Miguel Ríos y el Rock de una noche de verano. José Miguel Valle

“La gira con Leño y Luz Casal que lo cambió todo”. Así reza el subtítulo de este nuevo volumen que viene de la mano de la nutrida biblioteca de Efe Eme, firmada por el mismo autor de aquel excelente Rock & Ríos. Lo hicieron porque no sabían que era imposible. Un título que precisamente vino a estrenar la Colección Elepé de la editorial, con su flamante número 1 y al que tiene el honor de pertenecer mi Poesía básica. Extrechinato y Tú ensancha el alma como octavo de la lista cronológica. Si aquel libro de 200 páginas, más un anexo de documentación fotográfica, aportada mucha de ella por los propios protagonistas, venía a ser una vigorosa reconstrucción de la historia del disco en directo que cambió la forma de entender el Rock en España (casi nada), este Miguel Ríos y el Rock de una noche de verano viene a ser la continuación cronológica de la historia. Valle hinca el diente en el año 1983, donde se produce ese doble salto mortal, ese órdago a lo desconocido que nuestro rockero granadino y universal realizó para no sólo igualar la leyenda y éxito de aquel doble elepé y su consiguiente gira, sino para cambiar las reglas del juego del rock en nuestro país… y, más allá, por querer dignificar y reclamar desde el ejemplo la profesionalización del sector musical, desde ‘curritos’ a quienes dan la cara en escena. Es la gira que supuso la gira de una despedida (semi) anunciada por parte de Leño, ahí empezamos a conocer las comeduras de cabeza de Rosendo de dar vueltas a la toma de decisiones y a su posterior anuncio, y la oportunidad de oro para una joven Luz Casal que acaba de publicar su primer disco, después de trabajar en los coros con varios artistas y bandas… entre ellos Leño y aquel directo del 81. El autor consigue también lo imposible al contarnos la historia en presente, como si estuviera siendo testigo de lo que pasa mes a mes, sobresalto a sobresalto, polémica a polémica. Con la incertidumbre a flor de piel, con la ilusión del éxito y la incomprensión ante los palos gratuitos y controversias diversas. Un hermoso viaje en el tiempo a lomos de un auténtico pionero en tantas cosas…

El desarrollo del libro contempla aproximadamente unos trece meses. Nos vamos al punto en el que las presentaciones de Rock & Ríos (que finalmente despachará en torno al medio millón de copias, sin contar, claro está, todas esas cintas grabadas del vinilo) está concluyendo. Es precisamente ese periplo que lleva a Miguel a recorrer 24.000 kilómetros en pocos meses, con una nula planificación de trayectos entre concierto y concierto, y con recintos de todo pelaje. Desde escenarios raquíticos o inseguros, pasando por aforos irregulares o incómodos y una seguridad deficiente en todos los sentidos, lo que le lleva a repensar su próxima jugada, tomando la sartén por el mango y convirtiéndose en el propio director de su gira. Ahora sí, entendida como algo planificado de una vez, con antelación, con recintos amplios, seguridad, comodidad para músicos y trabajadores y un largo etcétera.

La caravana contó con casi 25 vehículos entre camiones, furgos y caravanas, 150 trabajadores fijos y 3.500 eventuales, alojamientos con hoteles enteros para todo el equipo, seguridad propia (además de la aportada por el Ayuntamiento de turno)… son algunos de los datos de la hercúlea tarea planificada por Miguel Ríos y su equipo, incluyendo las arduas negociaciones con alcaldes y presidentes de clubes para que cedieran los estadios a la causa. Valle además se sumerge en la naturalidad del código de la época, cabalgando a veces por el vocabulario popular de la época, sobre todo a la hora de hablar de dinero, alcohol y calle.

Una vez presentada la premisa central del nuevo libro de José Miguel Valle hay que reconocer que adentrarse por sus páginas, además de permitirnos conocer todo lo concerniente al disco y la gira en cuestión (haciendo parada en las particularidades de casi todas las ciudades), permite comprobar cómo cuarenta años atrás se pecaba de las mismas faltas y debates manidos que en nuestros días… O, bueno, quizá el bueno de Ríos también fue pionero en generarlos, como cuestionar la autenticidad de una propuesta en función del éxito popular que obtiene.

Esa mirada por encima de la mediocridad imperante será pronto castigada por los reaccionarios de turno, que le tomarán la matrícula y se tomarán la justicia por su mano a la hora de hacer crónicas de los conciertos. Especialmente sangrantes la de El País y las de algunas revistas especializadas. También por aquellos que temen a la normalidad con la que el Rock es capaz de mover a 600.000 personas en una gira planteada con 35 conciertos en 33 ciudades.

España sigue siendo tan cainita ahora como ya lo era entonces. Cuando un artista o banda aumenta su alcance más allá de su círculo endogámico llevará ya para siempre la cruz de no ser auténtico, de haberse vendido, de ser un producto, de estar respaldado en demasía por empresas o administraciones… Y un largo etcétera. La transversalidad en este país se castiga con el desprecio de los puristas y guardianes, como Cerbero, de las puertas de lo que separa el bien del mal.

También se consideraba ya ilícito que un artista quisiera ganar dinero con su trabajo, como si su carácter espectacular o plástico tuviera que ser como una dádiva altruista considerando caras las 800 pesetas de entonces que valía por normal general la entrada, frente a las mil largas o casi dos mil de bandas foráneas como Rod Stewart o Supertramp (dos satélites que van orbitando cerca en varios momentos del libro) o los Stones. Tampoco se perdona que una empresa privada (refrescos KAS) patrocine la gran caravana.

Por desgracia también late la dicotomía entre qué es Cultura y qué no, siendo usada siempre como arma arrojadiza, como demuestra el hecho de que se cuestionara el apoyo (nunca económico) del Ministerio de Javier Solana, llegando incluso a inquirirse explicaciones en pleno del Congreso de los Diputados.

Y es que el libro también hará un hiperrealista retrato de los sucesos que acontecen en el año. Desde la polémica por la ley del aborto (otra piedra de Sísifo, a tenor de lo que vivimos todavía cuarenta años después), pasando por los atentados de ETA, los accidentes aéreos en Madrid, el descreimiento hacia la OTAN, el temor nuclear…

El volumen, claro está, concluye con la resaca de la gira, con Miguel Ríos descansando de manera merecida, con Leño separándose mientras se intensifican sus problemas legales con la compañía y con Luz Casal preparando su segundo disco después de ir de menos a más en los conciertos.

Lo que más me sorprende, concluyo, es que en todas las ruedas de prensa que ofrecía Miguel antes o después del concierto en cada ciudad (por cierto, algo en desuso hoy y que bien podría retomarse), se le preguntaba por su retirada, por tener 39 años y acercarse a los cuarenta.

El tiempo no es un doctor, que decía aquel, pero sí que da y quita razones.

Menudo viajecito el de aquel año, Rock de una noche de verano.

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Os dejo, a modo de recuerdo, los enlaces a aquel álbum y un enlace del concierto fin de gira que emitió Televisión Española.

Publicado el junio 29, 2023 en Actualidad y etiquetado en , , , , . Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.

  1. Hola!!
    Increíble concierto.
    Los del barrio fuimos al concierto en el campo del Rayo. Vivíamos y aún viven algunos ahí, justo enfrente del estadio.
    Vimos como montaban el escenario, como ya había ocurrido con otros conciertos.
    Después de varias horas de concierto, Luz Casal a la que vi en el Botánico la otra noche, mis Leño queridos, y el gran Miguel Ríos. Qué cantidad de veces había escuchado el Rock and Ríos.
    Pues eso, después de varias horas de concierto, nos enteramos de que necesitaban gente para desmontar el escenario. Eran como las 2 de la mañana, así que una panda de amigos entre 15 y 17 años nos presentamos, y a las 8 de la mañana ahí estábamos para empezar a currar. Hacia falta pasta para las vacaciones.
    Fue una experiencia… Pero eso ya lo contaré, si es que a alguien le interesa, como lo anterior contado.
    Un abrazo a todos y feliz verano.

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