano al mundo Dylan y que quizá comparte referencia a los cantos rodados de unos y otros en eso de «déjalo rodar y rodar y rodar… y ya está, hasta que llegues al mar». Una canción hermosa que todavía se eleva más con un solo de guitarra emocional y conclusivo antes de la última vuelta al estribillo, firmando un magnífico colofón para un álbum colosal.
Lista de canciones – tracklist:
- 50town
- Efímero
- Cantar
- Fuera De Quicio
- Garabato
- El Puto Amo
- Dispárame
- Los Que Ya No Están
- Estamos Como Queremos
- La Última Canción
Publicado el octubre 22, 2025 en Críticas Discos y etiquetado en 50town, Críticas Discos, Rubén Pozo. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.




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