XXXV Candil Rock. 091, Tito Ramírez, Banda Sinfónica de Huércal de Almería

Contra viento y marea y habiendo pasado ya dos momentos críticos (uno a finales de la primera década del presente milenio y otra, como todos, pandemia mediante) el festival ‘de día’ Candil Rock sigue acumulando ediciones de manera imparable hasta llevar ya la nada desdeñable cantidad de treintaicinco ediciones. Un periplo (que también incluye fases ‘de pago’ y otras de ‘entrada libre’, como en los últimos tiempos) que ha hecho que se hayan vivido fases musicales de todo tipo, desde el más apunkado, pasando por otras más heavys, algunas más propias del mestizaje y, en los últimos tiempos, con una apuesta en firma por un rock más adusto y maduro, si se permite el término. Los cabezas de cartel de ‘esta fase’ hablan por sí solos: Siniestro Total, Ilegales, Enemigos, El Drogas… y anoche 091. Los de Granada, absolutamente inspirados, encabezaron una edición acompañada por el cóctel de Rhythm & Blues, Rock & Roll, Soul, Bugaloop, Cha Cha Cha y Bluebeat de Tito Ramírez (una propuesta también frecuente, la de optar por grupos de este corte, como ya hicieran con Los Mambo Jambo o, con otra vuelta de tuerca, con Los Tiki Phantoms la pasada edición) y, la agradable sorpresa de la Banda Sinfónica de Huércal de Almería que, con motivo de una edición tan especial, desplegó un repertorio de arreglos orquestales para una serie de canciones de bandas que han pasado a lo largo de los años por el festival. Una ambiciosa propuesta dentro de la modestia de la formación pero que salió de lo más gozosa. Así, añito a añito, Candil Rock sigue siendo uno de los festivales más longevos de la escena. Y lo contamos un año más. (FOTOS: Juan Jesús Sánchez Santos para RockSesión).

Desde luego que no parece haber punto medio a la hora de afrontar un desafío como el de ofrecer versiones sinfónicas de canciones como “Salve” de La Polla Records, “Bailaré Sobre Tu Tumba” de Siniestro Total o “En Blanco y Negro” de Barricada. No sólo porque la original tiene una poderosa huella en la memoria colectiva, sino porque el escenario es implacable y las fallas se ven enseguida, si las hubiere. No fue el caso. El trabajo del director, Félix Ruiz, y su subdirector, Nicolás Egea, ha sido titánico en los últimos meses y dos guitarristas, un bajista y un vocalista (que a su vez no forman grupo entre sí) se vivió con ilusión y prestancia, ofreciendo un resultado de lo más agradable, fresco y divertido. Entre los temas citados, también hubo hueco para más reposados, como “¿Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Este?” de Burning o “Cadillac Solitario” de Loquillo.

Claro, es que 35 años dan para mucho y sin duda que la banda sinfónica tenía ante sí un repertorio gigantesco donde poder elegir. Incluso da para muchos más años. Ahí quedaron las mastodónticas “Dolores Se Llamaba Lola”, de Los Suaves, o “Agradecido”, de Rosendo. Fueron muy celebradas, dentro de mayor previsibilidad, “Concierto Para Ellos” de Barón Rojo o “Fiesta Pagana” de Mägo de Oz. La gran inesperada de su repertorio, sin  duda, y creo que para el grupo original sería impensable, escuchar arreglos sinfónicos a “El Abuelo Fue Picaor” de Porretas. La actuación finalizaría con “Va A Estallar El Obús”, de Fortu y los suyos, y una acelerada y abrasiva “Cannabis” de Ska-P. El público y la banda se quedaron con ganas de bises, pero el amplio dispositivo técnico desplegado en el escenario hacía necesario cumplir con el horario para la llegada de ‘los Cero’, de 091.

Lo he escrito en numerosas ocasiones… y las que quedan. Lo de 091 es una gozada en su máxima expresión. La banda de José Antonio García a la voz, José Ignacio Lapido y Víctor Lapido en las guitarras, Jacinto García al bajo y Tacho González a la batería (en esta gira han prescindido de Raúl Bernal a los teclados) tiene en sus canciones, en sus manos y en sus voces la magia perfecta entre la sobriedad y la melodía, el empaque rocoso y la accesibilidad. Y lo consiguen con una puesta en escena en la que no hay grandes alardes ni poses para la galería (apenas interactúan entre ellos y, casi diría, ni siquiera se produce contacto físico en toda la actuación), cada uno con el desempeño entregado de su trabajo, equilibrado entre talento, clase y porte, para hacer sonar a la gloria un repertorio de por sí inmenso.

Hasta las canciones de su último disco de estudio hasta la fecha (el que les confirmó en el regreso definitivo, pese a que García y Lapido mantengan sendas trayectorias en solitario) conviven ya con naturalidad entre tanto clásico majestuoso. Tras la intro Morricone habitual, que ya de pistas de lo curtido que se viene, “Vengo A Terminar Lo Que Empecé” da prueba de ello. También “Naves Que Arden” o “Condenado”, situadas en la primera parte del repertorio junto a la sinfonía guitarrera de “Zapatos De Piel De Caimán” o la coreada “El Baile De La Desesperación”. El concierto arrancó con buen sonido pero lo que parecía difícil de mejorar todavía lo hizo más y la noche siguió en un acto de celebración de un público con bastantes ganas de cantar.

Desde luego que temas como “Tormentas Imaginarias”, “Este Es Nuestro Tiempo”, con García en plan mesiánico entre coqueteos de rock sprinsteeniano, o “Huellas”, excepcional, ayudaron a ello. “Leerme El Pensamiento” fue otra concesión a las coplas más recientes, antes de que “Cartas En La Manga” conquistara con sus aires sesenteros de los coros armonizados a cuatro voces o que “Por El Camino Que Vamos” sacara a relucir las piedras aullando al más puro estilo Stones, con José Ignacio Lapido puliendo joyas como un orfebre en cada uno de sus solos. También Víctor tuvo sus momentos, como el solo de “La Noche En Que La Luna Salió Tarde”, un medio tiempo de fraseos deliciosos.

El marchamo andariego de “Nada Es Real”, casi a lo “Passenger” prendió la segunda mitad de concierto, con una afilada armónica en “Al Final” y una encantadora ascendencia soul en la voz y con suaves delays de guitarra de “Un Cielo Color Vino”, muy bien ambientada en sus luces violáceas. Ahora sí, llegaba el rebato final. “La Canción del Espantapájaros” sigue siendo una de mis debilidades, con la misma fuerza que el día que la escuche por primera vez. “La Torre De La Vela” arrebata con su riff pegadizo y pegajoso y esa escala vocal a la que es imposible no sumarse. “La Calle del Viento” suena a rock castizo de vieja escuela reforzada con la percusión metálica y ejerció de despedida ficticia (en este caso sólo hubo una, frente a las dos habituales).

En los bises regalaron los cuatro temas que todos sabían que iban a llegar. “Esta Noche” inició la fiesta final para el enlace desbordante de adrenalina con “Qué Fue Del Siglo XX”, tan incendiaria como siempre. “Otros Como Yo” desplegó sus galones redentores mientras que el cierre final llegaría, maracas incluidas a lo Flamin’ Grooves, con “La Vida Qué Mala Es”, con un efectismo de guitarras, batería, bajo y voz embaucador y extasiante. Sobrerazo y reverencia para una banda imprescindible.

Repertorio – setlist:

  • Vengo A Terminar Lo Que Empecé
  • Zapatos De Piel De Caimán
  • El Baile De La Desesperación
  • Naves Que Arden
  • Condenado
  • Tormentas Imaginarias
  • Este Es Nuestro Tiempo
  • Huellas
  • Leerme El Pensamiento
  • Cartas En La Manga
  • Por El Camino Que Vamos
  • La Noche Que La Luna Salió Tarde
  • Nada Es Real
  • Al Final
  • Un Cielo Color Vino
  • La Canción Del Espantapájaros
  • La Torre De La Vela
  • La Calle Del Viento
  • Esta Noche
  • Qué Fue Del Siglo XX
  • Otros Como Yo
  • La Vida Qué Mala Es

Como apuntaba, viene siendo habitual también incorporar alguna banda de otros subgéneros del rock, de ambientaciones más especializadas en las últimas ediciones. A Los Mambo Jambo de Dani Nel·Lo o las máscaras hawaianas de Los Tiki Phantoms se sumó anoche Tito Ramírez y la banda que le acompaña bajo el nombre de Los Verdaderos Reales (Batería: Jesús Alonso, Saxo Barítono: Pablo García, Trompeta: Luis Soler, Congas: Alejandro Fernández, Bajo: Manuel Espinosa. Órgano: Enma Fernández). Un auténtico super combo para una propuesta muy ‘de género’ que empezó de forma trabajosa debido a problemas con la sonorización. Eso sí, cuando la música comenzó a sonar consiguió, pese a las altas horas y los pequeños problemas, sumergir al público en su calorífica propuesta donde los sonidos negros y latinos se ejecutan con una prestancia plausible.

«La excelentísima perversidad», presentada como «emperador» por su trompetista, despertó una «gosadera» desde el arranque con “Mambo nº 666”. Rhythm & Blues, Rock & Roll, Soul, Bugaloop, Cha Cha Cha y Bluebeat abriendo en el primer tramo con temas como “Poder De Amor (Power Of Love)”, “Alma Sicodélica (Psychedelic Soul)” o “Diablo”, todas pertenecientes a su nuevo larga duración, publicado hace apenas tres meses bajo el nombre de El Prince con El Volcán Música y Antifaz Records. Más latino en “Pal Barrio”, más bugaloop en “Culpable” y más gamberro (todavía) en “Yadda-Haddabadoo” se sumaron a una fiesta sin duda diferente.

Candil Rock, larga vida.

Otras ediciones:

XXXIV Candil Rock 2022. El Drogas, Casino y Los Tiki Phantoms

XXXII Candil Rock 2019. Sábado, 29 de junio

XXXI Candil Rock, 30 de junio

XXX Candil Rock. 1 de julio

XXIX Candil Rock: Def Con Dos, Gritando En Silencio y La Taberna Del Muerto

Boikot. XXVIII Candil Rock. 25 de abril

El Último Ke Zierre + The Dry Mouths. Candil Rock 2014

Publicado el junio 25, 2023 en Crónicas Conciertos y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

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