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Corazones Eléctricos – De Amor y Rabia
Desde la primera vez que le escuché, Pau Monteagudo me ha parecido uno de los mejores cantantes (de largo) de nuestra escena rockera. Lo demostró durante más de una década al frente de Uzzhuaïa (entró a finales del año 2000 y estuvo hasta el parón indefinido anunciado en 2014) y también lo viene haciendo con su proyecto más personal, este Corazones Eléctricos que presenta en este otoño su tercer disco tras el debut homónimo de 2017 y el magnífico Arte y Oficio de 2020. Los puntuales destellos heavy – metálicos de Uzzhuaïa le permitían hacer gala de alardes agudos que, a diferencia de los falsetes habituales del género, tiraban de una elegancia y corporeidad más que elogiable. Ahora, con su nueva banda, se han pulido esos picos (quizá también madurez y poso de los años hace que ya no se tengan ganas de tanto) y se mueve con una comodidad abrumadora en rasgados de hard rock, maestría a la hora de alargar versos y armonizar coros y todo siempre con una sobriedad y estilo que lo hacen merecer la consideración expresada en la primera frase. Uzzhuaïa (que hizo un regreso puntual en 2018 por el décimo aniversario del álbum Destino Perdición) siempre fue una banda de lo más resultona que (creo, con el paso de los años) pecó de ser demasiado ‘dura’ para los amantes de rock-pop o pop-rock al uso y quizá demasiado melódicos para los heavies, acostumbrados también por norma general a otro tipo de letras y arreglos. Sabiéndose con la batalla perdida de antemano, Corazones Eléctricos sigue latiendo en la más pura independencia haciendo canciones por la necesidad de ser creadas, a veces más potentes, otras más melódicas, unas más castizas, otras más ‘anglo’, pero siempre con una sonoridad intachable y una voz siempre en su sitio. Qué más pedir.
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