Enrique San Francisco es rocanrol. Maestro Padilla, 20 de abril

«Si a un rockero le quitas las sustancias, las mujeres y esas cosas, ¿qué te queda? Un cantautor». Cuando un grupo te dice que se han limpiado, que han dejado las drogas, ya sabes que su siguiente disco es el peor de toda su carrera». Anoche tuve el placer de ver en directo a Enrique San Francisco. El carismático actor del eterno rubio, los ojos saltones, la voz aguardentosa y la canalla de pies a cabeza. Él no es músico (aunque ha participado recientemente en videoclips de Loquillo, La Fuga y hasta de una de sus primeras novias, Rosario -os dejo todas las canciones al final-) pero como si lo fuera. Es una rock’n’roll y star y, oye, me da en todo el gusto que entre en las crónicas de nuestra casa.

Vivaracho, deslenguado, enjuto y pertinaz. El actor y cómico madrileño, Enrique San Francisco compartió confidencias y visión del mundo con el público congregado anoche en el Auditorio Municipal Maestro Padilla, en una nueva cita de la programación de la ‘Primavera Cultural’ puesta en marcha por el Área de Cultura, Educación y Tradiciones del Ayuntamiento de Almería. Una velada en la que el reconocido artista estuvo ‘teloneado’ por una ‘joven promesa’ almeriense del humor, Juanma Molina.

Tras su paso hace un par de años por el programa televisivo ‘Tú Sí Que Vales’, Juanma Molina desplegó un humor en torno al universo actual de los treintañeros que viven con sus padres, conectando pese a la temática con un público que, de media, era de una edad ligeramente superior.

Y es que Enrique San Francisco es un héroe de barrio. El héroe, entre la realidad y ficción del cine quinqui, que sobrevive a las voraces perdiciones que tanta gente se llevó en los ochenta, a la droga con la que comparte las cuatro primeras letras: héroe. El que se hace fuerte tras un grave accidente de moto, arrollado por un vehículo mientras estaba parado en un cruce. Parado, hierático, como su eterno codo en la barra mientras que con la otra mano sujeta una cerveza…

Y dos rubias cayeron sobre el escenario. Como un báculo para el renco, Enrique San Francisco compartió confidencias con la copa en mano. Al principio más generalistas… las mujeres, la vida en pareja… pero poco a poco iría insertando más y más anécdotas personales hasta que el monólogo se convirtió en un diálogo en el que él hablaba y el público, entre aplausos, risas y miradas de respeto les daba respuesta. Un carisma forjado por la sencillez y lo franco de su discurso. A sus 63 años, Enrique San Francisco sabe que es querido porque así se percibe en los ojos emocionados al despedirse, hasta en tres ocasiones, del escenario. Es el pequeño gran triunfo del actor con el que, precisamente, casi todo el mundo querría irse de cañas. Incluso aquellos que le confunden con Gabino Diego. “Pero que me lo dicen indignados y todo, que tú eres Gabino Diego”.

 

Publicado el abril 21, 2018 en Crónicas Conciertos. Añade a favoritos el enlace permanente. 1 comentario.

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