El Gran Wyoming, Mil Palos y Ninguno Al Agua. Kike Babas & Kike Turrón

En una España tristemente polarizada por quienes deberían mirar por el interés común y no por el propio y que son capaces de utilizar argumentos de ataque y defensa exactamente idénticos que el contrario en función de si se está delante o detrás del ventilador de mierda, hablar de El Gran Wyoming y elogiar su trabajo será siempre tomado como un posicionamiento de un lado de los frentes. Hace tiempo que vivir en un frentismo constante no es sino un ejercicio de intelectualidad limitante y, más allá de todo, de falta de civismo y respeto al que piensa de manera diferente. Dicho todo esto, he de decir que a mí El Gran Wyoming me ha caído siempre bastante bien, desde los tiempos de Hermanos De Leche y de El Peor Programa De La Semana, que fue cuando tuve mayor consciencia de su figura. Y, claro, al poco llegó aquel pelotazo llamado Caiga Quien Caiga y para un aspirante y después ya estudiante de periodismo aquello fue como un gran aldabonazo estimulante con ese Juanjo De La Iglesia y, después, los Juanra Bonet, Manel Fuentes y compañía. Con todo, este El Gran Wyoming, Mil Palos y Ninguno Al Agua se presenta, como en el caso de Fito y Por Supuesto La Luna del que escribí hace unos meses, como una nueva biografía ilustrada coordinada por los Kikes, con una edición espectacular de Bao Bilbao Ediciones y un elenco de ilustradores que le da el puntito de variedad que hace de la obra un volumen de lo más notable. Y, por cierto, para la gente de mi generación o posteriores, (pese al título) es una buena forma de ahondar en todo lo previo y mucho que ha hecho Wyo a lo largo de la vida. ¡Como le dije a Robe en mi entrevista del martes: menudo viajecito!

El volumen arranca con un prólogo precisamente de Fito Cabrales, que devuelve así el gesto de Wyoming con su cómic. El libro se estructura en cuatro bloques muy bien definidos que tienen como hilo conductor, además de la cronología, una intrahistoria ficticia (o eso queremos pensar) del secuestro del protagonista por parte de los encapuchados autores para que les cuente su vida para poder hacer el libro. Esto permite, entre otras cosas, regar la historia con paréntesis al presente que sacan a escena a otros personajes como Pablo Carbonell (otro grande), Fernando Trueba o el cuñado (sin segundas) del taxista que se llevó una agresión de un grupo de ultraderechistas en Canarias por defender a Wyoming, que se llevó otro puñetazo. Las consecuencias de alimentar el sinsentido.

De los cuatro bloques, el primero está dedicado a su ‘vida anónima’. Esto es, la que va de su nacimiento hasta que vuelve de sus viajes iniciáticos (en todos los sentidos) por Países Bajos y todo el mundo hippie, lo que valió miradas amenazantes, sospecha continua y jarabe de palo incluso después de la muerte del dictador. En estos años (no había otra) se mueve en círculos de iglesia y una asociación opusiana, lo bastante como para darse cuenta de que nada de eso era lo suyo, mientras encontraba libertad en la música, desde canción de autor a las bandas rockeras que daban luz y lumbre desde fuera. El capítulo de Toni Solanes sobre sus ‘viajes’ alucinógenos justifica por sí solo todo el volumen.

Sus pasos en Paracelso (la figura de Reverendo es venerada como se merece a lo largo de distintas fases) su licenciatura y primeros meses ejerciendo Medicina, y sus primeros escarceos en películas y televisión riegan una segunda parte que lleva hasta una Movida que Wyoming transitó un tanto de puntillas, sin meterse demasiado ‘en el ambiente’ aunque conociera a buena parte de sus protagonistas.

La Parte III es en la que se forja para siempre ‘la leyenda’ del personaje. Comienza a dirigir programas y llegará entonces la ‘revolución’ del formato de La Noche Se Mueve en Telemadrid, la censura posterior en El Peor Programa De La Semana (Quim Monzó mediante) y el advenimiento de CQC que multiplica su fama hasta límites nunca alcanzados, hasta convertirse en uno de los líderes intelectuales de las protestas por aquel No A La Guerra que, además de ignorarse, sirvió para ‘señalar’ para siempre al mundo del cine y a todo aquel que clamara algo de cordura. De los mismos polvos se siempre, los mismos lodos de hoy.

La cuarta parte se centra desde El Intermedio (2006) hasta nuestros días, años en los que, como decía arriba, la figura de Wyoming genera el mismo amor que odio, con lo feo que está eso de odiar. Un bloque beligerante donde se recuerda la colada a Intereconomía con el supuesto vídeo de la becaria, donde se hace una firme defensa de la libertad de expresión citando todos los procesos abiertos (desde Strawberry a Javier Krahe), hasta alguna paranoia fantasiosa con Abascal como ‘converso’, la historia de la agresión, y sus años recuperando su pasión por el ruido con Los Insolventes, con un divertido cierre siendo él el que no quiere abandonar a sus captores para seguir hablando (por cierto, hablando de sus pisos incluido). No se esconde nada y completa su figura divertida, en suma.

Como os comenté la semana con la fantástica caja de El Drogas (Barricada – 40), también me consta que El Gran Wyoming tiene un ejemplar del libro de Extrechinato y Tú, así que a ver si un día se anima a ‘retratarse’ (guiño, guiño).

Dejó aquí la merecida mención a los ilustradores y dibujantes. El equipo de dibujantes, que ya se había dado cita en la novela gráfica sobre Fito Cabrales (Y por supuesto la luna), guionizada igualmente por Babas y Turrón, lo componen: Alberto Peral (Premio de Ilustración Universidad Popular 2022, ilustrador en los colectivos A tribute to Juan Jiménez y Más fuerte muchachos, portadista de Antracita); Toni Solanes (Nata: la leyenda del dios niño, Wukong: historia y leyenda, Detective Blues: una historia cyberpunk); Pedro J. Colombo (El fotógrafo de Mauthauseen, Trois… et l’ange, Khaz, En segundo plano, Addiction); Kepa de Orbe (ilustrador de La crisis carnívora, Memoria, 1415 Ceuta: La llave de África, Bailén 1808 y los story-boards de las películas Black is beltza, Elcano, Goomer, El Hoyo, La isla de las mentiras); Alejandro Merino (ilustrador en los colectivos Sextories, Punkdroid, Concept Artist);  Alex Orbe (Los enciclopedistas, Sigue a la hormiga, La banda sonora de mi vida, Unamuno: el hombre y la razón); Alberto Muriel (diferentes números de las series Heavy water y Blacksmith) y Iosu Berriobeña (portadista del grupo de rock Marea y del cómic de Fito).

Como entonces, los amigos de Bao Bilbao Ediciones nos regalan también una playlist que ejerce de bonita banda sonora a la lectura de sus páginas.

No tengo la menor duda de que la historia no se va a acabar aquí y que se vienen nuevos volúmenes biográficos. Palabrita de Chayi.

Publicado el May 23, 2024 en Actualidad y etiquetado en , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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