Travis Birds – Perro Deseo
Después de avanzar durante el último año algunos videoclips de adelanto, la pasada semana vio la luz el esperado tercer trabajo discográfico de estudio de Travis Birds, la vocalista que sublimó cantando el texto firmado por Benjamín Prado en el que Sabina recibía debida respuesta a su “19 Días y 500 Noches”, que otras cuantas personas conocerían por al canción de la serie “El Embarcadero”, que nos encantó al escuchar lo hecho en su debut en Año X de 2016 (recomendadas “Alas”, “Azul Noche” o “Creature Of The Night”) y que nos convenció de que estábamos ante una artista de largo recorrido y potencial inmenso en La Costa De Los Mosquitos de 2021. (Le dimos uno de nuestros oros en los Discos del Año). Esto escribí entonces: «igual que nadie se baña dos veces en el mismo río, como decía Heráclito de Efeso, la propuesta artística, narrativa y musical, delicada y pasional, que ofrece la cantautora madrileña es tan inmensa y bella que sobrecoge en cada uno de sus pliegues vocales y arreglos musicales minimalistas, hechos con un inmenso buen gusto, basados en esa premisa de contención que es el menos es más. Alma de desencanto rockero tamizado de folclore y modernidad. Términos que se han vinculado con frecuencia en los últimos tiempos pero que en Travis Birds encuentra la paz sin artificios, el arte sin la urgencia comercial. Un viaje tan salvaje como sereno, tan interno como desbordante, aumentando todavía más las positivas sensaciones de su debut en Año X». Después de dos años girando y acumulando otras experiencias, Perro Deseo es identificable a su autora pero otro salto funambulista sin red. Un aura conceptual, mucho más revestimiento y ritmos y los ‘cameos’ de lujo de Depedro y Leiva. De nuevo con Calaverita Records. Allá vamos.
Siempre me ha parecido admirable la paciencia y contención que son capaces de manejar las bandas y artistas a la hora de dar salida a su nuevo material. Si me paso a mí con el libro de Extrechinato y Tú, costándome la vida no publicar su futura llegada (algo parecido intuyo que me pasará con el segundo) no entiendo cómo a veces hay discos y material que puede estar en el cajón durante años (hasta dos en el caso de un grupo metalero que veneramos en esta casa y que por fin ve la luz el mes que viene, el Miraveh de Hora Zulú, que llevo desde entonces escuchando en versión demo en casa).
Pero, más allá de eso, y como tan bien explica en esta entrevista con Javier Escorzo en EFE EME, más difícil si cabe resulta estar en el escenario defendiendo unas canciones que fueron creadas en un determinado momento emocional, que ya no es para nada el mismo que ha provocado otra dirección creativa, como es el caso. Es lo tantas veces me ha explicado el propio Robe, que sólo canta lo que siente porque si no se sentiría ridículo. De ahí que se niegue a cantar determinadas canciones en varias épocas de Extremoduro, por ejemplo.
El caso es que este Perro Deseo nos explota en las manos y en los oídos después de clamar durante meses y meses ser liberado. No es de extrañar que Travis estuviese igual de deseosa si tenemos en cuenta que además el lanzamiento viene acompañado de una gira ya cuantiosa en la que va a contar con banda al completo, vientos incluidos.
Otro elemento meritorio más es el de haber conseguido que el álbum suene como una unidad pese a que está grabando en distintos estudios, en varias épocas del año y con distintos productores. Principalmente Tato Latorre (de quien tanto hemos aplaudido su labor a la producción de Arco) y Paco Salazar, aunque también encontraremos en algún tema a Campi Campón, compañero de las primeras andanzas y muchos conciertos de Travis. (Como aquel ‘Secret Show’ ofrecido para Cooltural Go!, ciclo balsámico pese a las distancias y las mascarillas). Los músicos en esta ocasión han sido Toni Pagés (batería), Tato Latorre (guitarras, teclados, bajos y programaciones), Tony Molina y Enriquito Rodríguez en trombón y trompeta, respectivamente, con las mencionadas colaboraciones de Depedro y Leiva, que también sumó a su mano derecha César Pop al piano y hammond en su tema.
La fama (como Rosalía con The Weeknd) es la pasión que gira en torno a “A Veces Sueño”, que se viste ropajes actuales, con algo de aire urbano (entendible) en el arranque pero más animoso y orgánico en el estribillo, que se mueve en una ambientación entre lo urgente, lo eufórico y lo peligroso. Con acordes de española y una ondulación vocal cien por cien reconocible nos recibe “Cada Minuto”, canto a la posesión que termina de presentar todas las cartas sobre la mesa: efectos vocales, tempos rotos y un minimalismo que no impide las hechuras bailables y contemporáneas. El efecto de voces refuerza el punto obsesivo.
El trombón (que irá cogiendo presencia y grosor) de “Mis Aires” le confiere ese punto circense que Travis ha trabajado con frecuencia, influencia que diluye en este canto de libertad entre una cadencia de raigambre rumbera en un estribillo más acelerado, entre lo garrapatero y lo Muchachito. Cabaretera, alucinógena y con sonido ligeramente rajado de sobresaturación nos sacude “Peligro” y su éxtasis maldito y tóxico, asfixiado a veces en muteos imposibles. La inspiración se hace carne en “Perro Deseo”, con su referencia a las baldosas amarillas y de nuevo en combinación entre lo orgánico y lo sintético. Aires de vinilo y chanson se esbozan en el break antes de una coda con estrofa rapeada.
“Cuando Satán Vino A Verme” y su lujuria ejerce de tema central y posiblemente puede que sea la más ‘rock’ (si es que a este disco se le puede dar alguna etiqueta) con una escala de guitarra eléctrica muy Bunbury cambio de milenio. “Grillos” es el tema de magia cantado y grabado por Leiva y todo su equipo. Una canción de naturaleza muy delicada que sorprenderá por la mezcla de la voz del madrileño, que suena más naturalizada y menos impostada en sus consabidas maneras rockeras, haciendo que todo fluya con encantadora naturalidad, en un dueto que nos recuerda a aquellos magníficos de Quique con Nina o de Coque con Anni.
La acción es el deseo que mueve a “Una Romántica” que pasa por ser un bolero muy acelerado, pero manteniendo el encanto y melosidad del género y un punto luminoso pese a las cartas marcadas para perder de la historia narrada. “Urgente”, dedicada al amor, es la canción donde encontramos a Depedro, que es llamado a filas para que sume su maestría con los sones latinoamericanos como tantas veces ha hecho a solas o con Caléxico. En lugar de su habitual cumbia, aquí abraza el porte tanguero con su voz y aportando la segunda parte del tramo de letra. La trompeta y el piano más limpio que aparecen en el segundo tramo le dan un distinguido toque jazzy.
Llegando al tramo final, “Oruga” (la soledad) tiene algo de psicodelia, en un crescendo brutal hacia una distorsión que nos coge por sorpresa pero que suena a gloria. También se presenta magnífica “Canción Del Valle” con cierto toque mortuorio, de clara influencia de Federico García Lorca, para cerrar con belleza y dos excelentes gemas un álbum que, una vez más, nos confirma que estamos ante un diamante en bruto que tiene todo el crédito y los recursos sobrados para seguir sorprendiéndonos y cantándonos en el futuro. Volverá a estar en los discos del año, claro.
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Lista de canciones – tracklist:
- A Veces Sueño
- Cada Minuto
- Mis Aires
- Peligro
- Perro Deseo
- Cuando Satán Vino A Verme
- Grillos (con Leiva)
- Una Romántica
- Urgente (con Depedro)
- Oruga
- Canción Del Valle
Publicado el octubre 25, 2023 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, Perro Deseo, Travis Birds. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.




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