Malditería – Contratos De Viernes Noche
Casi dos años exactos después de su debut bajo el nombre de Zozobra (que fue uno de nuestros bronces en Los Discos del Año de 2020), los alicantinos de Ibi Malditería regresaron el pasado mes de diciembre con la publicación de su segundo disco, bajo el título tan generacional y noctámbulo como Contratos De Viernes Noche. Cuando una banda publica su primer álbum coloca las cartas sobre la mesa. Muestra sus intenciones, en qué ámbitos se quiere mover, la ilusión de las primeras canciones, habitualmente trabajadas o convivientes durante años hasta que llega el momento de plasmarlas y hacerlas oficiales. Igual que aquel viejo eslogan sobre las distancias cortas, es en el segundo disco cuando un artista o banda se la juega. Es el que permite dibujar una línea, una trayectoria, sobre la reafirmación (o no), sobre el crecimiento (o no), el perfeccionamiento (o no)… En definitiva, un paso fundamental, que vienen, como en la anterior con Arturo José Bornay a la voz y guitarra, Raúl Egido en la guitarra solista y coros, Nando Rico al bajo y coros y Joan Bernabéu en la batería, que, como ellos dicen, apuestan por poner toda la carne en el asador y entregarse a este proyecto con el que siguen partiendo de influencias de los primigenios años sesenta y actitud belicosa de los setenta, pero con un tapiz actual. ¿La principal diferencia entre el debut y esta nueva entrega? Que prescinden de la entendible variedad del estreno para afilar mucho más el tiro en registros más homogéneos, que no por ello significa que sean iguales, pero sí que la amplitud de ciñe y, ahora sí, se hace más concreta.
Tal y como detalla la banda, las once canciones de este Contratos De Viernes Noche ofrecen como resultado «un disco más maduro e introspectivo», nacido tras varios meses de encierro y estrecha convivencia de sus miembros en el estudio, quienes vieron necesario adentrarse de lleno en la producción del álbum, olvidándose (casi) por completo del exterior. «Esta era la única manera de ir un paso más allá, de dar vida a algo diferente, de concebir un material tangible e imperecedero a partir de ideas a priori inverosímiles o demasiado ambiciosas. Finalmente, el resultado ha sido maravilloso: once canciones con sello propio de identidad, surgidas de las emociones e inquietudes más arrinconadas».
Psycho y surf influenciando por las versiones que hacían de Nu Niles, sonido vintage, rollo bullanguero y hedonista, tempos latinos y castizos, blues, algún arreglo góspel, rockabilly, tintes stonianos, algún destello metálico… Todo ello podía encontrarse en ese Zozobra que tanto recomendamos en su momento. Terrenos de lo más gratificantes pero que, claro, hacían del cuadro una mezcla muy heterodoxa. Todo eso se ha perfilado en esta nueva entrega, que define una madurez más perfecciona el trazo, haciendo de todas esas influencias algo propio, una herramienta, más que un ejercicio de estilo explícito.
Se abre la lista con la canción “Algo Que Ofrecer”. Un riff entrecortado y un fraseo expectante arrancan en una entrada muy pautada con ligeros toques oscuros y de declamación teatral y urgente en las líneas vocales. “Sombras Chinas” aumenta el tempo y con bien de caja de batería y un melodía principal bastante rocanrolera, con especial mención a los coros y dobles voces de fraseo y en el festivo estribillo. Es un corte donde los grupos de rock pop ochenteros y noventeros bien podrían sentirse representados en esta nueva generación, en este caso contra la manida hipocresía de la industria musical.
“Contratos De Viernes Noche” simplifica el empaque rítmico para darle un aire más chulesco y ligeramente afunkado, pero sin perder la sobriedad que quieren representar en este álbum. El estribillo ofrecerá una de las claves del álbum, que es el cuidado trabajo de armonías en los coros. “Vasos De Complicidad” es un tema de brillo semiacústico y muy accesible, por lo que no es difícil que se nos vengan nombres como La Guardia o 091. “Arde” hace honor a su nombre y prende fuego al corte desde el arranque, despachando el estribillo a las primeras de cambio con aires muy clásicos, entre motor, alcohol (el Martini tan Loquillo) y chicas.
“Al Mando” es un medio tiempo ambicioso, donde se ha trabajado especialmente el efectismo desde las guitarras, regalándonos un solo central con efectos de pedal que se agradece en su propia intención. Con ligeros aires polvorientos y sureños en el delay de guitarra y de malditismo (nunca mejor dicho) en el crescendo del fraseo, “Derrapando Al Cementerio” ofrece uno de los cortes más lustrosos y destacados del conjunto desde la primera escucha. Además, se sumará el aire de punk oscuro de Pela de La Excavadora.
Cabaretera y noctámbula, con pequeños arreglos de swing sesentero “Puede Ser” nos acerca al tercio final, donde todavía nos esperarán “Clases Para No Pensar”, un corte más arriesgado en sus oscilaciones de la línea vocal principal y también con intensos y variados cambios de ambientes y ritmos. De nuevo la sombra de los Lapido y José Antonio García se hace palpable. “Jade Y Semillas” recupera la organicidad más acústica, de acordes desnudos que casi se pueden masticar en los cambios de dedos y que reserva toda la potencia para un muy buen estribillo.
El final vendrá de la mano de “Cuenta Atrás”, un corte de naturaleza similar en su compás inicial, con cierto influjo entre el country y el blues, que irá ganando poso y nervio eléctrico en su emocionante canto de auto identidad.
De esta forma, Malditería concluyen un álbum en el que, ahora sí, dibujan una trayectoria en la que empiezan a definirse más y mejor.
Lista de canciones – tracklist:
- Algo Que Ofrecer
- Sombras Chinas
- Contratos De Viernes Noche
- Vasos De Complicidad
- Arde
- Al Mando
- Derrapando Al Cementerio
- Puede Ser
- Clases Para No Pensar
- Jade y Semillas
- Cuenta Atrás
Publicado el febrero 6, 2023 en Actualidad y etiquetado en Contratos De Viernes Noche, Críticas Discos, Malditería. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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