Kitai – No Somos Tu Puta Banda De Pop
Me he hinchado de citarlos en los últimos años como un ejemplo magnífico de cómo las etiquetas hoy en día (siempre, mejor dicho) valen de bien poco en el mundillo musical. Encuadrados de inicio el circuito indie (y lo cierto es que no hay explicación para ello), Kitai venía demostrando desde mitad de la pasada década que lo suyo tenía ingredientes mucho más salvajes y artesanales propios del rock. Sus directos así lo avalaban, demostrando porque era una de las bandas más alocadas de ver sobre el escenario. A saber: entrada enmascara en la niebla de humo, mascotas infantiles y animales en escena, una batería que acababa sobrevolando el público en una plataforma transparente, círculos y wall of death… Además de esto, otros cuentos datos más que le engrosan el currículum: ser seleccionados en el programa de radio del baterista de Metallica, Lars Ulrich, haber batido el récord Guinness de horas consecutivas tocando en directo (24 horas y, a su término, se marcaron un bis como propina) o interpretar uno de los singles de su último disco en un globo aerostático. En su sonido de rock alternativo siempre se han encontrado ingredientes que juegan desde el punto funky de Red Hot Chili Peppers, pasando por toques melódicos o incluso síncopas y tramos más metaleros. Con toda esa amalgama, la banda ha sobrevivido a una época confusa entre los integrantes y con cambio de agencia y ahora con la autoedición (después de pasar por Entrebotones o Sony Music) y viene con un cuarto disco en el que apuestan por la frescura de la producción de Héctor Mena, Pepe Portilla y Oso Santo de los mexicanos 3kmkz.
El cuarteto sigue siendo el mismo que hace diez años, con Alexander Mel a la voz, Fabio Yanes al bajo, Edu Venturo en la guitarra y Deivhook en la batería. Cuenta la banda, y casi que lo narran tal cual en la primera de sus canciones, que “han sido muchas horas de ensayos, discusiones, fiestas, noches en vela, conciertos, festivales, furgoneta y subcurros haciendo pizzas y sirviendo vinos para poder llegar a pagarnos nuestro nuevo y cuarto álbum. Pero sobre todo han sido tres años de trabajo máximo por aquello lo que más amamos: la música”. Asegura el grupo que el disco más sincero y con los textos más autobiográficos de su carrera, compuestos en su mayor parte en un retiro conjunto en Navatejares, en la Sierra de Gredos.
Aunque aseguran no ser una banda de pop pero de rock, sí que mantienen dos elementos claves del manual: canciones que rara vez pasan los tres minutos y de estribillos y melodías muy pegadizos. El álbum arranca a morder con el citado ‘Lydia Bosch’: “No somos los hijos de Lydia Bosch. No te pagamos las rayas pa’ conseguir una colaboración. Nuestras novias no trabajan en Universal. Sois igual de falsos que vuestras escuchas en Spotify”. El tema tiene un arrope contemporáneo con un bajo muy presente y distorsionado, en primera línea, con voz, guitarra y batería ligeramente rajados para ejemplificar en el exceso todo el desbarre y rebato de la rabia de la declaración de intenciones.
‘Pero Sí, Pero No’ naturaleza el sonido de la batería, si bien las guitarras y el bajo siguen en la misma línea. En lo vocal se juega también con distintas dinámicas y tipos de mezcla. Un tema que juega a la ironía en un estribillo que hace honor a lo dicho más arriba. ‘Todo Me Da Igual’ es un magnífico medio tiempo, contundente y empacado de guitarra y batería, que conquista además con aristas de cortes afilados y crescendo de intensidad que acaban atronando hasta la explosión de un solo repleto de flanger y pedal. ‘A Bocajarro’ parte de una dinámica indie en el compás de batería pero, una vez más, es el arrope quien acaba endureciendo el conjunto para hacerla bastante cañera. Salvando las distancias de ejecución, las líneas melódicas nos recuerdan algo a las que viene trabajando Los Vinagres en los últimos tiempos.
Por su parte, ‘Cometa Halley’ será la primera concesión a la bajada de distorsión, al menos durante las primeras estrofas, porque en el estribillo volverá a vigorizarse todo al extremo, sin que por ello se oculte cierto toque surfero reposado, que bien podría firmar Airbag, de quienes hablamos hace poco. En el eje central, ‘Hay Un Sueño’ sigue con esa atmósfera de sutil aire sesentero con un irredento canto de fidelidad a la música, entre canciones kamikazes aunque se toque para tres personas. El punto de furia vendrá con unos coros propios del pop punk americano. No salimos de allí, al menos en la guasa y fritanga de ‘KFC’, que acompaña también en compases, entonaciones y hechuras bailables. La guitarra subrepticia bajo el estribillo le da un toque de brit bastante acusado. ‘Camión’ destaca por una pulcritud plausible que permite lucir más a la batería y la ambientación de teclados antes de la entrada del fraseo. El estribillo retoma el rugido sin perder la limpieza melódica de la línea vocal.
Son los tres últimos los temas que sonarán más furiosos, dejando las pulsaciones muy arriba. En ‘Zombie’ y ‘Borracho De Amor’ la cosa se hace más punk y gamberra. La primera con una suerte maquinal de absorción tecnológica que irá creciendo en desesperación hasta llegar al grito descontrolado y con algunos coros irónicos, mientras que la segunda hace honor a su nombre con un punto cantinero y cantado a coro que casi nos recuerda a cualquier tonada beoda de La Pulquería o de Los Inhumanos. De hecho cantará “me duelen los ojos de mirarte todo el rato” mientas aquellos era la cara de ser tan guapo.
El cierre vendrá de la mano de ‘Medio Limón’, la canción que provocó la apuesta por la producción mexicana de este disco, ya que fue la primera de la que escucharon el resultado, a modo de prueba, y que convenció a todo el grupo. Un buen trallazo rockero y adusto que combina esa energía marca de la casa con un punto melódico.
Kitai concluye así un álbum que quizá no es tan efectista como Pirómanos, para nosotros su mejor disco de los tres primeros, pero sí que presenta unas cartas sólidas sobre la que seguir construyendo una reputación intachable avalada por cada concierto que dan. Seguro que nos vemos en alguno el próximo año.
Lista de canciones – tracklist:
- Lydia Bosch
- Pero Sí, Pero No
- Todo Me Da Igual
- A Bocajarro
- Cometa Halley
- Hay Un Sueño
- KFC
- Camión
- Zombie
- Borracho De Amor
- Medio Limón
Publicado el octubre 25, 2022 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, Kitai, No Somos Tu Puta Banda De Pop. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
Pingback: Los Discos del Año 2022 de RockSesión | RockSesion