Arizona Baby – Salvation

Aunque conocía sus formas y maneras con anterioridad, mi aprecio por esta banda de barbudos llegó como casi todo lo importante, por casualidad, por la petición de un amigo para una sesión especial cumpleañera allá por verano de 2010. Por entonces solo tenían dos álbumes publicados (Songs To Sing Alone y Second To None), no habían fundido su talento con los Coronas… para hacer brotar a Corizonas… Javier Vielba todavía no se había convertido en un referente de la radio musical con su programa Mi Camerino en Radio 3, ni había debutado en solitario bajo el nombre de El Meister, de quien tan bien (y también) escribimos aquí en su momento. Es decir, todavía no habían dado el salto mediático definitivo. Visto en perspectiva podemos confirmar que aunque 2009 y 2010 ya fuera intenso para ellos en conciertos, fue en 2011 con la gira conjunta con los Coronas, primero manteniendo cada uno su título (de hecho el fantástico primer directo salió de esa manera) y después bajo el nombre fusionado de Corizonas, con su posterior disco en estudio, la consiguiente nueva gira, disco en directo… cuando la banda crece y crece y el nombre de Arizona Baby se multiplica por todas partes. Bondades colaterales. Desde entonces, el dúo sempiterno de Javier Vielba y Rubén Marrón, con Guillermo Aragón desde hace diez años completando el trío, ha mantenido su identidad sin salirse de los parámetros fundacionales y marcando una línea clara que permita diferenciar sus distintas propuestas sonoras. Si encontramos el magnífico Secret Fires (2014) como un disco oscuro, lleno de matices, arreglos, con más instrumentación y fiereza, del lado opuesto tenemos los citados dos primeros trabajos, Sonora buscando un puntito más contemporáneo y ahora llega este Salvation que, pese al aire futurista de la portada, es una suerte de ‘vuelta a los orígenes’.

Así lo detalla el propio Javier Vielba en sus declaraciones de promoción cuando apunto que es «un disco que supone un retorno a nuestra esencia: madera y cuerdas al servicio de unas canciones con vocación atemporal. Cosmic American Music y actitud punk». Dicho artefacto sonoro fue grabado y mezclado en La Mina estudio producciones en Sevilla. «Es un disco grabado en directo. Tres amigos tocando juntos en un estudio, La Mina de Sevilla, con una potente vibra del Laurel Canyon de los primerísimos 70. Madera y cuerdas al servicio de unas canciones ajenas a tendencias efímeras con vocación atemporal».

“Lonely Road” es el tema que abre la lista, ceñida a diez temas en poquito más de media hora, y lo hace con uno de esos ataques de guitarra que recuerdan, junto a la melodía vocal del estribillo, a aquellas raquíticas y deliciosas canciones de los dos primeros discos. Eso sí, aquí la guitarra reviste mucho más en fraseos y puentes, ribeteando por los huecos, dibujando colores entre acústicas y semi acústica. Un tempo grácil y rápido, divertido. Aires de rhythm and blues y country, como unos ZZ Top desenchufados, llevan como piedras rodantes en “IOU Nothing”, otro trallazo que no llega a los tres minutos. La sonoridad, punteo incluido, juega un tanto con la plasticidad del slide.

Solo superado por “Streets Of Babylon”, “Ride On” es el segundo tema más largo de la decena (de hecho entre los dos se llevan un tercio del álbum) y en parte es por el aprovechamiento máximo de una melodía circular e hipnótica sobre la que se despliega un desarrollo chispeante, con una intensidad pero efectismo pegadizo propio de un Marlon Williams o Damien Jurado. Por su parte, “Hit The Spot” hace honor al nombre y presenta hechuras bailables de corte casi latino desde la base rítmica de Guille. Ahora sí, llegamos al citado “Street Of Babylon” donde Vielba comparte micro con el propio Guille que, recordemos, también empezó un proyecto en solitario bajo el nombre de Oihen (sin olvidar que también lo tenemos por Cosmic Birds y Tuxedo). El tema se recrea en un estribillo tremendamente pegadizo y palpitante.

En el segundo bloque, “Sundown” ofrece un pasaje instrumental con templanza a cargo de Rubén Marrón. Un elegante preludio antes de tirarnos al barro con “Boldly Goin’ Nowhere”. Un corte que se muevo en un soberbio elegante ejercicio funambulista entre el porte crooner de un Elvis liviano (sobre todo en el puente hacia el estribillo) y el blues fronterizo. Un tremendo trallazo negroide.

De nuevo con hechuras gráciles y hermosas a lo “Shiralee” se desboca la guitarra cimbreante de “Nightmare In Suburbia”. También “Strings” conquista en términos similares, aunque aquí encontraremos a un Javier Vielba algo más impostado y teatral (como a él le gusta) en el fraseo, para firmar a continuación un estribillo liberador y que puede conectar con algunas maneras de The War On Drugs o Gerry Cinnamon. El final nos llegará con “Every Gun Makes Its Own Tune”. Un compás ternario de vals que nos deja con la sensación de un fin de fiesta amable y, como el resto de canciones, atemporal.

En cualquier caso, seguimos en territorios comunes (y en verdades casi incontestables) cuando afirmamos que hay pocas bandas en España capaces de hacer con tanta solvencia y naturalidad la música de Arizona Baby. Partiendo del folk de raíz más americana han conseguido generar un lenguaje propio en el que no faltan ciertos aires autóctonos y una clara pretensión de quitarle esa angustia circunspecta al género, de polvo anquilosado por más que sus pasajes sonoros evoquen precisamente esos paisajes. Larga vida.

Lista de canciones – tracklist:

  1. Lonely Road
  2. IOU Nothing
  3. Ride On
  4. Hit The Spot
  5. Streets Of Babylon
  6. Sundown
  7. Boldly Goin’ Nowhere
  8. Nightmare In Suburbia
  9. Strings
  10. Every Gun Makes Its Own Tune

Publicado el noviembre 22, 2023 en Críticas Discos y etiquetado en , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

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