Danza Invisible – Música De Contrabando (1986)
Desde que tengo uso de razón, el nombre de Danza Invisible me ha generado una especial simpatía e interés. Sobre todo porque de niño no faltaban sus canciones en mis cintas de música y de vídeo caseras y porque mi hermano siempre me decía aquello de que sus directos eran especialmente intensos por la increíble hiperactividad de Javier Ojeda y lo excitante de la banda. Aunque al indagar más adelante en su discografía entendí la evolución, la banda malagueña era mucho más de lo que ha trascendido en la capa superficial de la opinión pública. Sus primeros discos son de un intensidad new wave, de una rudeza poco controlable y de un verso suelto que después se canalizó cuando llegaron las influencias más ‘tropicales’. El caso es que en mis años aquellos de iniciación, donde tiraba mucho por ese encantador pop rock ochentero y noventero, no es extraño que a las primeras de cambio que tuvimos la menor oportunidad, mi compañero, escolta y hermano de andanzas más noctámbulas e improvisadas salimos un sábado después de comer (cuando nos enteramos del concierto) a un pueblo (Calasparra, Murcia) a 250 kilómetros para verles por primera vez. Que el cartel de la noche, por cierto, es como para hacer un estudio sociológico de lo que eran aquellos tiempos. Esa noche, en un ciclo de Duca2 Music o algo similar, actuaban, gratuitamente y en este orden: Café Quijano (fue un poco soporífero), Ariel Rot (más bluesero y pausado que festivo) y Danza Invisible, que se llevaron la noche de calle. Pude hablar con ellos hace un par de años al hilo de su participación en el Festival Internacional de Cine de Almería (no se pierdan su documental A Este Lado De La Carretera), y entonces nada parecía intuir la noticia anunciada hace unos meses, que la banda, más de 40 años después de su fundación se despide con una última gira llamada “Sin Decir Adiós”, de doce fechas. Tenían que estar al fin en una crítica remember de viernes.
La decisión de acabar se ha venido cocinando a fuego lento. La gira del 40 aniversario realizada a lo largo de 2022 tuvo varios sobresaltos tanto en algunos problemas de salud de su guitarrista como en el ambiente interno del grupo. Por eso se optó por tomar 2023 como año sabático para el grupo, que Javier Ojeda dedicó a ofrecer algunos conciertos en solitario y a escribir nuevas canciones para un hipotético siguiente disco.
Pero al final la inercia no se puedo parar, como explica el propio Ojeda. «Me llamó Antonio L. Gil y me dijo que se acababa de jubilar y que dejaba la banda, imagino que en parte porque no veía nada claro que yo fuese a regresar (el ambiente de la gira del 40º aniversario no fue el mejor) y en parte porque él ya llevaba tiempo con esa idea rondándole la cabeza. Antonio tiene 68 años, es el mayor con diferencia y además ha tenido problemas importantes de salud incluyendo un cáncer del que felizmente se recuperó, o sea, que ya no anda con ganas de reflotar un proyecto con toda la trabajera que ello conlleva».
Lo más rocambolesco o curioso del asunto viene de los aspectos legales: «la nueva ley del espectáculo permite al músico jubilado cotizar hasta cierta cantidad, de ahí el hecho que la gira sea únicamente de 12 conciertos», detallan. Así, la gira recalará este sábado en Alcalá de Guadaira en Sevilla y todavía pasará por Torremolinos (8 de junio), Zaragoza (14 de junio), Castellar (15 de junio), Simancas (20 de junio), Madrid (21 de junio), Torrenueva (22 de junio) y Laredo (29 de junio).
Música De Contrabando, de 1986, fue su entrada en Twins (que acabaría siendo de DRO y, años después, de Warner) tras despuntar con los previos Sueños en 1982, Contacto Interior en 1983, Al Amanecer en el mismo año y Maratón en 1985.
El álbum se grabó en Yellow-2 Studios de Manchester y lo produjo Chris Nagle y además del cuarteto base (Javier Ojeda en la voz, Chris Navas en bajo, sintetizador y coros, Manolo Rubio en las guitarras eléctrica y acústica, Antonio L. Gil en la eléctrica y las baterías se las reparten Chris Manis y Ricardo Texido. Entre los músicos que aportaron en el estudio también figuran Clifford Saffer y Anthony Quigley en el saxofón, Martin Moscrop en la trompeta y Lisa Stansfield en los coros de un par de temas.
La decena de temas se abre con “Ocio y Negocio” donde destaca la actitud contestaría del texto, desde luego bastante alejado de lo que podemos catalogar como ‘radio-fórmula’. Un canto contra la usura y el capitalismo con bien de percusiones y una voz que modula de forma anárquica pero con un gusto sobresaliente. El pulso se acelera un poco más con el swing pautado y bigbandero en la negroide “Contrabando”, con mucho de jazz.
El bajo y la batería presiden de nuevo la entrada de “Mercado Negro”, que continúa así marcando cierto halo conceptual al arranque del disco. El patrón rítmico se mantiene durante toda la canción y sobre él se dibujarán las distintas variaciones de guitarras y de la voz, como siempre de Ojeda, flotando y jugando.
“Sin Aliento” es el éxito absoluto que más ha trascendido de este disco. (Sus treinta y pico millones de streamings así lo atesoran). La batería enérgica y la bellísima melodía vocal del estribillo, creciendo y elevándose es todavía hoy emocionante «¡tengo que respirar y respirar!». La guitarra eléctrica, aunque es víctima de esas producciones ochenteras, rugirá en un buen solo antes del arreón final.
En esa zambullida en la discografía de la banda tuve especial cariño y flechazo instantáneo por “Espuelas”. Aires blueseros, negros, densos y un Ojeda sublime, rasgando, elevando y acompañando con su voz los devaneos sensuales del arrope musical. Una joya indiscutible a la que di mi número cuatro en el lejano #Mis10de dedicado hace bastantes años.
“Agua Sin Sueño” abre la cara B y también es otra de las que ha estado en el repertorio con frecuencia. Un medio tiempo algo lánguido en su primera parte y estilizado con aires de funk y soul en el resto del desarrollo. En “El Joven Nostálgico” es un ejercicio más coral, dotando de una jovialidad rítmica y sonora a una historia de inspiración gótica.
En el tercio final, el bajo poderoso golpea de nuevo con “En Guerra”, otro de esos divertimientos rítmicos en los que la percusión va ganando terreno (el generoso tramo instrumental en el centro de la canción también es un ejemplo de ‘anticomercialidad’). “Es Posible Que No Sera El Hombre De Tu Vida (En Ese Caso Acabaré Contigo)” es un bluesazo en toda regla, pero de vieja escuela. Denso, negrísimo, como el cine de Fritz Lang y John Huston, y si no, escuchan la coda desgarrada y criminal.
Mucho más ligera en las formas, que no en la pesadumbre, llegará “No Habrá Fiestas Para Mañana” donde está todo esa oscuridad melancólica propia de la new wave del momento y una sonoridad y tímbrica de guitarra semi acústica muy cercana a lo que después haría Héroes del Silencio en sus primeras grabaciones.
Posiblemente, Danza Invisible perdió ‘credibilidad’ ante los adalides de la autenticidad cuando dejó entrar la luz de sonidos cálidos pero su legado, en una y otra época, es lo bastantes sustancioso como para disfrutar numerosos momentos de su discografía. Gracias por tanto, amigos.
Lista de canciones – tracklist:
- Ocio y Negocio
- Contrabando
- Mercado Negro
- Sin Aliento
- Espuelas
- Agua Sin Sueño
- El Joven Nostálgico
- En Guerra
- Es Posible Que No Sera El Hombre De Tu Vida (En Ese Caso Acabaré Contigo)
- No Habrá Fiestas Para Mañana
Publicado el mayo 17, 2024 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Remember, Danza Invisible, Javier Ojeda, Música de Contrabando. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.




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