León Benavente – Nueva Sinfonía Sobre El Caos

Aunque ironizaran sobre ello en su anterior larga duración (Era, Warner Music, febrero 2022), sabía que León Benavente no iba a dejar de crear en la idea del disco como concepto y, una vez prolongada la gira de presentación del álbum a costa de un décimo aniversario que vino con single y alguna rareza bajo el brazo, el cuarteto regresa sin perder confianza ni fiereza con su quinta entrega como elepé, con bonita portada de Emilio Lorente. Una fantástica y maravillosa Nueva Sinfonía Sobre El Caos. Con diez canciones en poquito más de media hora, con más de electrónica pero con más de guitarras en comparación con Era, de la mano de la sabia visión externa que ha aportado Martí Perarnau IV (Mucho, _juno…). Un álbum que también coincide con su vuelta ‘a la independencia’ (entiéndanse las comillas) y tirando de autoedición bajo el nuevo sello Laventura. Lo que no ha cambiado es ni su alineación (Abraham Boba -voz y teclados-, Eduardo Baos -bajo y sintetizadores-, Luis Rodríguez –guitarra- y César Verdú –batería-), ni su capacidad para ofrecer textos inteligentes de mirada crítica y analítica, con mayor o menor dosis de fóbica retranca o de filia entrega, ni tampoco su capacidad para rubricar armazones robustos de una capacidad enérgica muy superior a la de otras formaciones coetáneas con más de veinte años menos de vida y experiencia. León Benavente nunca desfallece (no se hunde como el Titanic, como cantarán) y, podemos ir concluyendo ya (si es que no lo sabíamos) que nunca harán un disco malo.

Nueva Sinfonía Sobre El Caos, nos cuentan, es el resultado de semanas de trabajo en Galicia para conseguir «un disco corto y directo, canciones clásicas en estructura pero valientes y arriesgadas en la forma, poderosas y bailables, hedonistas y, a la vez, reflexivas. Un trabajo fiel a nuestra personalidad y abierto a todo cuanto escuchamos en el presente. Si este álbum pertenece a algún estilo, al menos que lo haga de forma distinta. Esas eran nuestras premisas».

Y concluyen con un fantástico apunte que refuerza esa idea de obra con sentido propio que tanto nos gusta a los “Viejos rockeros viejos”. «Nosotros nos hemos tomado nuestro tiempo para que suene de esta manera, para que sea esta la sinfonía y no otra. Quien la escuche al completo podrá después deshacerse de ella o, por el contrario, llevarla siempre encima como un amuleto».

Y la apostilla final tiene que ver precisamente con el tema que abre la decena, ese “Úsame / Tírame” que presenta las cartas fundacionales con bien de base, primero en una larga y expectante entrada, después con múltiples arreglos electrónicos en una revisita genuina al krautrock. Con la actitud desafiante de quien sabe que su aura trascendental puede significar nada para otras personas: «Haz que me quieres de verdad, / haz que me quede todo claro: / Úsame, tírame».

Entre Schopenhauer y la resaca con regusto a vacuidad se expande el veneno de la creciente “Nada” donde, más sutiles que Biznaga, de quienes hablábamos ayer, riegan la narración de pequeños dardos de cotidianeidad, desde lo personal a las imposturas obligadas. La densidad del fraseo encuentra liberación en el despliegue melódico de un estribillo en el que la melodía se expande en un bucle colorista junto a la lánguida línea vocal de Boba. Una pequeña gema concreta, certera y concisa de tres minutos… Tónica general.

“En El Festín” es un vívido aquelarre de supuesto buen gusto en la combustión del exceso. Como un Eyes Wide Shut pero desde un prisma que bien podría valer para una escena de Blade protagonizada por una piara de cerdos hozando en su porqueriza. La densidad instrumental, tintineada desde unas teclas poderosas, arropa a esa incuestionable capacidad teatral de Boba. «No ha llegado la sangre al terciopelo en el festín».

Con traje de irónica bonhomía llega “Baile Existencialista”, alocada entre los buenos deseos de manual del nudo narrativo, con ligero histrionismo vocal, algo de paranoia en la aparición de Elvis y el «Be-Bop-A-Lula» (¿tiene algo la rítmica del “Land of 1000 Dances” de Wilson Pickett?), con ropajes de post-punk en la fina hoja que separa la cordura de la ciclotimia. Divertida y peligrosamente adictiva, como el baile de Derrick T. Tuggle en “Lonely Boy”.

“A La Moda” destaca por su actitud maquinal e industrial tanto en las formas vocales como en la base musical. Un ropaje sintético que combina con una letra que huye de la meritocracia  y de la esclavitud de las exigencias derivadas de la constante exposición pública. «Cada vez tengo más claro que un teléfono apagado es lo mejor para ser feliz» o, en el estribillo, «Ya te he dado lo mejor de mí / así que vete y déjame en paz. / He perdido mucho tiempo demostrando todo mi talento. / Es lo clásico contra lo fugaz: / cantar, cantar, a la moda».

“La Aventura” es uno de los temas más arriesgados del conjunto por su desarrollo almibarado, desde su presentación inicial con melodía muy propia del italo-disco ochentero como por un estribillo todavía más abierto que hará torcer el gesto a los garantes de la autenticidad más circunspecta. Por su parte, “Qué Cruel” apunta a ser una de las más desfasadas en directo gracias a la escala de intensidad entre las estrofas del fraseo como en un estribillo de melodía adictiva y, en el estado propicio, alucinógena. Aquí la distorsión rajada de guitarra responde de tú a tú a la electrónica.

En “Su Verso” llega la colaboración estelar de Cristina Martínez de El Columpio Asesino. Un trallazo que no alcanza los dos minutos y medio y que se mueve bien en un punto intermedio entre lugares comunes de ambas bandas, el fraseo con la rabia y el estribillo como ejercicio rítmico bailable de efectismo discotequero. En “Brillando” las teclas suenan más límpidas y nítidas y no esconden tampoco la influencia clara del “Where Is My Mind?” de Pixies (hipervitaminada y con más velocidad) con esa referencia en el texto a Frank Black, su vocalista. Aceleración y flanger adornan y retuercen el final del corte en la coda.

El cierre del disco viene de la mano de otra referencia de la cultura popular, en este caso con “Gerry”, la película de Gus Van Sant, y también a Brian Eno. A la postre viene a ser la única concesión a levantar el pie del acelerador en un suerte de reverso reposado de “Nada”, con una lírica rebosante de desencanto, lo que viene a ser la mezcla de comprensión y asunción del dolor. Un punto disruptivo para un álbum que recupera esa energía (aparentemente) venida a menos con el prejuiciado Era.

Porque, en definitiva, Nueva Sinfonía Sobre El Caos parece ser la casilla lógica de lo apuntado en Era que, se quiera o no, quedará un poco incomprendido o como un paso menor, pero ahora desvelado como imprescindible para llegar al presente. Miedo da pensar en la gira venidera con la explosividad de esta lista y con el añadido de los temas que todos sabemos.

Lo contaremos a su debido tiempo.

Más de León Benavente en RockSesión:

León Benavente – Era

León Benavente – Vamos a Volvernos Locos

León Benavente. Almería. 24 de enero de 2020

León Benavente, Airbag y Novedades Carminha. Pulpop 2017. 8 de julio de 2017

Lista de canciones – tracklist:

  1. Úsame / Tírame
  2. Nada
  3. En El Festín
  4. Baile Existencialista
  5. A La Moda
  6. La Aventura
  7. Qué Cruel
  8. Su Verso
  9. Brillando
  10. Gerry

Publicado el octubre 8, 2024 en Críticas Discos y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

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