Adiós Caballos – Otoño
Corría el año 2005 o 2006 (no lo recuerdo con exactitud) cuando en el canal de televisión en el que trabajaba entro uno de tantos operadores de cámara que hacían sus prácticas unos meses, saliendo como uno más con los redactores de turno. Uno de ellos resultó ser baterista de una banda llamada At Least y por las conversaciones que teníamos en el coche de aquí para allá cuando me lo asignaban, me acabó regalando un cedé de la banda. Una demo en la que se notaba una marcada influencia grunge y nirvanera que no iba del todo conmigo pero que, por aquello de hacer patria, llegué a ver incluso en directo alguna que otra vez (no sé si por la sala El Rockero o por la Génesis, la memoria no me da para tanto). El caso es que dicha banda decide echar la persiana allá por el año de 2010. Que aquella demo acabaría siendo elegida como la mejor aquel año por Mondo Sonoro. Algo así como unos siete años más tarde, como si de la maldición de un gato o un espejo roto se tratara, tres de aquellos integrantes (curiosamente, el operador de cámara ya no) vuelven a reunirse a tomar café, a recordar viejos tiempos, a hablar de música, a compartir nuevos gustos, discos… y, finalmente, volver a retomar los trastos con la acertada decisión de pasarse al castellano (si ya es difícil la escena local, creo que lo es más si cabe cuando hay una especial cerrazón con el idioma) y dar una vuelta de tuerca a la distorsión y la estructura formal de las canciones con Adiós Caballos. Aunque el poso de los noventa sigue presente, hay una suerte de evolución hacia un post hardcore estiloso y un screamo contemporáneo que lleva al límite sensorial las angustiosas letras de la banda que apuntan aquí su segundo EP, por cierto editado también en casete con el primero (Llora) por la otra cara.
Por experiencias previas, veteranía y por tener las cosas bien claras, la banda va a valores seguros para la grabación, ya que, como el estreno, Otoño ha sido grabado y mezclado por Txosse Ruiz en Wheel Sound Studio. La masterización corre a cargo de otro habitual de esta casa y también de dilatada trayectoria, como es Víctor García desde Ultramarinos Costa Brava.
Adiós Caballos está formado por Billy a la voz, Tolo a la guitarra, Sifo en la batería y Lalo, bajista procedente de Loudly y Wi Bouz (otras dos bandas muy activas en el circuito local). Para situarnos, podemos ubicar el registro de Adiós Caballos cercano a nombres como Catorce, Viva Belgrado, Ànteros, Habitar La Mar, nuestros estimados Virgen o, más alejados, Ella La Rabia. Sin olvidar a los míticos Nuevenoventaicinco, de quien escribí hace poco en twitter gracias a las conocidas peticiones de tuitcríticas de discos, y de quien beben esa profunda angustia asfixiante en la narrativa y también el gusto por el ruido.
Además de dejar respirar con maestría los pasajes vocales, la virulencia vocal que nos puede chocar de entrada en ‘Herida, Sustento, Consecuencia’ queda tamizada por unos coros enérgicos sucintos pero terceros y con estribillo de atmósfera más abierta y lumínica, cercano a ambientes y pasajes más propios del shoegaze. La estructura poco convencional también suma para que mantengamos la expectación en altos niveles, como la referencia a Vega y Altair que nos conecta a la leyenda de Tanabata sobre la Princesa y el Pastor de bueyes. “¿De qué me sirve? ¿De qué me sirven ya? Las cicatrices que dejan tus manos y la herida, que al final parece infinita, si me abrazas y te alejas, mientras Vega y Altair miran y miran”.
Una querencia conceptual que queda bien explícita en el título del segundo corte, ‘Termitas y Haikus’, aunque también se alterará el conocido verso de Machado por el camino. Un corte mucho más aprehensible desde la primera escucha, con un tempo de batería más definido y un estribillo con mucho más gancho ‘perdurable’ en la memoria. También aumenta las pulsaciones el fraseo bifásico entre la repetición y la respuesta, como un coro griego.
‘Ostende’ toma el título de la ciudad de Flandes para arrancar con una bella entrada de batería y bajo bastante sugerente. Tras ella, la tormenta de guitarras que nos anticipa la furia de otro texto visceral y doliente. La alusión destacada de este corte, puesto que parece que nunca hay puntada sin meta referencia, es a la surrealista ‘El Perro Andaluz’ de Luis Buñuel y la archiconocida escena del ojo cortado con cuchilla en ese inolvidable símil con la nube atravesando la luna llena (De hecho, la portada de su primer EP se inspira en la misma escena). “Todo está fracasando, olvidemos nuestros sueños, sin mirar. Y ahora ya, ¿a quién le importa la vergüenza y el deshielo?”.
El corte más extenso de la lista viene al vinal, con ‘Deloslugares’, lo que le permite una entrada más progresiva y un primer fraseo mucho más límpido en lo vocal. Un relato afectado para presentar ese momento de la despedida, siempre difícil, pero muchas veces la única opción posible. En cualquier caso, una excelente presentación temática para esa constricción narrativa y lacrimógena que la banda maneja con soltura en sus canciones. Unos coros finales sobre un solo de guitarra ampuloso nos lleva mecidos hasta el final del EP.
Lista de canciones – tracklist:
- Herida, Sustento, Consecuencia
- Termitas y Haikus
- Ostende
- Deloslugares
En descarga desde su bandcamp.
Publicado el marzo 30, 2021 en Críticas Discos y etiquetado en Adiós Caballos, Críticas Discos, Otoño. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
Pingback: 14º Happy Moy Fest. The Dry Mouths, Adiós Caballos, Baläte y Gazelle Thomson | RockSesion