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14º Happy Moy Fest. The Dry Mouths, Adiós Caballos, Baläte y Gazelle Thomson

Aunque como periodista, crítico y cronista llevo con esto ‘de los rocanroles’ unos veinte años, es cierto que me ‘implicación’ con la escena local se ha ido reforzando con el paso de los años, gracias a llevar, desde hace más de siete, la comunicación del Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería. Así, a los consabidas críticas y crónicas de grupos de alcance nacional, he podido ir completando conocimiento y experiencias de mano de grupos de la ciudad y provincia, que a su vez me ha permitido aprender más y conocer a otros círculos en torno al mundillo. Anoche, era una de esas satisfacciones. Ver cuatro grupos de la ciudad tocando en una plaza céntrica. Además con viejos amigos como Mati y Pepe, dueños de La Caverna y La Calle, y el propio Moy, ‘el culpable’ de esta locura. Allí anduvimos. A partir de este momento, os dejo con la crónica realizada como redactor del Área de Cultura del Ayuntamiento de Almería. Salud.

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Adiós Caballos – Otoño

Corría el año 2005 o 2006 (no lo recuerdo con exactitud) cuando en el canal de televisión en el que trabajaba entro uno de tantos operadores de cámara que hacían sus prácticas unos meses, saliendo como uno más con los redactores de turno. Uno de ellos resultó ser baterista de una banda llamada At Least y por las conversaciones que teníamos en el coche de aquí para allá cuando me lo asignaban, me acabó regalando un cedé de la banda. Una demo en la que se notaba una marcada influencia grunge y nirvanera que no iba del todo conmigo pero que, por aquello de hacer patria, llegué a ver incluso en directo alguna que otra vez (no sé si por la sala El Rockero o por la Génesis, la memoria no me da para tanto). El caso es que dicha banda decide echar la persiana allá por el año de 2010. Que aquella demo acabaría siendo elegida como la mejor aquel año por Mondo Sonoro. Algo así como unos siete años más tarde, como si de la maldición de un gato o un espejo roto se tratara, tres de aquellos integrantes (curiosamente, el operador de cámara ya no) vuelven a reunirse a tomar café, a recordar viejos tiempos, a hablar de música, a compartir nuevos gustos, discos… y, finalmente, volver a retomar los trastos con la acertada decisión de pasarse al castellano (si ya es difícil la escena local, creo que lo es más si cabe cuando hay una especial cerrazón con el idioma) y dar una vuelta de tuerca a la distorsión y la estructura formal de las canciones con Adiós Caballos. Aunque el poso de los noventa sigue presente, hay una suerte de evolución hacia un post hardcore estiloso y un screamo contemporáneo que lleva al límite sensorial las angustiosas letras de la banda que apuntan aquí su segundo EP, por cierto editado también en casete con el primero (Llora) por la otra cara.

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