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Katarsis – Odisea

La literatura clásica sigue siendo fuente de inspiración como ocurre desde tiempos casi inmemoriales. Claro que no estamos hablando de música pop o electrolatino, sino siempre desde una perspectiva más narrativa en términos de cantautor o de una más intensa y ‘teatralizada’ o conceptual como permiten las atmósferas del metal en sus múltiples formas. Tenemos numerosos casos con el cancionero del heavy metal, también con distintos registros con “La Divina Comedia” de Dante y, si nos vamos a terrenos helenos y / o filosóficos, con ese Filometal a cargo de Eloísa de Castro. Sea como fuere, los palentinos Katarsis (que ya de por sí en el nombre de cabecera parten de un término griego) viene a sumar a la lista una muy personal revisión de “La Odisea” de Homero. Lo hacen, y creo que es bastante meritorio, sin dejar que la idea se le vaya de las manos en su grandilocuencia, adaptando la historia de Ulises – Odiseo a una cierta contemporaneidad y sin necesidad, por ello, de ofrecer mensajes complicados ni, tampoco, grandes y extensas diatribas. De hecho, es todo lo contrario. Como si buscaran la adaptación a unos tiempos de pildorización de mensajes para ganar efectivad, las canciones, salvo una excepción se mueven entre los dos minutos escasos o tres y poco a lo sumo. Desde luego toda una rareza que, sumado a la amalgama de influencias que presenta su música, hace que sobren los motivos para que aparezcan por las críticas de RockSesión.

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Amset – Katarsis (2004)

Igual que lo de Ramoncín en el Viña Rock fue una de las grandes páginas negras de nuestro rock (por más que hay gente que todavía se lo tome a chufla), el escarnio sádico que se hizo contra Amset en su momento también tiene su aquel. ¿El motivo? Tan sencillo como el de dejarse llevar por unos supuestos de autenticidad o integridad que nada tiene que ver con la música o, al menos, con la escucha sin prejuicios de ella. Intento resumirlo. En unos años en los que heavy metal había vuelto a despertar algún creciente interés comercial (es lo que llamo la segunda época dorada, con Mägo de Oz, Avalanch – WarCry, Saratoga, la vuelta de Obús, Tierra Santa…) aparecieron a comienzos de la primera década del milenio unos jovencitos de apenas 18 años que se presentaban caracterizados, maquillados y con una maquinaria de inversión detrás, buscando el nicho de mercado del ‘shock metal’. Tanto que, de la nada, empezaron a aparecer en festivales, telonearon a Deep Purple a su visita en Madrid e hicieron una gran fiesta promocional en la capital donde hasta acabó yendo un programa del corazón de TeleCinco. Toda inversión venía de la mano del sello de reciente creación Rimer Rock, propiedad del padre del vocalista, que también acabaría fichando a Obús, que los llevarían de teloneros con este segundo disco y Fortu les produjo el debut. Todo eso provocó el rechazo de todo heavy metalero de pro, que lo consideró como una ofensa a los principios de cualquier superior chusquero: el que hay que comer mucha mierda antes de poder permitirse eso. No importaba si los chicos mejoraban o no, si buscaban cosas buenas o no. El estigma y el vapuleo fue tal que la banda nunca fue tomada en serio y tuvo que disolverse. Quienes siguieron en la música se hicieron hueco en los grupos de Ix Valieri, Bárbara Black, Silver Fist, Cuatro Gatos o Infernoise.

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