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Quique González – Copas De Yate (Vol. I)

Empezaré con una confesión (nada sorprendente, porque creo que es algo que se puede inferir en todas y cada una de las ocasiones que he escrito sobre él). Hay algo en la voz y la música de Quique González que me genera una poderosa nebulosa de nostalgia y dolor que impregna todas las sensaciones, mientras la música, a veces más cuantiosa y nerviosa, en otras más orgánica y funcional, va avivando y acentuando esas emociones. Siempre que me he tenido que enfrentar a un disco suyo para escribir de él me ha supuesto un ejercicio concienzudo de mentalización, de encontrar el momento preciso en el que con el paso de las canciones la cabeza hace ‘clic’ y entonces se te abre su sentido en todo su esplendor. Y entonces conectas con el arte de la propuesta y disfrutas de las cicatrices sonoras aunque, ay, sigan quebrando el ánimo los pliegues de la voz, el acorde preciso, la bajada de baqueta precisa, los pianos acompañando de manera plástica el ritual. Creo que por eso tras más de trescientas críticas remember de viernes jamás he podido hacer frente a otro disco suyo… Bastante tengo con sus novedades. Y si en las últimas fechas viene festejando el vigesimoquinto aniversario de su carrera profesional, con nuevas y flamantes ediciones en vinilo de su inmaculada discografía, también ha querido darle novedad sonora a la fiesta afrontando un pequeño reto personal: el de llevarse a su terreno una colección de canciones de autores y bandas que le gustan, sin caer (demasiado) en lo esperado. Dicho todo lo introductorio, está claro que lo consigue pero, albricias, esta vez duele un poco menos y se agradece el tono más liviano. Lo mejor es que lo del volumen uno (como dijimos el lunes con Hora Zulú, ‘obliga’ a al menos una segunda entrega). Después habrá que ver si esta suelta de lastre contagia sus nuevas composiciones… Estaremos preparados para la inmersión.

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