Manolo Tena – Sangre Española (1992)
Reconozco que no era la crítica remember prevista para este viernes, ya que mi intención inicial era haber escrito ayer la crítica del nuevo álbum de Leiva y, siguiendo con la (relativa) coherencia del mes de marzo, rematar una semana de rock accesible (Nadye, NoProcede) (como las anteriores fueron de heavy metal –Avalanch, Sherpa, Leo, Mägo de Oz, Armando Rock- o rock clásico y estiloso –King Sapo, Los Zigarros, Santero y Los Muchachos, Derby Motoreta’s y Antonio Flores- o de punk –Kaótiko, Evaristo, Malos Vicios, Polanski y El Ardor…-) con un disco de un grupo que iba a generar algo de controversia, pero estoy dispuesto a asumir el riesgo de cara a la próxima semana. El caso es que hoy me quedé huérfano de ideas, hasta que un buen amigo de profesión, en una rueda de prensa, me recordaba que se habían cumplido tres años de la muerte de Manolo Tena. Escribí la crítica de su resurrección musical antes del fatal desenlace y, desde entonces, siempre me rondó la idea de traer un día el Sangre Española, el álbum que le dio el mayor éxito comercial de su carrera, no en vano despachó medio millón de copias vendidas en su momento, más otras 300.000 con el paso de los años. Ayer fue el día del aniversario de su deceso, así que, dada la coincidencia, era la mejor alternativa para abrir abril. Son, una vez más, Casualidades.
Cucharada y Alarma!!! son las dos bandas en las que Manolo Tena muestra su lado más rockero, siempre bañado de una nostalgia lastimosa, de chico triste, que le acompañarían toda su carrera. En 1988 se estrenó en solitario con Tan Raro, un disco que daba continuidad a su estilo urbano y de calle, pero que no obtuvo los resultados esperados, pese a contar con Joaquín Sabina como padrino. Tena se dedicó entonces en centrarse en la composición de canciones para otros, todos del mismo círculo: Ana Belén, Miguel Ríos, Luz Casal…
Cuatro años más tarde, en el magnificente año 1992 que todo lo fue para España, le llega la posibilidad de grabar un nuevo álbum en el que, sin embargo, las guitarras distorsionadas y las baterías al uso dejan paso a una sonoridad más acústica, a toques latinos y calientes. Experiencia que le funcionó en aquel momento a gente como Luz y que le sentó como un guante a medida al bueno de Manolo Tena. Si bien hay destellos de esa melancolía repleta de la necesidad de calor. Porque por más que uno intente ponerse ropajes, lo de dentro siempre acaba saliendo.
El disco fue grabado en Miami y, además de la colección de músicos curtidos y profesionales, en la composición de las músicas participan autores tan recomendables como Javier Vargas (de las Blues Band) o Pancho Varona. El tema homónimo, ‘Sangre Española’, abre la docena como una rumba elegante y atemporal, congelada en el tiempo, como el ‘Echo de Menos’ de Kiko Veneno. La guitarra española y la percusión, las teclas y las castañuelas forman parte de la historia de la música contemporánea de este país. La tesitura vocal de Manolo Tena brilla sin tanta distorsión y su mensaje de desamor entra directa al corazón.
Ese dolor de barra explota en ‘Quiero Beber y No Olvidar’. Una canción sobresaliente, entre el blues y el bolero, que crece en distorsión en su estribillo y que es toda una llamada de socorro, como también lo era ‘Arriba Los Corazones’ de Antonio Flores. ‘Fuego En La Piel’ tira de rollo funky con la preponderancia del bajo en el fraseo y con una abrasiva colección de metales. Dos cortes rotundos que preceden a otro de los éxitos comerciales más radiados del disco, ‘Qué Te Pasa’. Una irónica concatenación de desgracias y con un crescendo en el estribillo con aires de ranchera, todo muy sabiniano. Y con esa ascendencia mexicana, la cara A de aquel vinilo concluía con ‘Sal y Limón’, un ejercicio bailable de bases electrónicas horrendas pero con referencias al país azteca y, claro, al tequila.
La cara B nos recibe con otro imprescindible. De la enumeración de cosas estropeadas en ‘Qué Te Pasa’ al cúmulo de mal fario de ‘Tocar Madera’. Un rock estiloso con arreglos magníficos, no sólo en los vientos, sino en unos coros femeninos maravillosos. Otra canción eterna. También brilla ‘Loco Por Verte’ que tiene, como si fuera poco a tenor de lo dicho, el mejor estribillo de la decena: “¡Pobre río, no tendré nada mío…! Pobre ola que se pierde tan sola”. Aunque la cadencia vuelve a ser rumbosa, las formas lo mantienen en el territorio del rock.
Entre tantas canciones inmediatas, ‘Desnudo Bajo Las Lluvias’ y ‘Llévame Hasta El Mar’ son dos joyas que, por no estar tan manidas, parecen tesoros por descubrir y son las que al final hacen de este álbum un imprescindible. En la primera tenemos una muesca de su influencia de autor, casi dylaniano, con un brillo acústico y una destacada doble voz en el puente. La segunda es un poética y bluesera declaración arrebatada y solemne. Anhelante y desgarrada. “Búrlate de los esclavos del tiempo, desátame (…).En la orilla del mar es más fácil soñar. Mirando a las estrellas es más fácil soñar. Llévame libre y salvaje llévame hasta el mar”. Como ‘Sal y Limón’, el último corte de este lado del vinilo es una invitación a quitarlo antes de tiempo. ‘Por Derecho’ recupera las bases y los efectos de música bailable de sonoridades mal envejecidas, aunque los arreglos de unas pseudo-cuerdas y los metales le dan para cubrir el expediente.
Pese a los dos pequeños borrones (en las formas, no en las letras), no empañan el resultado de este Sangre Española tan mítico. Tan nuestro.
Lista de canciones – tracklist:
- Sangre Española
- Quiero Beber y No Olvidar
- Fuego En La Piel
- Qué Te Pasa
- Sal y Limón
- Tocar Madera
- Loco Por Verte
- Desnudo Bajo Las Lluvias
- Llévame Hasta El Mar
- Por Derecho
Publicado el abril 5, 2019 en Críticas Remember y etiquetado en Casualidades, Críticas Remember, Manolo Tena, Sangre Española. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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