Estopa – Estopía

Publicado por elchayi

Con portada a lo El Bosco, obra de David Salvador ‘Jandi’ que a sus virtudes habituales sumó técnicas de IA, Estopía vio la luz en su totalidad el pasado 15 de marzo, en lo que viene a ser su noveno trabajo discográfico de nuevas canciones (esto es, exceptuando maqueta, directos y recopilatorios), celebrando con ello el vigesimoquinto aniversario de su salto con el mágico debut homónimo, Estopa. Cuatro años y medio han pasado de su anterior Fuego que confirmaba la suerte de ‘resurrección’ (término muy apropiado para esta semana) que ya habían mostrado en Rumba A Lo Desconocido tras ese tránsito irregular de década entre Allenrok y, sobre todo, con aquel Estopa 2.0. Y si en Fuego nuestros queridos hermanos Muñoz levantaron el pie del acelerador, ofreciendo un disco de sofá y vino en copa, ahora han vuelto a las andadas de su soniquete más celebrado, de sus melismas de dientes apretados y ojos cerrados y de sus estribillos que van servidos con azufre y mechero. Lo hacen además desplegando más que nunca todas sus alas e influencias. Por haber hay hasta formas y hechuras muy cercanas a su querido Roberto Iniesta (ya sea como Robe o como Extremoduro), se cuela un homenaje de rompe y rasga al propulsor de la rumba catalana como fue el Pescaílla, hay hasta un explícito para Iron Maiden y muchas ganas de hacer vibrar al personal. Es un disco que no se come la cabeza en falsas apariencias ni trampantojos. Ante un mundo perverso, Estopa sigue rezumando honestidad sin dobleces. Y lo hacen mientras se siguen subiendo a escenarios cuando se encuentran a una banda que les está versionando, o cantando en el tren y en el metro o colaborando allá donde se les pide (Ni siquiera me pusieron reparo alguno para hacerse una foto con el libro sobre Extrechinato y Tú. Eternamente agradecido, como Rosendo). Currarían en una fábrica de piezas en serie pero ellos rompieron su propio molde.

Estopía (entre la distopía y la utopía) ha sido realizado y producido por los Muñoz Bros con Roger Rodés (también ingeniero de grabación) y Nacho Lesko como ayudantes de producción y con Curt Schneider como ingeniero de mezcla de unas grabaciones que se realizaron en los estudios de Estopa, situados en Sant Feliú de Llobregat, entre los meses de abril y octubre del pasado 2023. La masterización la hizo Dave Kutch en The Mastering Palace en Estados Unidos.

La banda viene formada por Paco Bastante al bajo, Anye Bao a la batería, Ludovico Vagnone a las guitarras eléctricas, Juan Maya en la guitarra española y palmas, Nacho Lesko en teclados y palmas, Luis Dulzaides en percusiones, Chonchi Heredia en los coros y los hermanos David Muñoz a la voz y José Muñoz en guitarras y segunda voz.

Al ‘equipo base’ se le suman aquí y allá otros colaboradores, con mención especial para un tal Antonio García de Diego, que suma su guitarra eléctrica en cinco temas. Por completar la nómina de nombres para que no se nos enfade nadie, tendremos también de forma puntual a Roger Rodés en voces, Marçal Ayats en el cello, Uixi Amargós en viola, Ana Fernández y Olvido Lanza en violines (por cierto, los tres temas en los que participa el cuarteto de cuerda son consecutivos, lo que le da una coherencia inusual a la dinámica del disco) y Chiqui Maya (palmas), David Carrasco (saxofón tenor y barítono), Marcos Crespo (trombón) y Alejandro Serrano (trompeta) en los metales de “La Ranchera” final.

“El Día Que Tú Te Marches” fue el primer adelanto del disco y pasa por ser la gema indiscutible de la docena de temas. Una rumba orgánica que llega directa desde su sencillez y que tiene pinceladas de poética fina entre el trazo grueso de su arrebatadora declaración de amor y necesidad a las musas y, por ende, al público que les ha acompañado estos 25 años. Mención especial para una Chonchi Heredia siempre en el quiebro preciso. “Ké Más Nos Da” aumenta el grueso de la distorsión y el empaque de una base rítmica más rockera y espídica, a límites que recuerdan a aquel desbarre de adrenalina que fue Destrangis, marcando el break en un estribillo más liviano y acogedor, regado por esas teclas que irán yendo a más. Un ‘carpe diem’ que mantiene la energía con profusión.

El Pescaílla es un artista que vivió a la sombra desde que se convirtió en ‘marido de’ Lola Flores pero siempre ha sido reivindicado por los sabios de la rumba catalana como Ramón de España, entre otros, que ha pasado siempre por ser su gran defensor intelectual. Y por ahí se marcan su homenaje con calor y estilo pegándole un acelerón final como los que hacía mientras se marchaba del escenario con toda la troupe. “No Digo Ná” relaja el tempo pero no la excitación. Estamos ante un corte en el que brillan los arreglos circulares y casi hipnóticos de sintetizadores, lo que le dan un aire de visión de lucidez ante la estrella que guía, y una inconfundible guitarra de Antonio García de Diego.

“Mañana Clara” es una esas canciones donde la manera de modular la voz de David y esas percusiones entre las que se cuelan los acuerdes de guitarras más líquidas confieren una ligereza que parece elevarnos unos centímetros por encima del suelo. De nuevo entre el sueño, la realidad y los recuerdos. Un buen medio tiempo bien rematado con un estribillo funcional para que luzca el resto de la canción. La primera parte se culmina con “Luz De Las Velas”, un tema que juega en distintas atmósferas y tempos, que viene a acentuar más si cabe la fuerza y expresividad de una yuxtaposición de imágenes y metáforas que dan un todo irresoluble.

“Tal Dulce” abre la segunda parte con un arranque que en los inicios se mueve en términos de Triana o Alameda y en el crescendo del puente coge hechuras de rock que en el estribillo conectan con lo dicho de Extremoduro y esos aires de temas como “De Manera Urgente” y similares. Por si fuera poco, el desarrollo va endureciendo la base rítmica y el despliegue de guitarras hasta llegar a puntear sutilmente. El arreón final (al que le hubiese dado más metraje) le suma calor al asunto hasta cerrar con el citado riff de “The Trooper” de Iron Maiden.

En “Sin Tinta En El Boli” salen a relucir los efluvios sabineros que tanto han alardeado también a lo largo de los años. Incluso aquí en el marchamo de un medio tiempo que se adorna y florece con el cuarteto de cuerdas. Es la que abre esa trilogía de temas con violín, viola y cello. “Sola” además cede el protagonismo melódico al piano y es quizá la que tiene el texto más crudo de la docena junto a “Pesadilla Familiar”, un corte que entre la guasa y la locura dice alguna que otra verdad como dedo en amígdala, que diría Juan Abarca. De nuevo el cuarteto eleva la suntuosidad de las melodías.

“Del Revés” es un ejercicio rítmico con matices de funk, un bajo algo más denso y tempo muy pautado que, de hecho, ya anticipa un remix por venir a cargo del gurú Alizzz (por cierto, fan también de Iniesta). Aunque eso sí, el estribillo es la zapatilla habitual. El broche vendrá en forma de experimento con “La Ranchera”, el género que acercará al pop – rock Sabina con su “Y Nos Dieron Las Diez” de Física y Química, que casualmente es otro de los temas donde está Antonio García de Diego, y que Estopa se lo lleva al desbarre fronterizo que acaba en fiesta explosiva con su fanfarría y sus casi síncopas.

Estopa celebrará estos 25 años con una gira por todo lo alto que, con suerte, me pillará a tiro en su parada en Almería. A ver si se prestan a una entrevista de esas de ‘prueba de sonido’, como nos gustan. A por otros 25.

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