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Mamá Ladilla – Exhuma y Sigue

Cuando un cómico o monologuista nos cae en gracia (nunca mejor dicho) caemos en el error de empezar a verle tantas veces que, al final, el cartón piedra se hace patente y nos puede acabar resultando predecible y previsible y no hay nada que haga menos gracia que sabernos el final antes de escuchar el principio. Es una jodienda, si lo piensan, pero es algún pero tenía que tener estar tocado con la divina barita de la capacidad para hacer reír. A no ser que seas como Chiquito y el final no sirva para nada y lo importante sea el trayecto. El caso es que en el caso de los grupos que hacen del humor un arte… ¿se les exige más que a uno ‘convencional’? A fin de cuentas, todos conocemos a autores, bandas, escritores e, incluso, algún crítico musical (ejem) que parece llevar escribiendo la misma canción, el mismo disco, la misma novela o ensayo, o la misma crítica con pequeñas variaciones y no pasa nada. Sin embargo, a los del saco divertido, le pedimos constantemente chistes y ocurrencias máximas que nos evadan del este vil y cruel mundo por unos minutejos, cuanto menos, igualando su máxima cota y malla conocida. Como es lógico, esto jamás puede ser así porque ni siquiera el oyente es el mismo hoy, que ayer, menos todavía que hace años. Evolucionar adquiere otra dimensión y cada nuevo artefacto sonoro de este marco conceptual debe ser tomado con una cierta perspectiva, como el icono amarillo ese de una ceja levantada y la mano en la barbilla (o parte inferior del círculo, mejor dicho). El caso es que Mamá Ladilla, con Juan Abarca al frente, ajeno o no a todo este cacao, se ha marcado otro disco de estudio, titulado Exhuma y Sigue con que el nutre de doce nuevas coplas su henchido repertorio que ya supera el centenar de temas. No es poco.

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