Surfin’ Bichos – Hermanos Carnales (1992)
Llegué tarde al momento de Surfin’ Bichos, la banda manchega a la que muchos sitúan como germen del indie en España (con esa afán que tiene el indie menos cabal en buscar un pasado lustruso), como pieza bisagra entre el pop de los ochenta y el grunge de los noventa y no sé cuántas cosas más. Llegué a ellos cuando ya conocía a sus dos escisiones, Chucho y a Mercromina, que me interesaban bastante más que los primeros. Y lo hice porque vine rebotado y cuasi moribundo, después de que la discografía de Javier Corcobado y sus Chatarreros se me clavara en cada una de las vísceras, al que llegué después de escuchar al cada vez más odiado por los extraños y ajenos, Nacho Vegas (nótese la ironía). En resumen, un momento de búsqueda de sonidos desgarradores (también Diamanda Gallas es de esa época). Claro, con el recorrido anunciado Surfin Bichos entró fácil, especialmente este disco, que me pareció extremadamente melodioso para lo truculento de sus historias, donde el incesto, la tergiversación bíblica o el derrotismo campan a sus anchas en el universo conceptual despachado por Fernando Alfaro. La banda, con motivo del 25 aniversario de este disco, se reúne de nuevo, además de reeditar su discografía con extras y ese tipo de cosas que se suelen hacer cuando alguien le echa ganas (y hay respaldo).
Antes de grabar este álbum el bajista José María Ponce fue ‘invitado’ a abandonar la banda de manera (parece ser) no muy amable, así que los músicos que firman el álbum son el citado Fernando Alfaro (Chucho, con Isabel León en teclados, y a solas después) y Carlos Cuevas, batería, y Joaquín Pascual, guitarra y teclados antes de que llegara Isabel (que junto a José Manuel Mora, el nuevo bajista, darían base a Mercromina). Con un medio ‘apadrinamiento’ de RCA, esto es BMG Ariola, la producción de David Gwynn le dio al grupo una vuelta de tuerca a su sonido, limando las aristas tan Velvet Underground de las primeras entregas. Les dio mejor empaque, más moderno, más accesible, pero les restó algo de esa autenticidad cazallera que todo buen escritor maldito necesita en su música.
Así, a medio caballo entre lo decadente y la luminosidad más o menos impuesta, el disco en su momento no obtuvo las ventas esperadas porque eran demasiado serios para el gran público de la radiofórmula, para los que eran poco menos que unos desviados, y demasiado festivos para los poser de lo tenebroso e independiente.
Pasados los años, al final lo que encontramos al volver a escucharlo (por cierto, ha salido una nueva edición remasterizada, con material extra: esta vez hay motivo porque el álbum en principio iba a ser doble, pero le rechazaron la idea por su poca visión comercial) es una colección de canciones que presentan muy pocas fisuras y que reflejan a las claras el talento de Alfaro para cantar con una normalidad pasmosa todo tipo de historias, con una banda que le sigue el juego en ocasiones, pero en otras no, lo que le da mayor encanto a toda esta historia.
Con David Cronenberg como inspiración, Hermanos Carnales juega en sus quincena de cortes a una dualidad conceptual que no es tan fácilmente entendible si no tenemos en cuenta que la intención era colocar las canciones potentes y rockeras en un lado y las experimentales, ambientales, poperas y bossa novas en el otro. Al final ese tobogán de sonidos convierten la amalgama de emociones en algo más sentido si cabe. ‘Mi Hermano Carnal’ arranca con una primera frase y sonido que bien podría firmar Reed o Benavente. ‘Viaje de Redención’ se despliega de manera viscosa, ‘Humo Azul’ es un reflejo del temor interior, ‘Efervescente’ marca cánones de futuro con esos teclados omnipresentes sobre una batería veloz, mientras que ‘Hey Lázaro’ es una parábola motivadora para la impotencia sexual masculina.
En el segundo tercio, ‘Ángel Transparente’ apunta a las drogas sin ningún reparo (“Una eficaz alquimia en la sangre y dormiré como los ángeles”), ‘Mis Huesos Son Para Ti’ es una excelente balada de amor, cruenta y pecaminosa: “aunque me veas clavándome los dedos en el centro del hígado hacia adentro, abriéndolo como un pan y repartiéndoselo a los perros, y repartiendo caos en mi familia y puñetazos a todos los demás, mis huesos son para ti”. Situada como un contrapunto feroz, ‘¡Fuerte!’ fue la canción más radiada de la banda, que engañó a unos cuantos en su día, gracias a su lumínico estribillo, aunque el sexo incestuoso la hacía demasiado dura para algo más. ‘Abrazo en un terremoto’ hace referencia hasta a la mantequilla, así que ‘El Último Tango En París’ se viene a la mente con facilidad, incluso la base rítmica del fraseo tiene algo de afrancesado. ‘San José Experience’ suena maquetera y alucinógena, con un punto de noise.
En el tercer bloque la muerte que lleva al pasado (sexual) se hace carne en ‘No Puedes Imaginarte’, ‘En Otoño’ es un regocijante canto con cuerdas de abandono post mudanza, ‘Harto de tu Amor’ continúa ese vertiente experimental sin dejar la pasión arrebatada y ‘Ella y Yo’ saca la cara más pop y casquivana del combo, un juego de poco más de cien segundos. El cierre viene con ‘La Estación De Las Lluvias’, un tema instrumental en el que algunas voces y silbidos dibujan la llegada a un punto de destino tan desconcertante como el que ya teníamos en la primera canción.
Si controlas tu viaje serás feliz, que decían aquellos.
Lista de canciones – tracklist:
- Mi Hermano Carnal
- Viaje De Redención
- Humo Azul
- Efervescente
- Hey, Lázaro
- Ángel Transparente
- Mis Huesos Son Para Ti
- ¡Fuerte!
- Abrazo En Un Terremoto
- San José Experience
- No Puedes Imaginarte
- En Otoño
- Harto De Tu Amor
- Ella y Yo
- La Estación De Las Lluvias
Publicado el junio 2, 2017 en Críticas Remember y etiquetado en Chucho, Críticas Remember, Hermanos Carnales, Mercromina, Surfin' Bichos. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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