Valeria Castro. Almería, 21 de abril
Se ha convertido en algo más que una tendencia o una moda que exista una inagotable corriente de artistas que, desde su propia necesidad expresiva, apuesten por hacer una firme defensa en salvaguarda de las raíces, de lo autóctono. Y lo celebro y se antoja de lo más necesario en tiempos de ‘uniformidad’, de mezclas sintéticas en el laboratorio de la industria musical, de ‘globalización’ de los cánones de lo que es un hit y lo que no… Los hay con mayor o menor acierto, otros con más apego a la tradición, otros buscando una contemporaneidad integrada, pero con melodías y canciones nacidas de la tierra, de lo impregnado en el apego, en los orígenes. Valeria Castro es desde hace unos años uno de los mejores ejemplos de cómo hay personas que se dejan su corazón en el bello ejercicio cantor. Sin más. Expresando, con bien de temores, la fragilidad y vulnerabilidad de un alma límpida a través de una voz, tres acordes, una escala cromática clásica, preciosista, donde los pequeños detalles de una percusión en decenas de matices distintos le dan colores distintos a cada una de las canciones. Donde importa tanto el silencio como la respiración, la voz que se rompe en quiebro o el melisma preciso para almibarar el resultado final. Anoche el Auditorio Municipal Maestro Padilla gozó con la luz y transparencia del cancionero, breve pero intenso, que ya atesora Valeria Castro. A partir de aquí, os dejo (ligeramente ampliada con otros detalles) mi crónica realizada desde la agencia Contraportada para el Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería y difundida al resto de medios. Salud.
La música continúa siendo un poderoso caudal, capaz de provocar un torrente de emociones, distintas y vívidas, en función de su naturaleza, de su propósito germinal. Y ayer el Auditorio Municipal Maestro Padilla vivió una tarde en la que la belleza de las melodías y las voces, los pequeños detalles, el recuerdo esplendoroso del amor recibido en la infancia, los orígenes y las raíces aportaron calidez y afecto al público que asistió para disfrutar de uno de los últimos conciertos de la gira con la que Valeria Castro ha estado presentando su primer larga duración ‘Con cariño y con cuidado’.
La cita, enmarcada dentro de la programación de primavera del Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería y con la producción de Crash Music, contó también con medidas inclusivas, como intérprete de lengua de signos o mochilas vibratorias, a cargo de la Fundación ‘Music For All’, haciendo que, nunca mejor dicho, la música fuese lenguaje universal.
Además, la cantante, pianista y compositora Laura Diepstraten, con discapacidad visual, fue la encargada de abrir la sesión con dos bonitas y valientes versiones de Amaral (‘Como hablar’, “que fue mi primer concierto accesible gracias a la Fundación”, recordó Laura) y Los Ronaldos (‘No puedo vivir sin ti’, con una segunda parte de aires tangueros) y dos temas propios, “A pleno pulmón”, con participación del público a las palmas y “Otra visión”, la canción que la dio a conocer y que nació de una pregunta que le hizo su padre, “¿Laura, tú cómo sueñas?”.
Con los galardones a mejor artista emergente y mejor álbum de raíz en la última edición de los Premios de la Música Independiente celebrados la pasada semana (de los que tengo el placer de formar parte como jurado profesional), Valeria Castro demostró en cada una de las canciones que su música ejerce de respiro, de oxígeno, en tiempos convulsos. Abrió con “Dentro”, de apenas un minuto de duración, que ejerce de perfecta declaración de intenciones y aviso a navegantes: “Que lo que canto no tiene más que lo que llevo dentro, que es todo lo que siento”.
“Poquito” fue la siguiente parada con esa naturaleza de cajita de música a la que se añadió en su floración los arreglos de chelo de Alfonso y una percusión quirúrgica y precisa de Iván Mellen. “Culpa” mantuvo en vilo en la coda con ese hilo de voz al límite mientras que “Ay, amor” bebe de la tradición de la canción de autor más esencial. “Quise hacer un disco para sanar la tragedia de mi tierra”, compartió antes de interpretar “La raíz”, de intensidad hermosa y tribal, tema con el que en septiembre de 2023 recibió su primera nominación a los Latin Grammy en la categoría de “Mejor Canción de Autor”.
El leitmotiv de cuidar a los suyos y respetar y amar los orígenes se hizo carne en “Un hogar”, que contó con locución de su abuela Micaela, que estuvo presente casi todo el concierto con numerosas y simpáticas referencias. Con la plasticidad del compás ternario brillo el punto urgente de “Techo y paredes” y también “El amor de Andrea”, que comparte en su versión original con Vetusta Morla y por la que estuvo nominada a mejor canción original por la película homónima en la última edición de los premios Goya.
Tras un bonito desarrollo de guitarra de Pablo Casas, bordó el ejercicio de estilo del bolero “Perdón (no me había dado cuenta)”, antes de la vibrante plegaria de “Cuídate” y el canto al amor maternal de “Hoxe, Maña e Sempre”, compuesta junto a Tanxugueiras, otro paradigma del respeto a tradiciones y orígenes musicales. Laia Alcolea, brillante toda la actuación al piano, teclado y segundas voces, dejó las teclas a Valeria para el momento íntimo de “Con cariño y con cuidado”, dedicada a sus padres, “por el apoyo que me dieron desde que les dije que quería dedicarme a cantar y por intentar siempre que no me hagan daño”.
Para quitar sobriedad a emociones tan profundas, Valeria confesaba que “siempre paso mal este momento en el que me quedo sola con la guitarra, porque tenéis tanto talento aquí en el sur, que seguro que entre el público hay voces y guitarristas mejores, ¡que de aquí salió Bisbal!”, remató entre risas antes de entrar en “Cómo te voy a olvidar”. La última parte del concierto se haría más dinámica con la pauta de intensidad creciente y potente de “Costura”, la sentida versión del “Todo cambia” de Mercedes Sosa o esa rumba de “Abril y Mayo”, que contó con una introducción al piano de Laia que se movió entre el “Like spinning plates” de Radiohead del comienzo a su calor coplero final.
La primera despedida llegaría al son del latido percutido de “Costumbre” y la primaveral y jotera “La corriente”. Para los bises quedaría la esperada “Guerrera”, compuesta para su abuela y para su madre Esther, para terminar con los aires festivos de “Lo que siento”, que, como un eterno retorno, conectaba con los versos del inicio del concierto: “cómo voy a saberlo si no canto lo que siento”.
Repertorio – setlist:
- Dentro
- Poquito
- Culpa
- Ay, Amor
- La Raíz
- Un Hogar
- Techo y Paredes
- El Amor de Andrea
- Perdón (No me había dado cuenta)
- Cuídate
- Hoxe, Maña e Sempre
- Con Cariño y Con Cuidado
- Cómo Te Voy A Olvidar
- Costura
- Todo Cambia
- Abril y Mayo
- Costumbre
- La Corriente
- Guerrera
- Lo Que Siento
Publicado el abril 22, 2024 en Crónicas Conciertos y etiquetado en Crónicas Conciertos, Laura Diepstraten, Valeria Castro. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.











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