Por tener un criterio continuado en el tiempo, decidí allá por 2013 que en mi selección editorial de discos del año de cada 5 de enero excluía discos grabados en directo (no deja de ser un grandes éxitos con todo el lustre de la fuerza en vivo), los de regrabaciones de temas antiguos o los epés. ¿Puede ser en su generalidad una norma injusta? Sin duda, aunque algún marco hay que establecer y lo prefiero para ‘premiar’ a discos completos, teniendo en cuenta que nunca ninguna lista debe ser excluyente. Digo todo esto porque tan solo esa arbitrariedad ha impedido que esta segunda referencia de Onza se cuele en las medallas de hace diez días. ¡Qué diferente el contexto de la publicación de este Segundo Aliento con la del homónimo estreno en Onza en 2019! Como recordarán (y si no, les refresco), Onza es el grupo liderado por Pepo Martínez de Desakato. El de la voz más cruda y el que se pasó años desafiando la ley de la gravedad y la resistencia de los golpes saltando desde el escenario. Por entonces, Onza, como Senador del lado de su hermano Pablo, nació como proyecto compatible con la banda madre. Hete aquí que el cansancio comentado por Desakato para anunciar su despedida ya consumada ha hecho que Onza reviva a la par que Pablo transmutó el Senador por Pablo Senator, confiriéndole otro aire a su propuesta. Y así, tenemos dos pastillas sonoras, la azul y la roja (evítense asociaciones políticas). Una melódica, aperturista, arriesgada, de potencia contenida y preciosismo pop y otra más aguerrida, clásica, voraz, aunque sin renegar a ciertas libertades (faltaría más). Incluso jugando con la ironía fraternal de tirarse ‘beef’ en los títulos de los temas o en redes sociales. Ya podrían aprender los de Oasis, The Kinks, Beach Boys, Carpenters o The Allman Brothers.