Miguel Ríos – Un Largo Tiempo

El próximo lunes, Miguel Ríos cumplirá 77 años (que celebrará con un concierto solidario en streaming, a beneficio de Mensajeros de la Paz y al fondo asistencial de la AIE (Sociedad de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes)). Cuando por fin pude verle en directo por primera vez fue, nada menos, que con la gira del disco 60 mp3, con el que venía a celebrar sus seis primeras décadas de vida. El caso es que su intención era retirarse de los escenarios poco después, en 2010, con la gira ‘Bye Bye Ríos’, pero ya saben: “los viejos rockeros nunca mueren”. Primero fue una canción por allí, una colaboración por allá con motivo de actos solidarios, unos cuantos conciertos sinfónicos… Y, claro, te lías y te lías y acabas de nuevo publicando un nuevo disco y saliendo de gira, incluso con la que cae. Ya podría tomarle ejemplo el bueno de Rosendo Mercado, tan unido a la figura de Ríos con aquella gira histórica. Tiempo al tiempo. Vuelve Miguel Ríos y, además de agradecerle el hecho per se, hay que reconocer que lo ha hecho de la mejor manera posible. Con un disco que no busca el efectismo, sino que busca la serenidad, tesitura y textura que confiere tal señorial edad. Un disco eminentemente acústico, con un descomunal The Black Betty Trío, capitaneado por Jose Nortes y con Edu Ortega y Luis Prado como lugartenientes. Pero que el comentario tampoco lleve a engaño.

Miguel ha sido siempre un rockero atípico. Siempre ha sido más conciliador que belicoso, le ha guiado más la bonhomía que las polémicas destructivas. Por eso, de su disco reflexivo no encontramos ni ajustes de cuentas, ni liberación de mal humor ni nada por el estilo, sino una colección de reflexiones que da la sabiduría de los años, la edad y una mirada siempre limpia y, sin ambages, muy humanista, lo que no significa ingenua. Diez temas que se mueven entre el blues, el folk y el country. Porque, pese a lo adusto, Miguel siempre nos suena a dulce simpatía a tímbricas conciliadoras. Paz en la tormenta.

Por eso, nos viene fácil y al primer toque la posible comparación con Johnny Cash, pero aquí no hay ese espíritu negro ni atormentado. La nostalgia no existe y lo que sí hay es una revisión de la propia historia desde el enriquecimiento constructivo de quien lo pasó y lo sabe. Ni mucho menos es un tampoco un testamento sonoro como podría considerarse el último de Leonard Cohen en vida, You Want It Darker. Ni siquiera el fascinante ejercicio ampuloso como el Blackstar de David Bowie.

‘Memphis – Granada’ es el primer repaso memorístico, con evidente cadencia de blues cimbreada con inteligencia desde las teclas y sutiles arreglos de cuerdas. Una historia compasiva por la biografía… “libertad y rock and roll”. ‘Que Salgan Los Clowns’ despunta acordes dylanianos en el fraseo, pero que aligera formas con ligeros slides en el desarrollo de la canción. ‘Cruce De Caminos’ aporta una importante dosis de sonoridad folk al álbum y también aligera la tensión narrativa con un toque más desenfadado tanto en las auto-referencias como en las propias formas, sobre todo del estribillo.

‘Por San Juan’ es una de las tres canciones que tiene una fuerte vinculación literaria. En este caso está inspirada en un artículo de Manuel Vicent en El País, recogido años después en el libro ‘Lecturas Con Daiquiri’. Una ambientación Mediterránea evidente, con ese rito ancestral de fuego y fertilidad. Y qué le voy a hacer…, ya saben. La segunda es ‘Esplendor En La Hierba’, uno de los momentos más bellos del metraje, tanto por la escala vocal como la sucesión de acordes de guitarra, entre la oscuridad y la épica con ese “pájaro azul de la inmortalidad”. Está inspirado en la belleza de Natalie Wood recitando el poema de William Wordsworth.

La segunda parte del disco se abre con ‘La Estirpe De Caín’. Una canción explícita sobre la consabida querencia autodestructiva de esta “querida España nuestra”. Territorios comunes de nuestra imaginería rockera, desde el ‘Hijos de Caín’ de Barón Rojo, pasando por ‘Cuna De Caín’ de Enrique Bunbury, de nuevo con mucha dosis de folk y con coros muy notorios y excelsos.

La tercera gran referencia literaria es la más explícita de todas, con el poema musicado de ‘Para Que Yo Me Llame Ángel González’, para lo que el propio Miguel Ríos recibió el visto bueno de la viuda del poeta ovetense, Susana Rivera. Como guiño, una gaita resuena de entre los acordes de guitarras, intrincados y latentes. ‘El Blues De La Tercera Edad’ es otro más para la colección y el primero de los temas avanzados del disco. Un impresionante homenaje a toda una generación, fuerte y valiente, pero sin plegarias lastimosas ni edulcoraciones románticas. “Cuando en su corazón suena el blues de la tercera edad, un sutil aguijón de nostalgia buscará en su canción un conjuro para convocar el mes de abril. Un talismán, una coraza, contra la soledad de la tercera edad”.

Llegando al final, ‘A Contra Ley’ cumple, con más descaro si cabe, la misma función que ‘Cruce de Caminos’, con un country ágil con arpa de boca incluida. El cierre vendrá de la mano de ‘Viene y Luego Va’ donde, recogiendo el testigo del bienvenidos de más arriba, aquí vuelve a haber meta-referencias como la de la reina de la noche, versionando el ‘Come Then Goes’ de Pearl Jam. Casi nada. La enésima muesca de un autor e intérprete siempre vivo y siempre vivaz que, aunque se parece, no siempre es lo mismo.

Tú sí que eres siempre bienvenido, Miguel.

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Lista de canciones – tracklist:

  1. Memphis – Granada
  2. Que Salgan Los Clowns
  3. Cruce De Caminos
  4. Por San Juan
  5. Esplendor En La Hierba
  6. La Estirpe De Caín
  7. Para Que Yo Me Llame Ángel González
  8. El Blues De La Tercera Edad
  9. A Contra Ley
  10. Viene y Luego Va

Publicado el junio 1, 2021 en Críticas Discos y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 8 comentarios.

  1. Me ha gustado mucho este disco en plan acústico. Por seguir en esa línea, te sugiero el último de Calamaro, que también es acústico pero por otras direcciones.
    Saludos.

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