Molina – Molina
José Carlos Molina (Ñu) es para muchos, por derecho propio y porque siempre se necesita tener antagonistas, la antítesis de la complacencia, de la sonrisa fácil y de la media verdad. Su carácter, tan directo como honesto, tan sincero como complicado, le ha granjeado una fama que le ha ayudado tanto como perjudicado. Tuve la suerte de entrevistarlo antes de la pandemia para Rock Estatal, cuando enfilaba los 65 años y matizando su papel, se encontraba en un momento dulce tras agotar entradas en La Riviera y grabar un doble CD y DVD en directo, Madrid Río, que es ya un pedazo de la historia musical de este país y que estuvo más de un mes en lista de discos más vendidos. Un reconocimiento a una manera de hacer nunca fácil pero siempre buscando la excelencia. Ya en aquella entrevista me comentaba que estaba preparando nuevas canciones. “Estoy haciendo un disco de nuevas canciones. No sé si les daré un doble disco con las canciones que estaban listas para el anterior disco nuevo y que no me dio tiempo a hacerlo pues porque nos metimos con el directo y es posible que haga un doble nuevo. Estamos en eso. Es importante que la gente vea que después del DVD que no hemos perdido la creatividad. No me estoy metiendo en muchos berenjenales musicales para dejar que el grupo aporte. No lo voy a dar terminado. Estoy haciendo la música como un cantautor. Me ilusiona bastante”. De aquellos trabajos, en una especie de doble fase de lanzamiento, nace este Molina, a secas, su segundo en solitario al margen de Ñu (el primero fue Andando Solo en 1994), pero quizá el más personal de todos. El más alejado de “la tribu”, como está comentando en todas las promos. Un disco aperturista, quizá el que lleva mucho tiempo queriendo hacer y no se atrevió. Repasamos el álbum y algunos puntos de aquella entrevista que recupero.
Lo cierto es que para este disco Molina ha contado con muchos de los músicos de su propia banda y también de colaboradores habituales. Así que realmente el grado de la diferencia viene precisamente de las formas que, además de alejarse de los ‘medievalismos’ marca de la casa, se alejan de la velocidad y la distorsión más típica de su rock duro y afilado, para entrar en arreglos que lo mismo presentan hechuras de bolero, que de desarrollos jazzísticos, medios tiempos, baladas y la pura canción de autor.
El bajo lo firma César Sánchez, la batería Óscar Pérez, las guitarras David Palau y Eduardo Pinilla. Ellos, junto a Molina, a la voz, flauta, teclados, guitarra acústica, mezcla y producción, firman el núcleo base. La masterización es de Juan Miguel Rodríguez. Entre las colaboraciones, Pepe Moreno al saxofón, Judith Mateo y Kiara Rubio al violín, Miguel Lozano, Marisa de la Plaza, José Luis Frías, Jezabel Martínez, Carlos Kakutani, Luis Calzada, Susan Santos, Paco Ortega… y hasta su hijo, Cristian Molina.
El álbum se abre con una de las más recomendables y accesibles en ‘El Calor Nublado’. Una melodía celta muy popera acompaña un canto de nostalgia que parece aligerar la pena del ‘Tocaba Correr’ tan carismático. Campanas solemnes y piano preciosista, más teclados, anticipan las cálidas percusiones de una suerte de bolero rockero, de tintes cálidos y jazzies, en ‘Tacones Robados’, que crece con un muy buen solo de guitarra en la coda. ‘Damas, Reinas, Furcias y Madres’ juega a los contrastes conceptuales desde el fraseo, con un golpeo mucho más enérgico. Un riff de querencia hard rockera inicia ‘Estrellas Fugaces’ que pasa por ser de las más ortodoxas a lo que nos tiene acostumbrados Molina.
La que sí sorprenderá desde el arranque es ‘Conduciendo’, con unas bases programadas (¡herejía!) y una voz ligeramente afectada. Los teclados y esa ligera afección nos evoca algunas de las grabaciones más circunspectas de Deep Purple, uno de los grupos que más conoce y admira el protagonista. Con bien de roll, ‘Que Nadie Toque Ese Piano’ suelta la capa de pena y nostalgia del corte, en una defensa de la buena música, no será la única, porque ‘Blues Del Moby Dick’ presenta una historia en la que el narrador, 20 años en coma, vuelve al bar y encuentra todo cambiado… a peor. Entre ellas, ‘Tu Vida Es Un Drama’ hace oda del ‘es más rica la persona que menos necesita’ con espíritu de vals y de múltiples ambientes según el arreglo, desde lo afrancesado del acordeón al toque más urbanita del saxo.
En ‘La Fuente Negra’ se afronta el minimalismo con apenas voz, teclados y acústica en toda la primera parte del tema, que se va a los siete minutos con la banda entrada como se le espera. ‘El Sueño Del Ángel’ es un auto homenaje tanto en algunos nexos musicales como en la letra, donde hay numerosas referencias a versos y títulos de varias canciones de Ñu. También suena vitalista ‘Te Espera Vida’, hacia un brindis por los méritos logrados y con un desarrollo melódico que juega en esa facilidad ‘comercial’ que tanto ha evitado a lo largo de su carrera, como podréis leer más abajo, como una especie de desquite.
El disco se cierra con ‘Si Yo Creo En Ti’ y ‘Entretanto Voy Cantando’. La primera es una balada creciente a la que casi se le echa en falta unos coros gospelianos para ser totalmente redonda. La segunda, con acústica de inicio, se convierte en una pseudo rumba (toma ya) pero siempre manteniendo el lirismo y la épica marca de la casa.
Por eso este disco tiene tanta significación, para un tipo duro que me aseguraba que “hay una cosa que no está pagada y es haber podido decir yo lo que me sale de los cojones a la cara de la gente, sin importarme nada. Eso me ha costado un poco mi carrera. Dijéramos que he sido un chulo, un prepotente y lo he pagado caro, pero me he quedado más a gusto que si me hubieran pagado un millón de euros. Espero que algún día se me perdonen y todo vuelva a la normalidad. Creo que he jugado un juego que no era el mío porque el ego me ha traicionado y lo único que pienso es que sí, que soy muy sincero y muy honesto pero igual no tenía que haberlo sido tanto”.
Su música siempre ha intentado ser una sublimación de sus influencias que, irremediablemente, se encuentran antes en el tiempo en un camino que comercialmente explotarían otras bandas como Celtas Cortos o los mejores Mägo de Oz. “Me arrepiento de no haber seguido la corriente a la gente. De haber hecho una música tan diferente y no haber estado más en la onda de los demás y me arrepiento de no haberme cortado el pelo hace 30 años (risas). No conozco ídolos aquí en España con los pelos largos. Bueno, ahora ya sí, pero hacen una música de mierda”, me decía. Y añadía que “yo no creo que pusiera el laberinto muy complicado para los oídos, pero esta gente se ha dejado de coordenadas y han puesto el huevo de frente de un golpe. Lo que pasa es que pensé que esto podría ser como en Inglaterra, que podría hacer música complicada y que la gente se lo iba a comer. Me pasaron por la derecha todos esos grupos, pero yo elegí el camino de lo complicado. No me gustaban las cosas fáciles en ese momento. Ahora ya sería diferente”.
No sé si a estas alturas Molina se plantea recuperar el tiempo perdido con ese “ahora ya sería diferente” y este disco o, sencillamente y en este minuto del partido, decide quedarse a gusto con sus propias inquietudes musicales ajenas a lo practicado en Ñu, pero Molina (el disco) es eso. Un álbum amplio en el metraje, difícil en cuanto a que todos los temas presentan enjundia en las letras y las propuestas musicales. Definitivamente, no. No quiere volverse comercial sino seguir yendo por libre, coherente con la creación y composición que le sale ahora.
Tus coetáneos, los que empezaron contigo, en aquellos años o poco después van diciendo adiós: Rosendo, Barón Rojo, Burning (aunque en este caso han vuelto)…
No lo sé. Pienso que lo dejan porque tendrán dinero para vivir. Porque podrán estar sin hacerlo. Yo estoy muy inquieto si no estoy tocando en directo de vez en cuando. Es más me voy a tocar escondidas donde nadie me conoce con bandas de blues por la noche. No se entera ni mi novia, es curioso.
Bueno, ahora sí.
No lo va a leer. (Risas) Pero no creo que sea necesario anunciar retiros para llevarte un buen dinero recaudado como una especie de jubilación. (Sigue pensando). Me gusta tenerlos ahí cerca. Es que si no, me siento solo. Aunque parezca que no, somos un mismo equipo, y aunque no nos vemos, no termina el juego. Me jode un poco que lo dejen, francamente, no me gusta.
Hablando de veteranos, está la polémica que surgió en torno a Sherpa y La Voz Senior.
Recibí la invitación antes que él. Preferí no decir nada a nadie, ni le había dicho nada a nadie. No he contestado porque hay que tener cierto respeto a la ignorancia. Porque me imagino que la persona que me lo ha ofrecido no tiene la culpa de no saber quiénes somos, si seguimos funcionando o no. La educación musical en este país ha pasado por una gran cantidad de años en los que se nos ha escondido de la escena.
Hombre, eres generoso, solo con mirar en Google puedes hacer bien ese trabajo.
Sí, lo que pasa es que el que manda ese mensaje es un mandado. Al que hay que colgar es al ministro de Cultura. O sea colgarlo. No estoy hablando de… digo matarlo. (Risas) Al ministro de cultura de cada década, por no dejarnos salir en las televisiones públicas a las cuales tenemos derecho, que tienen un negocio escondido ahí unos cuantos sinvergüenzas como los que han llevado OT… Luego está el tema de si estás viviendo debajo de un puente o no. Porque te puedo asegurar que entre ir al programa o vivir debajo de un puente, prefiero ir al programa. (Risas) Hay que entender a la gente.
¿En qué momento dejó de importar la música?
En el momento que tuvimos teléfono móvil, internet, fácil acceso (silencio en el que sigue pensando). Si las drogas fueran gratis y se vendieran en tiendas de ultramarinos te podría asegurar que habría menos drogadictos. Y la música es como todo, si la tienes gratis, y después hay una serie de gente de bandidos que están intentando meter música en el telediario, en los anuncios, musiquita, antes de no sé qué… musiquita. Han atrofiado a la gente con tantas músicas de fondo. De anuncios, de 20 segundos, cartas de música, muchas músicas.
¿Se ha banalizado todo?
Los músicos empezamos a joderla cuando empezamos a tener máquinas que hacían todos los instrumentos. Todos nos creíamos compositores y productores. Ahora cualquiera va a un concierto y lo graba con el teléfono y lo sube a YouTube y no se dan cuenta que hay frecuencias musicales que no coge el teléfono, se desvirtúa, olores, sabores, panorámicas, mirar hacia un lado, mirar hacia otro. Lo malo es que nos han metido a todos en el mismo saco. Porque la mayoría de música que escuchamos es una mierda y pensamos que toda lo es.
La música que está bien exige al oyente, la que suena no. Y no hay entrenamiento.
Claro. Es como todo. Si no te gusta el fútbol y te metes 90 minutos es una putada. Si no te gustan los toros y te tragas seis toros, seis… (risas) te piras al bar porque si no te aburres.
Y con esta perspectiva, ¿qué le dices a alguien joven que quiera empezar?
Que toque y que se lo pase bien sin estar pensando en tal o cual. Y si puedes tocar alguna vez en directo y no estás muy nervioso como para poder pasártelo bien, pues diviértete y toca. Y si después triunfas te lo has pasado de puta madre pues de lo que se trata. La música es de las cosas más bonitas que hay en la vida.
Lista de canciones – tracklist:
- El Calor Nublado
- Tacones Robados
- Damas, Reinas, Furcias y Madres
- Estrellas Fugaces
- Conduciendo
- Que Nadie Toque Ese Piano
- Tu Vida Es Un Drama
- Blues Del Moby Dick
- La Fuente Negra
- El Sueño Del Ángel
- Te Espera Vida
- Si Yo Creo En Ti
- Entretanto Voy Cantando
Publicado el septiembre 20, 2022 en Críticas Discos y etiquetado en Ñu, Críticas Discos, José Carlos Molina, Molina. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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