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Luka Sinraza – Garabatos
No debe ser fácil dedicarte al noble arte del rock de autor de querencia aflamencada cuando provienes de una ciudad como Sevilla, de donde remanece gente como Poncho K, Iratxo, el ya extinto Albertucho o los más cercanos al pop (pero con guitarras contundentes en alguna ocasión) como Antonio Orozco (padres sevillanos) o el mismísimo Arrebato. Luka Sinraza juega en todas las ligas en ninguna, en un territorio difícil de buenas y accesibles melodías que podrían sonar en cualquier radiofórmula y con una marginalidad menor más cercana al rock de base. Este Garabatos es su segundo disco, que llega cuatro años más tarde que su anterior Embustero. En cualquier caso, su trayectoria en la carrera en solitario se remonta más atrás, despachando tres maquetas de estudio Rey de mi mundo, 2006; Bebiendo agua del mar, 2007; y De fuego y de piedra, 2008. Con Garabatos, nunca mejor dicho, todo pinta mejor. Llega un equilibrio accesible y una producción que hace justicia. Un disco que puedes colocar en la estantería junto a alguno de los nombres citados más arriba.
Mártires del Compás – Flamenco Billy (1995)
¿Bizarro? Puede ser. La banda liderada por Chico Ocaña, un tipo que se mueve entre la genialidad y la sana locura («sandwich de amor, sandwich de amor, tú serás el queso de bola y yo el jamón york»), ha decidido volver en este 2015 a los escenarios con motivo del veinte aniversario de la publicación de este su álbum debut y el que, a la postre, dio nombre a su particular forma de entender la música. El Camarón de La Leyenda Del Tiempo, la pose alucinógena de Veneno, el virtuosismo de Pata Negra, la pureza de Smash, lo delicado de Alameda, el sentimiento poderoso de Triana… Ha habido a lo largo de las historia numerosos grupos en Andalucía que han sabido fusionar sin modas y con autenticidad la música de raíz con una particular revisión del rock. Mártires del Compás lanza su debut en 1995 tras unos años iniciales de directos auspiciados por Kiko Veneno y después de remodelar la formación inicial en la que estaban, precisamente, Pepe Lagares de Veneno o Raúl Rodríguez, hijo de Martirio. Senda de flamenqueo con desafíos a cualquier tipo de heterodoxia, del blues al humor, del cajón a la voz curtida y vibrante.