Fuel Fandango – Origen
“Haz florecer esta tarjeta. Sumérgela en un recipiente con 5 mm de agua. A la semana, trasplántala a una maceta. Riégala y mantenla bajo el sol” (todavía no lo he hecho). Con estas instrucciones de uso se desliza del libreto de Origen un presente de visita que viene a sintetizar la pulsión de vida que quiere transmitir la decena de cortes que conforman el cuarto larga duración del dúo formado por Nita (Cristina Manjón) y Ale (Alejandro Acosta). Como viene siendo habitual en Fuel Fandango, se han tomado el tema con la calma y la sabiduría consabida de que las prisas no son buenas consejeras. Lo han hecho así en cada una de sus entregas. Tras el prometedor EP1 llegaría el debut epónimo en 2011, dos años pasarían hasta el Trece Lunas (2013), tres al Aurora (2016) y casi cuatro para este Origen, que pasa por ser su primer álbum íntegramente en castellano, después de que el anterior ya estuviera en más del 50%. Con la precisión cirujana que ha caracterizado toda su obra, Fuel Fandango consigue en este trabajo el más difícil todavía. Cargar las tintas en la dualidad electrónica-flamenca sin que ninguna de las dos rompa el equilibrio atmosférico que consiguen. Por el camino, mantienen los pasajes ‘chill-out’ o desarrollan cierta grandilocuencia hímnica, todo ello guiado, como apuntaba al inicio, de cantos que buscan la vida desde su germen. No es que sea un tratado filosófico pero, para un disco de música comercial que se cuela en el número uno de los más vendidos, no está mal.
Origen se gestó entre los meses de marzo y octubre, tanto letras como grabación. Fue registrado en Famara Studios y Estudios Reno, de Madrid, con Ale Acosta en la producción, asistido en algunos momentos por Paco Salazar. La mezcla la firma Felipe Guevara en Closet Studios y la masterización Chris Athens en Austin. En ese refuerzo del lado flamenco, Fuel Fandango ha querido contar con las colaboraciones especiales de, nada menos, los guitarristas Vicente Amigo, Dani de Morón y Rycardo Moreno.
Si la tarjeta de visita lo decía claro, también la primera estrofa: “Deja que la vida brote donde menos te lo esperas. Deja que se abra camino y trepe como enredadera. Deja que me lleve el aire hacia un futuro nuevo. Deja que vuelva al origen y desaparezca el miedo”. ‘Mi Danza’, con Dani de Morón en las seis cuerdas, es una de las mejores canciones del disco, quizá por tener uno de los desarrollos de fraseo más flamenco de todos. El estribillo, por su parte, tira de tempo tribal, que no será la única vez en el metraje, puesto que es otro de los grandes denominadores recurrentes.
El acorde del inicio ‘Despertaré’ dibuja una inteligente continuidad con respecto a su predecesora. Un fraseo limpio que también tira de raíces, si bien aquí en el estribillo gana el peso electrónico y un loop de guitarra bastante resultón. Viniéndose a más, ‘Silencio’ es de los cortes más bailables y sampleados vocalmente, con ese “Hay alguien ahí” repetido y con programaciones más puras. ‘Por La Vereda’ representa lo apuntado. Un tedeum de comunión interpersonal, de amor y calor y esperanza por un mundo humanamente mejor.
Entrada y salida de la primera y segunda parte del álbum, algunas similitudes conceptuales se ven en ‘Contra La Pared’ y ‘Estamos Solos’. En la primera, los miedos son acorralados y cacheados (“todos mis miedos, todo lo que pienso, todo lo que no quiero ser”), a lo canción de Barricada. Ese mensaje tiene cierto carácter chamán o de ritual con las programaciones tribales. Toda esa revuelta personal encuentra respuesta en “mi más sentida revolución”. Agua y fuego con los acordes mágicos de un Vicente Amigo siempre en la excelencia más elegante. La segunda parte es suya, para su lucimiento.
Siguiendo la senda de lo natural, ‘Huracán de Flores’ es por hechuras uno de los hits festivaleros que va a tener este disco. Bases que van ganando en contundencia, un crescendo en el fraseo tanto en potencia como en intensidad, un estribillo que se contiene para que la explosión final sea mayor. La canción, en dos minutos y medio, es de esas que abre el interrogante de qué pasaría si le dieran una vuelta de tuerca más y apostaran por desarrollos continuados más largos. Queda quizá para futuros remixes o las presentaciones en directo porque, por el momento, sigue primando la contención del metraje que se le presupone a un hit pop. Tal es el punto en este asunto, que los aires de soleá que introduce Rycardo Moreno en el inicio de ‘Despacio’ arrancan en mitad de la progresión (para un flamenco, es como decir ole a destiempo). Eso sí, el tema compensa con una de las interpretaciones vocales más sentidas de Nita y una conseguida y excitante sonoridad rítmica.
También en el último tercio del disco, ‘El Bosque’ juega de nuevo con sonoridades de guitarra limpia y un armazón rítmico, de nuevo, primigenio. El cierre viene de la mano de ‘La Grieta’, que viene a ser el ‘omega’ lógico del ‘alfa’ presentado en ‘Mi Danza’. Mención especial para la batería orgánica y analógica de David Bao, el piano de Iñaki García y los arreglos de cuarteto de cuerdas que firma Paco Salazar, encargado también de la guitarra. En medio tiempo que viene a ser una suerte de redención final, henchida de libertad: “quiero cantar fuerte y gritar. Tu indiferencia, mi libertad que no se puede marchitar”.
Tras pasarlo en grande hace casi justo tres años, tocará echarles un tiento en la próxima edición de Cooltural Fest.
Lista de canciones – tracklist:
- Mi Danza (con Dani de Morón)
- Despertaré
- Silencio
- Por La Vereda
- Contra La Pared
- Estamos Solos (con Vicente Amigo)
- Huracán de Flores
- El Bosque
- Despacio (con Rycardo Moreno)
- La Grieta
Publicado el febrero 11, 2020 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, Fuel Fandango, Origen. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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