Pedro Pastor – Vueltas

Sin ser premeditado (tenía varias opciones tanto para ayer como para hoy, pues tanto es lo pendiente acumulado), ha querido el azar que esa definición de voz atemporal empleada para mi tocayo Javi Robles en Los Mariachis También Lloran sea aplicable del mismo modo para el madrileño Pedro Pastor. Cerca de cumplir tan solo 27 años, Pedro nos presenta ya su cuarto disco (quinto si contamos el compartido con Suso Sudón), donde vuelve a hacer música con su poesía y viceversa, viajando, como es habitual, por sonidos de todo el mundo, especialmente por el folclore y distintos géneros latinoamericanos, pero también con ritmos africanos (la interconexión es natural, claro) o incluso algún que otro deje flamenco. Vueltas refrenda que Pedro está tocado por la varita mágica del talento. Genético o no (su padres es el conocido Luis Pastor y uno de sus tíos es Pedro Guerra, con quien –por fin- colabora en este disco) escucharle es entrar en un mundo propio gracias a una voz llena afinada al extremo y de una belleza meliflua, que endulza y alegra, sabiendo sacarle partido con unos arreglos y unas canciones con las que se funde en esa simbiosis perfecta que a veces se da entre el autor y su obra. Pedro vuelve a manejarse de nuevo entre la amabilidad y sinceridad de quien mira a los ojos de su público con las contradicciones, con ciertos aires contemporáneos por con un respeto absoluto a las narrativas clásicas de la canción de autor y de los géneros que toca. Nada suena impostado, ni en el disco ni al verlo en directo, como ya conté hace unos meses, en un concierto donde precisamente ya avanzó dos de las canciones de este álbum. Ayer me decían en público que ojalá todo el mundo que te encuentras en el camino en esto de la música fuese la mitad de noble. Sin duda que Pedro Pastor está también en ese bando.

Si en un disco como Licenciado Cantinas, Enrique Bunbury se acercaba a folclore profundo de Latinoamérica desde un punto de vista tabernario, de tragedia noctámbula y beoda, Pedro Pastor hace lo mismo en este Vueltas pero de forma más luminosa y ‘de calle’. Aquí no hay ejercicios de estilo sino que la naturalidad hace que el estilo se respire. Si magnifico era aquel con sus particularidades, también lo es este con las suyas. Dos caminos distintos para llegar a hacer un velado homenaje a una forma de sentir la música vecina de forma particular.

En esta docena de canciones, Pedro Pastor (voz principal, guitarra española, acústica y eléctrica, cuatro venezolano, clave, palmas, coros, murmullo y jaleos) nos muestra ejemplos de champeta, son, chacarera, merengue, zamba o vallenato… Para ello se acompaña de Los Locos Descalzos: Álvaro Navarro (guitarra eléctrica y española, tres cubano, kalimba, palmas, coros, murmullo y jaleos), Nico Martos (bajo eléctrico, bajo sin trastes, contrabajo eléctrico, guitarra acústica, guitarra acústica de 12 cuerdas, pandereta, palmas, coros, murmullo, jaleos y piano) y Alan Denis (batería, bombo legüero, calabaza, pandero cuadrado, pandero de agua, guacharaca, pandereta, percusión menor, palmas, coros, murmullo y jaleos), con mención especial para Gustavo Guerrero (coros, percusión menor, palmas, jaleos, murmullo y cuatro venezolano), además de co-autor de algunos arreglos y productor del disco.

Un álbum que fue grabado por Max Scenna en Estudios Gárate, Andoain, Guipuzkoa durante los días 15 a 26 de marzo de este año, con asistencia de grabación a cargo de Martxel y Kaki Arkarazo (sí, de Negu Gorriak o Kortatu). La grabación de voces y palmas de Blanca ‘La Almendrita’ y María del Tango fue realizada por Iván Moreno en La Casa Estudio, Albuñuelas, Granada. La mezcla es de Max Scenna en Alhama de Murcia y la masterización es de Daniel Ovie en Estudio Ovie Mastering, Buenos Aires, Argentina.

La lista se abre con ‘Los Diablos’, un tema que se mueve entre la champeta y el africano soukous como, muy pedagógico, nos enseña el libreto. Una divertida narración sobre la disyuntiva constante de echar de menos estar en casa cuando se está girando por el mundo y querer deambular con la música cuando se está mucho tiempo en casa. Aunque siempre quedarán las canciones como viaje imaginario. ‘El Estallido’ es una suerte de son a medio tiempo, con ciertos toques flamencos. En ese toque inicial de la guitarra flamenca casi nos puede evocar ese aporte que realizó Niño Josele en El Cantante de Calamaro. Esta finalmente tirará más a lo jondo gracias a las voces de una intensa coda con ‘La Almendrita’ y María del Tango.

‘Lxs Olvidadxs’, como se intuye y ya avanzaba en sus últimos conciertos de la pasada gira, es una necesaria canción que aborda la memoria histórica, humanizando el drama más allá de cualquier otro tipo de condicionante político. Porque no es una cuestión “de estar siempre con lo mismo”, ni de “reescribir” la historia. Sencillamente es que quien olvida su historia está condenado a repetirla. Mismas caras de un mismo candor, ‘Sacar La Rabia’ juega también en la dualidad del ser en una canción que es uno de los diamante del disco o quizá sea el cariño especial que tengo por la chacarera aunque, claro, estribillos como “Abrazos de agua me lleven lejos, tiene que ver el sol mis tiempos huecos. Nadar sin más, espuma y agua, sanar, sanar, sacar la rabia”, ayudan a ello. Sobresaliente.

También reluce ese pop irónico con un ramalazo de trap que tiene ‘Todxs’, donde la tesitura aguada y melódica de Pedro Pastor se asemeja más que nunca a Félix de Antílopez (con quien cantara hace unos años ‘Historia Intermitente’), hasta en esa sentido del humor sutil y grácil. La primera parte del disco se culmina con ‘Florecer’, una balada que podría ser convencional pero que, en su propia rotundidad, demuestra que Pedro no necesita enfundarse géneros sino que es capaz de brillar por igual en canciones sin sujeción a norma y patrón estilístico… Pero claro, cuando se ciñe a ellos, lo borda, como en el merengue clasicote y divertido de ‘Ejercito Mi Escritura’, sobre esa eterna batalla (pacifista, eso sí) con las letras y la inspiración.

No deja de ser curioso que la primera colaboración oficial de Pedro con su tío Pedro Guerra sea una canción, casi un esbozo de canción isleña, de apenas dos minutos, en ‘Isla’. Esa desnudez sonora casi parece llevarnos a la intimidad de tío y sobrino jugando a canturrear con dos guitarras en una habitación. Que el primer verso de la tercera de las cuatro estrofas sea “Isla que eres un volcán” vuelve a recordarnos lo curiosa que es la vida y sus causalidades. La incomunicación y el orgullo relacional se hacen canción en la zamba ‘Cuando Todo Se Enrarece’, con una percusión que casi parece imitar los latidos del corazón anhelante de reconciliación, mientras que ‘Aquí Nadie Sueña’ recupera las formas más alegres y bailonas del primer y séptimo corte.

Llegando al final, ‘Quererte’ y su ruptura de tópicos y superaciones de miedos al amor dan un toque romántico al disco, para finalizar con otro de los temas hedonistas y alegres, ‘Vueltas’, el segundo de los temas que ya venía interpretando en los conciertos. Una rumba que tiende al vallenato y que es paradigma perfecto de todas las virtudes que hemos ido narrando de un artista que desde la independencia, con la natural asunción de las influencias clásicas y con una empática y contagiosa manera de actuar y cantar sigue recorriendo un camino de alegría y bondad. Por muchos años más.

Lista de canciones – tracklist:

  1. Los Diablos
  2. El Estallido
  3. Lxs Olvidadxs
  4. Sacar La Rabia
  5. Todxs
  6. Florecer
  7. Ejercito Mi Escritura
  8. Isla (con Pedro Guerra)
  9. Cuando Todo Se Enrarece
  10. Aquí Nadie Sueña
  11. Quererte
  12. Vueltas

Publicado el octubre 7, 2021 en Críticas Discos y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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