Han querido las labores promocionales y otras historias laborales que se haya demorado unos días el compromiso de cerrar el doblete de Manolo Kabezabolo, que el pasado 8 de febrero cumplía 59 años, y que ha publicado recientemente ese doble álbum reunido bajo el nombre común de Punkatarsis y que está formado por Ya Pueden Llover Balas y El Diskobolo, con sus habituales versiones, con denominador en ambos casos de contar con un nutrido elenco de colaboraciones. Un lanzamiento que se ha hecho coincidir también con esta biografía de conversaciones junto a la dupla literaria más conocida de nuestro rock, como son los Kikes (Babas y Turrón) de quien tanto y bueno hemos escrito aquí a lo largo de los años. Un libro que viene de la mano de otros habituales de la casa como Desacorde Ediciones, en una edición rica en imágenes y muy compacta y disfrutable. Tenía mis dudas de si después de aquel documental dirigido por Alberto Andrés Lacasta, que también pude ver en primicia antes de su estreno  como se contó, el libro podría aportar algo nuevo al recorrido de las andanzas vitales de Manolo Kabezabolo y la respuesta llegó sola con el devenir de unas cuantas páginas. La obra permite sentir a Manolo más cercano si cabe, más cerca a la persona que al personaje en un periplo sentido y sobresaltado, por algunos momentos puntuales del recorrido y también por la dilatación de un proyecto que finalmente se ha prolongado durante casi tres años y medio. Sin duda, la espera ha valido la pena.

En lugar de a épocas temporales concretas de su biografía vital, el libro se estructura en capítulos que tienen que ver con cada una de las ‘sesiones’ de conversión con el protagonista. Con una transparencia ejemplarizante, los Kikes detallan en la introducción de cada uno de los capítulos el dónde, el cuándo, el cuánto y el cómo se producen esas grabaciones para ir tirando del hilo, a partir de una funcional estructura esquelética previa de hitos a comentar pasada por el propio Manolo.

Además, algunos de esos capítulos se riegan con firmas invitadas apropiadas para dicha época vital en cada momento. Por orden cronológico, se trata de Dani de 13 Bats, Natxo de Animales Muertos, Josu Distorsión, Claus Groten de Vómito, Juan Abarca de Mamá Ladilla, Podri de Rat-Zinger (ha sido un gusto leer, por sorpresa, que pude ver la primera colaboración que tuvieron en directo en la fiesta de presentación del extinto Aupa Lumbreiras!), Sho-Hai, R de Rumba y Kutxi Romero.

También se recupera la nota de prensa que firmó Albert Pla para la promoción (o más bien petición de lapidación y encierre) de Manolo a raíz del lanzamiento de su Tanto Tonto Monta Tanto. No es lo único recuperado ya que también (y es divertido el recorrido por todo el contexto y la sorpresa constante) se incluye el diario de la gira americana ‘The Last Tres Tour’ firmado para Maneras de Vivir por MKB, Santi Ric y Txupi en noviembre de 2004 y, de regalo, una serie de cinco textos (canción – poesía) inéditos y una galería de fotos a color que se suma a espolvoreada por el resto de páginas…

«Acreedor de una insólita leyenda urbana, la del cantautor punk que pasa temporadas en el psiquiátrico y se consume a fuego rápido en anfetamina, en estas conversaciones Manolo Kabezabolo se muestra, ante todo, como un creador e intérprete de música punk-rock, y explica su afamado cancionero, poblado de proclamas antisistema, crítica política, historias rocambolescas, aceradas reflexiones vitales y apología estupefaciente, todo bien regado de Insanas dosis de ironía, humor y mala hostia».

Manolo, como dicen también en la promo, «también entra al trapo, en el minucioso cuestionario que le plantean los reconocidos biógrafos musicales Kike Babas y Kike Turrón (Manu Chao, Rosendo, Los Enemigos, Fito, Siniestro Total, Los Rodríguez, etcétera), y rinde cuentas sobre los diferentes aspectos de una biografía tantas veces vivida al límite, unificando persona y personaje, y confrontando con su propia épica de artista irredento e inestable con fogonazos de genialidad suburbial, y matizando y puntualizando cuánto hay de verdad y de fábula y qué medida él alimenta, desinfla o se destiende de su propia leyenda».

Por cierto que en lo de entrar al trapo también hay alusiones e impresiones de otros artistas del rock con quien ha coincidido a lo largo de los años, especialmente en los años festivaleros de los noventa (menciones a Fito, Robe, Iñaki, El Drogas o Evaristo, entre otros) o los artistas de su tierra (Enrique Bunbury, Amaral, Violadores del Verso…).

Considero que lo más profundo del libro es la madurez resignada, la naturalidad y la sencillez con la que Manolo habla de todo el aspecto clínico (aunque su historial curiosamente ¡haya desaparecido!), de las recaídas, de los ajustes del tratamiento, de la necesidad de terapia en la eterna (¡a estas alturas!) confrontación entre la psiquiatría química y la psicología.

Y uno se pregunta de qué será capaz en próximos discos ahora que ha vuelto a reinventarse de nuevo (las idas y venidas de las distinta formaciones se cuenta en detalle, como también la ruptura final con su equipo de la última década), tocando a dos guitarras y dos voces o solo, con unas canciones que han dejado de hablar el 95% de las veces del speed («spizofrenia», inventa Manolo) para mirar a cuestiones más personales.

Que tengamos más años para verlo, porque desde hace mucho tiempo, para el colectivo punk y rockero, Manolo es inmortal.

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