Kaótiko – Aprende Violencia

Como nunca llueve a gusto de todos, no ha caído igual de bien la nueva entrega de estudio de la banda de Agurain, Kaótiko. Ni blanco, ni negro, detractores y defensores pueden tener cierta dosis de razón en algunos de sus argumentos pero, en términos generales, avanzaré que considero que es un álbum que mejora el nivel medio de su antecesor, Sindicato del Crimen, y también aplaudo su valentía por el hecho de dar una vuelta de tuerca más a sus sonidos e influencias para ofrecer algo nuevo, que ya de por sí es bastante mejor que repetir patrones de actuación y composición una y otra vez. Es decir, que quien quiera que la banda siga sonando como en el Raska y Pierde, que coja y le dé al play a aquel disco. ¿Qué ofrece, por tanto, Aprende Violencia, el octavo disco de Kaótiko? Por un lado, concreción (27 minutos), por otro homogeneidad en las formas (melodías, ritmos, fraseos, estribillos) y en el contenido (casi todos los temas giran en torno a la santa trinidad dibujada por Evaristo Páramos: religión, violencia desde el individuo y violencia desde los poderes fácticos. No ‘se vende’ como conceptual, pero podría serlo. Un disco que mantendrá viva a la banda otra larga temporada sobre los escenarios. Otra cosa que celebrar.

Con producción de Haritz Harreguy, el quinteto formado por Jhony a la voz, Xabi a la batería, Mortx al bajo y coros y Aguayo y Aguayiko a las guitarras y el segundo, también, a los coros, presentan una decena de temas que no dejan lugar a la menor duda en las intenciones de la formación. Hay un palpable intento por renovar el sonido del grupo, modernizando patrones clásicos del punk rock con mucha distorsión sin perder melodía, con un tempo veloz pero sin forzar la maquinaria y con una producción de las voces arriesgada, puesto que juega con efectos, segundas líneas graves y otros aderezos que casi lo acercan a lo maquinal. Personalmente, considero un acierto esta ‘apertura’ en el concepto musical del grupo, aunque también comprendo que haya podido chirriarle a más de uno.

Como apuntaba, después de firmarles varias canciones en entregas anteriores, el bueno de Evaristo se marca las letras del disco, conteniendo su habitual falta de pelos en la lengua, para contenerlo en un enfoque algo más elevado y menos explícito. (Spoiler: mañana, por cierto, coincidiendo con la rueda de prensa en la que explicará los detalles del regreso de La Polla Records, publicaremos la crítica de su libro de memorias sobre la banda Qué Dura Es La Vida Del Artista, Desacorde Ediciones).

Violencia’ ejerce de carta de presentación del conjunto. Violencia como dios y credo, violencia que genera más violencia. Musicalmente, el tema se sustenta con una guitarra en primera línea en el fraseo y destaca también un break limpio y afectado de voz que le da un toque lúgubre y sobrio que se repetirá en varios pasajes. En ‘Aleluya’ es el bajo quien lleva el peso en el arranque y nos define a un dios que demanda sangre: “dios ha vuelto y nos dará millones de muertos”. Los coros del estribillo la acercan a esas canciones ‘carne de directo’ tan propias de la banda.

De los de la ‘guerra santa’ a más ejércitos, esta vez los de la corrección política, constitución mediante en ‘Profecía‘. “Tu vecino será quien te denuncie, las sirenas te vienen  a buscar”. Quien sí se merece denuncia es la violencia de género, perfilada en doble enfoque en ‘Amor Muerto’. Las primeras estrofas narradas desde el punto de vista del agresor (“La familia está reunida esperando mi paliza, ha sonado el reloj del miedo”), el resto, de la agredida “otra vez rota en el suelo, te juro que lo haré, te mataré”). La primera parte de la decena se alcanza con una machacona entrada en ‘Volando Bajo’, retrato impresionista de la miseria urbana provocado por una crisis galopante. “Aquí solo importa cómo llegar a mañana, vivir es difícil fuera de la humanidad”. Evaristo en estado puro.

Tras la primera descarga de violencia, la segunda parte no deja concesión y sigue con la tónica. ‘Gloria Guerra’ despliega un estribillo algo más luminoso en su línea principal, en contraste con otra escalofriante muesca: “no hay gloria en los niños amputados”. En ‘Vamos a Volar’ se enfoca con frialdad y efectividad los abusos infantiles producidos en el seno de la Iglesia. En casi todas las canciones hay solos de guitarra (breves, eso sí) pero el de este ‘pica’ como merece. En la coda final se tira de coros ‘fáciles’ que les da el toque americano que siempre ha esbozado la banda en mayor o menor grado.

Otro coqueteo colista de guitarras nos recibe en ‘Un Tipo Normal’, que puede conectar de alguna manera con el tercer corte. Policía ‘a las ordenes’: “si me deber es golpear (…) si me deber es machacar”. No es difícil imaginarse la historia. En ‘Camellito Pérez’ y ‘Adiós Mi Esmordor Querida’ aparecen las dos ligeras concesiones al humor aunque, claro, siempre desde el ácido punto de vista de Kaótiko y su letrista. La primera con una muerte ‘poligonera’, la segunda con un reactualización del verso de Antonio Molina o Juanito Valderrama, a quienes citan con justicia. Emigración, inmigración: “quieren joderme en mi país y también en el extranjero”. Misma moneda de la misma miseria.

La historia se repite. No hay manera.

 

Lista de canciones – tracklist:

  1. Violencia
  2. Aleluya
  3. Profecía
  4. Amor Muerto
  5. Volando Bajo
  6. Gloria Guerra
  7. Vamos a Volar
  8. Un Tipo Normal
  9. Camellito Pérez
  10. Adiós Mi Esmordor Querida

 

 

Publicado el marzo 12, 2019 en Críticas Discos y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.

  1. ¿En general Evaristo hace las letras de Kaótiko o solo este disco? Buena critica!!

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