Los Discos del Año 2020 de RockSesión

Como siempre, ha de tomarse como una guía para acercarse a lo que no se conozca. O a darle otra oportunidad a un disco que no te llamó en la primera escucha. Es complicado emplearse a hacer listas así, porque siempre te queda la sensación de dejarte fuera gente que merece estar dentro. Tampoco ayuda el hecho de que por mis oídos pasen trabajos de cualquier género y que esta casa se vaya tomando más licencias controladas… ya que si escribiera de todo lo que escucho… se nos iría de las manos. Lo que sí os aseguro es que pocas web de listas pueden decir haber escuchado el 90% de los 170 discos que habéis votado, más otros tantos que ni aparecen votados. También excluyo como siempre EP’s (Mala Reputación, Código Vinagrio, Lendakaris…) y directos (Sôber, Leiva, La Polla Records, Whisky Caravan…). Entre las ausencias por diversos motivos, pero de los que recomiendo su escucha, os cito unos cuantos: las delicatesen de Sílvia Pérez Cruz y Juan Perro, los incontables proyectos colaborativos de Rocío Márquez, las delicias folk de Tanxugueiras o Balkan Paradise Orchestra, las sorpresas de Ginebras o El Meister, la constante media alta de Def Con Dos, Rozalén, Saurom, Triángulo de Amor Bizarro, el crecimiento de Sidecars, Aphonnic, Desvariados, Free City o las gratas confirmaciones de Versoix, Sin Mala Intención y Los Estanques o la canción heavy del año de Lords of Black. Mención de honor para ellos, vamos, por octavo año: estos son los ochos oros, platas y bronces de RockSesión. Disparen al pianista. (PD: intentaré que los discos que no tienen crítica completa en esta selección la tengan a lo largo del mes de enero).

Están ordenados alfabéticamente por medalla, no por escala de preferencia.

ORO

Bunbury – Posible

Costumbre para los seguidores, necesidad para el artista, lleva Enrique Bunbury reinventándose en cada uno de sus trabajos discográficos de estudio desde que decidiera dar fin al camino del exceso. Sobran los motivos para reconocerle méritos pero, sin duda, el hacer que una legión de seguidores en todo el mundo siga con la atención de siempre cada uno de sus pasos pese a la amplia gama de registros alcanzados es un caso casi único en la escena musical. Por eso, también porque siempre se ha caracterizado por una visión adelantada a su tiempo, sumen su inquietud constante y, por último, porque de conformista ha tenido bien poco, su actitud encomiable le ha valido cierta unanimidad en el aplauso (que no es nada fácil en estos tiempos): te puede gustar más o menos su nueva propuesta, pero siempre se cimenta en la búsqueda, el conocimiento, la experimentación testada y mucho seso detrás. Con Posible ‘se saca’ de alguna manera la espina de los sintetizadores y la electrónica, refuerza la mirada circunspecta de su predecesor y aumenta la oscuridad propia de quien ve la vida con cierto desencanto romántico que otorga el paso de los años, pero siempre manteniendo el halo de luz que da la bondad. Por si fuera poco, como en los viejos tiempos y como un ajuste de cuentas intelectual, hace un disco hijo de su tiempo en el mismo año, Curso De Levitación Intensivo, con aires de jazz experimental. Creo con firmeza que lo mejor está por llegar. No le molesten.

Desakato – La Miel De Las Flores Muertas

Los asturianos son una apuesta de esta casa desde casi el principio de su carrera y uno siente una pequeña dosis de satisfacción personal comprobando, en cada paso, que el resultado sigue sobrepasando cualquier previsión. La Miel De Las Flores Muertas es el séptimo trabajo de la banda) y en él tenemos, como denominador común, la total y absoluta libertad creativa con la que afrontan el desarrollo de las canciones, su ambientación, los arreglos y su propia estructura. Los temas enganchan en la escucha desde el primer momento, captando la atención ante cómo se despliega ante nosotros, siempre con una potencia llena de seso y con una amplitud de miras muy poco frecuente en el circuito en el que se mueven. Permítanme la comparación del concepto, que no en el estilo. Desakato ha conseguido, de alguna manera, ‘educar’ o ‘hacer crecer’ a su público de la misma forma que en su día lo hizo Extremoduro. La inmediatez y fuegos de artificio incontenibles de los primeros discos, carne todavía de pogo, de circle pit, wall of death, mosh y vete tú a saber si algún anglicismo más, necesarios en el repertorio en directo, ha dado paso a una evolución que ha hecho de las atmósferas, de los arreglos sutiles pero omnipresentes, del detalle, una auténtica obra de ingeniería. Es decir, como los citados, a la sencillez racial y visceral original, han ido sumando conocimientos e inquietudes para ofrecer nuevas propuestas y enriquecer su universo sonoro conceptual. Lógicamente, habrá quien siempre los prefiera de la misma forma, pero el crecimiento artístico es innegable. En ambos casos.

Elefantes – Antoine

En esta corriente de mal rollo y haterismo a todo que se va instaurando como un virus mucho más silente y contagioso que el que nos ha marcado en los últimos diez meses, hay una china en esa montaña desagradable que es la de minusvalorar el legado conceptual de ‘El Principito’ de Antoine de Saint-Exupéry. Deben ser personas a las que se les ha olvidado que un día fueron pequeños. Pobres. Porque una cosa es situar el valor literario de la obra (¡es un cuento!) y otra destrozar la ilusión que durante generaciones ha provocado y la de mundos e imaginaciones que ha despertado. Es como reírse de las emociones que generan los Reyes Magos en los niños y niñas en un día como hoy. Para quienes todavía no hemos matado a nuestro yo menor, ‘El Principito’ es una constante que aferra a esa candidez y a esa forma intensa de vivir la belleza, el amor y la vida. Y si durante 20 años me preguntan qué grupo podría darle forma de canción a ello no variaría jamás la respuesta: Elefantes. Y eso es Antoine. La banda sonora de una obra fantástica en la que le dan el toque preciso a cada personaje y reflejan con la intensidad y elegancia que se les conoce el aura necesaria a ese alma blanca y que todavía mantiene su capacidad de sorpresa… (Quien Ama A Una Flor, Entre Millones De Estrellas, Mi Planeta, No Soy Un Gran Príncipe…) pese a que poco a poco dejará de ser indemne a la crueldad y las decepciones. Por eso releo con frecuencia el libro y ahora con Elefantes también escucharé el disco. Sólo puedo darles las gracias eternas y desear que la gira de la obra me pase cerca de casa… o que aguante lo que tiene que aguantar en el tiempo.

Fausto Taranto – La Reina De Las Fatigas

Lo malo del dolor es que no por no hablar de él deja de existir. Algo así pasa con el anunciado tercer disco de los granadinos Fausto Taranto, después de que todo un genio de la guitarra como Paco Luque (Hora Zulú) saliera de un proyecto que puso en marcha junto a Ismael de la Torre (voz y letras), Quini Valdivia (guitarra) y Miguel Martínez (bajo). Adrián Barros se sumaría más tarde como integrante consolidado en la batería. Por el camino, dos majestuosos discos, uno más callejero, como El Círculo Primitivo, otro más ‘de laboratorio’ y complejo como El Reflejo del Espanto. Claro, lo queramos o no, las dudas sobre cómo afrontaría el grupo la salida de un referente indiscutible era más que razonable. No ya por cuestionar sus capacidades, sino por mera curiosidad estilística, formal y, por qué no, inmaterial. Así, La Reina de las Fatigas era, posiblemente, la entrega más importante de su carrera. Como conclusión y denominador común, como titular, como quien dice, diremos que La Reina de las Fatigas pasa por ser mucho más directo y racial que sus dos hermanos mayores. Donde hay menos técnica pentatónica pero mucho de visceralidad. Algo que, por otro lado, le sienta como anillo al dedo al universo de las letras de la banda. Quizá el inconveniente de no haberle visto el fuego en directo a estos temas le hacen parece menor, de quien lo probó lo sabe.

_Juno – _BCN626

“El ser humano es una criatura singular. Todos sus actos los motiva el deseo, pero su carácter lo forja el dolor. Y porque más que intente reprimir el dolor y contener el deseo, no logra liberarse del eterno grillete de sus sentimientos. Mientras la tormenta brame en su interior no encontrará la paz ni en la vida ni en la muerte. Y así, día tras día se verá zarandeado por ella. El dolor es su barco, el deseo su brújula. De lo que es capaz el hombre…”. Esta disertación, que extraigo del capítulo séptimo de la segunda temporada de la serie alemana Dark sirve para reflejar la intensidad del querer y el deseo que van más allá de lo racional, en el puro y noble arte de amar en plenitud, de una manera casi cósmica, espacial y total. Podría ejercer de introducción perfecta a este _BCN626, primer trabajo discográfico que firma _juno, el dúo formado por Zahara y Martí Perarnau (Mucho), que comparten de manera equilibrada composición de texto, instrumentación e interpretación de un disco que trasciende y pulveriza la concepción del amor en su vertiente más corpórea. La seductora voz de la jiennense y la fina y elegante electrónica del catalán se entrelazan como la cadena de ADN imantada de dos cuerpos, de dos corazones, de dos almas que anhelan hacer del refugio de un hotel su mundo perfecto. Tan bello que es imposible escapar de él. Como _BCN626. Viaje conceptual que comienza en una habitación de hotel y se abre paso imparable haciendo de la pasión, cordura, y del amor, razón. Del deseo, adicción. Del “somos la pareja perfecta, nunca dudes de eso”. De mirar a los ojos y pedir un beso. Como desees.

Los Enemigos – Bestieza

Hay con Los Enemigos una sensación de eterno retorno. Viajar por sus discos es navegar entre bisagras que abren puertas que se interconectan entre sí y, de veras, poco importa que hayan estado varios años ‘de parón’, que volvieran de gira, que se marcaran un disco con todos sus ingredientes conocidos en la coctelera (lo que le restó algo de identidad) en La Vida Inteligente y que ahora, vengan desenfrenados, acelerados, más livianos y frescos. Todo es familiaridad con el cuarteto, si bien en esta ocasión viene remozado en una de sus guitarras y en la producción. Manuel Benítez decidió dedicarse exclusivamente a Porretas y su salida a las seis cuerdas ha dado paso a la entrada de David Krahe, guitarrista de Los Coronas, Corizonas y habitual en los últimos tiempos de Josele Santiago, como bien queda registrado en su último directo Conde Duque. Santiago vuelve a firmar guitarras, voz principal (menos uno) y los temas, compartiendo autoría en tres de ellos con el almeriense Fino Oyonarte, bajista. La batería corre a cargo de Chema Pérez. La producción en este caso viene refrescada por un productor emergente y viejo conocido de la banda, como es Carlos Hernández, antiguo técnico de sonido y actualmente al mando de la producción de bandas como nuestros aplaudidos Carolina Durante y Airbag y Triángulo de Amor Bizarro. Con estos mimbres y liberados de las inquietudes personales, Enemigos firma la continuación lógica de Nada, de hace nada menos que más de veinte años.

Lülu – Saudade

La saudade es uno de los términos más complicados de definir debido a la cantidad de matices y al ingrediente emocional indescriptible que siente quien lo padece. Tristeza, soledad, morriña por algo vivido que se sabe que nunca va a volver o que será casi imposible. Y esa es la historia, que cala. Pena que inunda e impregna el corazón y cada hecho menos de la vida, como esa humedad de la cercanía del mar en el invierno que se cuela en el cuerpo, tan mágica e inexplicable. Ya lo dijo Depedro en Almería: “no sabéis la suerte que tenéis de ver el mar todo los días, vosotros que podéis, no lo dejéis nunca”. Una amplia mancha que infecta por igual el seso y los pulmones, dificultando la respiración, imposibilitando la meditación y el encuentro de una solución a tanto mundo gris. Una aflicción que no deja espacio para el descanso, como cuando uno se empeña en vivir en dirección contraria a lo que dice el corazón y que acaba consumiendo y pudriendo por dentro. Todo eso es lo que quiere transmitir este ambicioso Saudade. El nuevo y más ambicioso proyecto de Lülu, quien fuera vocalista y líder principal de la banda Forraje, eterna referencia del rock poeta, por debajo de podio copado por Extremoduro y Marea (tanto Robe como Kutxi colaboraron con la banda gallega en su momento). Una canción de 16 minutos de duración que, por ende, nos conecta de forma directa con el concepto de Pedrá, aunque esté más cerca en las formas de La Ley Innata, aunque, a la postre, no sea ninguna de las dos cosas. Es un viaje de largo recorrido, una confesión, un desahogo naturalizado pese a los cuantiosos cambios de tempo y estilo y que, pese a todo, es pura autenticidad, creíble, empática y, por momentos, mágica. Porque no hay nada que cure más en este mundo que la paz del corazón. El que la lleva la entiende.

Sínkope – Por Pensar Le Dio Al Hombre

Después de marcarse hasta cinco discos, con este seis, desde que abrió RockSesión allá por marzo de 2012, después de entrevistarlos tres veces y después de haberlos visto en directo en otra decena de ocasiones, se me van acabando los calificativos para escribir de las bondades de la banda extremeña Sínkope. Me duele la boca de decirlo, que recita mi buen amigo Aitor Velázquez de Hora Zulú. Es un grupo que se ha convertido en imprescindible. Por muchísimos motivos. En primer lugar por su constancia. Los números así lo indican con sus catorce discos, casi siempre con alta nota, y con, especialmente, un ritmo de producción alto en los últimos años. En segundo lugar porque, sin perder nunca la identidad de sus formas, en cada disco han buscado una cierta vuelta de tuerca, respetando siempre sus principios guitarreros y poetas. En tercero porque sigue siendo uno de los grupos con mejor sonido en los directos. Y, por si fuera poco, porque las canciones han encontrado el equilibrio entre la complejidad y las largas extensiones y el golpeo de las melodías. Cada cual puede dejarse acunar por el estribillo, el fraseo, el riff, el desarrollo y la rítmica que prefiera, pero en todos los discos las emociones se suceden sin artificio. A veces de forma más lírica, otras más directas. Algunas veces de poesía Juanramoniana y de conceptos platónicos, otros como un dardo afilado. Por Pensar Le Dio Al Hombre nos confirma (como si hiciera falta, insisto) que Sínkope es de otro nivel. Sínkope son conscientes de la importancia del respeto debido a la música y a su público. Conciencia de Rock.

PLATA

Carlos Chaouen – Refugio

Puede parecer incomprensible que un autor tan considerado por el público como Carlos Chaouen venga a afirmar que ninguno de sus siete discos anteriores sonaran como él quería (recomendable entrevista en Efe Eme). El artista gaditano viene con las tintas y las guitarras cargadas en Refugio, su octavo trabajo discográfico de estudio, el primero que sale de la mano El Dromedario Records, que también publicó hace un par de años el recomendable directo recopilatorio 7.300 Días. Sea por sus compañeros ‘de vivienda’ o porque a los 45 años y tras 6 sin publicar nuevas canciones, cada vez tiene las cosas más claras, este Refugio pasa por ser el más genuinamente (como la marca de tabaco) rockero disco de Chaouen. Lo hace además acompañando la lógica descarga energética con una colección de letras en la que hay un profundo trasfondo vitalista y, casi rozando lo conceptual, una importante dosis de confianza en el amor interpersonal como salvación, como motor, como paz y… como Refugio, claro. Muchas referencias al sol, a la sal, al vuelo, al aire libre y mucho de libertad interior para poder ser feliz, para poder disfrutar de la vida. Casi una rareza en días de pesadumbre, que sientan como un complejo vitamínico para creer en el futuro y la humanidad altruista. Un muy buen disco de rocanrol donde, además, se pasea el corte previsible y algunos aventurados registros, del country a la linealidad de la meditación.

Ciudad Jara – Donde Nace El Infarto

De inicio, posiblemente fuese el integrante de La Raíz que más expectativas podría haber generado de saberse desde el primer momento que todos los músicos y vocalistas de la banda iban a emprender proyectos paralelos mientras que la triunfante cabecera duerme en los vértices del tiempo. El más rápido fue Juan Zanza con Valira. Posteriomente, Julio Maloa emprendió aventura ‘boikotera’ antes de que se diese a conocer el más continuista Nativa (por sus cinco integrantes) y por su cuenta ha ido Felipe Torres en Fukushima. En todo ese tiempo, nada se sabía (de manera pública, claro) de lo que pensaba hacer Pablo Sánchez. Dos cosas llaman la atención desde las primeras escuchas del álbum. Por un lado, ‘el oxígeno’ que da no tener que incluir por obligación secciones de vientos. Claro, cuando no tienes una sección rítmica de metales dispuesta a darle épica, las canciones tienen mucho más margen para respirar, traspirar, inspirar y variar los pequeños arreglos, los matices, los guiños a otros géneros musicales. Es decir, no ‘abrasa’. Y ese es un punto muy a favor, no porque tengamos en contra de los vientos porque considero que La Raíz es de los ejemplos que sirven de excepción, sino porque Pablo Sánchez puede crear en libertad total, sin tener ningún tipo de cortapisa. Y esto enlaza con el segundo de los factores destacados: el gran número de registros que se alcanzan en sus doce cortes (once canciones y una intro), que pasan desde el rock más correcto, a algunos rapeos libres (tampoco sin ceñirse a obligaciones), algo de funk, ascendencia de folk latinoamericano, pero también luminosidad pop o accesibilidad de hechuras indies, que bien trabajado, como es el caso, no tiene nada de malo. La música está para no limitarse. Y no le doy oro, porque pienso que Pablo puede dar muchísimo más.

La Maravillosa Orquesta del Alcohol – Ninguna Ola

La MODA se despedía en 2019 en con el reconocimiento unánime de público, crítica y colegas de profesión para hacer un 2020 reposado. Dos o tres conciertos y a trabajar en disco nuevo. Pero, claro, las reglas del juego se cambiaron al compás de contagios y restricciones y los planes cambiaron levemente. Así que lo que era un año para desintoxicarse ha servido para crear un disco sorprendente, arriesgado, maduro (pese a lo manido del adjetivo en las críticas) y terapéutico desde una crudeza que a más de un oyente cogerá a contrapié. Porque poco queda de las canciones tabernarias y festivas del estreno y poco a poco la cosa se ha ido haciendo más densa y críptica. A las letras afiladas de David Ruiz se le suma la producción de Raül Refree, del que hemos hablado mucho de sus virtudes y de su pulcritud y quirúrgica precisión a la hora de exprimir desde el minimalismo (Miedo de Albert Pla, Los Ángeles de Rosalía, Firmamento de Rocío Márquez, María Rodés, Pérez Cruz, Josele Santiago…). Si Curso De Levitación Intensivo es un álbum hijo de este año, Ninguna Ola es su exorcismo final y la apertura de una libertad conceptual mucho más abierta y funambulista que lo ya apuntado el en sobresaliente Salvavida (De Las Balas Perdidas). La música como ejercicio valiente. Salvemos a los creadores en peligro de extinción.

Manolo Kabezabolo – Tanto Tonto Monta Tanto

Si alguien nos dice que Manolo Kabezabolo iba a llegar al pie del cañón treinta años después del histórico Ya Hera Ora, lo hubiésemos tomado por loco. En un país en el que nos gusta ‘matar’ a artistas antes de tiempo, deseando buscar mártires acorde a lo que se le cuelga al personaje que representan, que el aragonés lleve tres décadas en pie jode la película. Pero bien que nos alegramos. Y es que si algo demuestra este Tanto Tonto Monta Tanto, el séptimo trabajo discográfico de estudio de Manolo, es que quienes pensaban que sería el Vicious de turno se han encontrado en que es más un Iggy Pop que se nos hará un mito (si no lo es ya) sobre los escenarios. También lo hace en el sonido tanto por las similitudes con los Stooges, sino por la tesitura de muchas de las canciones, más graves y de una interpretación más sobria, como ahora veremos. En la aventura le acompañan (y van diez años ya) Los Ke No Dan Pie Kon Bolo que son David y Raúl a las guitarras, Carlos al bajo y Jaume a la batería.  Una banda que, por cierto, también merece mención a destacar porque nada tiene que ver en la conjunción y prestaciones con aquellos primeros conciertos que vi en el extinto festival Aúpa Lumbreiras. Y también hay que reconocerles los méritos: encauzar a Manolo y hacer crecer su música. Aunque siempre quedarán aquellos de ‘antes estaba mejor’. Manolo Kabezabolo entra con seso en una nueva etapa donde maneja, y le potencian a ello, sus nuevos recursos vocales y ofrece un disco acorde a su momento vital. Y que vengan muchos más.

Mausoleo – Absolución

Me tomo tan en serio esta lista que apunto y marco todos los discos a los que dais votos y que no he escuchado para conocer, aprender, descubrir… Para que esta lista tenga la máxima autenticidad posible. Además, después de tantos años por twitter y redes, hay personas en las que confío todavía más en su criterio. Y si el amigo FranJ91 me daba la alerta con este álbum, sabía que algo tenía que tener. Y tanto si es así. Hace unos días le daba una escucha a estos escasos 24 minutos y tuve claro que tenía que estar en esta lista. Los ingredientes son conocidos: postpunk de aires lúgubres, que nos conectan a Décima Víctima, también la afección vocal de Germán Coppini, el soniquete rítmico de bandas como Derribos Arias y su natural conexión con Glutamato Ye-Yé en su lado más negro. Pero también de Viaje a 800 o 713Avo Amor, imprescindibles en esta casa. Del lado guiri, está claro que las referencias conectan con esa afección lánguida de Killing Joke y tantos otros. Las miserias e inmundicias del ser humano y la crueldad cínica, el dolor en su máxima urgencia se plasman en trepidantes ritmos de cuerdas y en una batería que parece latir como un marcapasos asistiendo al paro cardiaco de tanto desencanto. Pero también hay urgencia punk, algo de carne melódica, pasajes más reposados y una ejecución perfecta registrada en Harrisound con Alex Román a los mandos y Daniel Hussain al master. ‘En El Final’, ‘Mausoleo’, ‘Dogma’, ‘Inherente’ o la versión de Qloaca en ‘La Vida Me Escupe’ son pura adicción. Majestuoso.

Rubén Pozo y Lichis – Mesa Para Dos. El Disco

Hablar en términos de lógica en nuestro tiempo es casi una absurdez en sí misma, sobre todo cuando, dentro del caos, se han abierto muchos caminos distintos para llegar a otras tantas distintas metas, también multiplicadas. El caso es que la unión de Rubén Pozo y Lichis, nacida de una llamada telefónica y cimentada en un buen rollo previo, sigue dando pasos en su cohesión, casi saltándose cualquier tipo de desarrollo convencional. Se unieron para dar conciertos antes de tener material propio, en esos conciertos empezaron a salir canciones, esas canciones se empacaron en un primer EP de seis (publicado el pasado mes de octubre, tan lejano dado lo vivido estos últimos meses que casi parecen años) al que ya se sabía que le iba a completar otra medio docena de temas que confluirían formando un disco ‘convencional’ y con una buena colección de fechas en el antes, el durante y para el después. En los nuevos seis encontramos el mismo desencanto que se mueve a caballo entre el cinismo (en su segunda acepción) y la estoicidad. Sin brindis al sol y convirtiendo la crudeza en sencillez melódica pero repleta de detalles que enriquecen la producción ya sea en crescendos, capas de guitarra o arreglos modestos pero efectivos que completan un resultado que ya era sobresaliente en su primera entrega, despachando, ahora sí, uno de los discos del año, aunque haya habido que degustarlo en dos partes. Quizá, vista la densidad, fue lo más inteligente.

Somas Cure – La Colmena

Decía el viejo eslogan televisivo de una marca neumática aquello de que la potencia sin control no vale de nada. También es aplicable a las faltas que tiraba Roberto Carlos. Y, trayéndolo a la música, que es lo que nos atañe, nos es aplicable a las bandas de corte metalero que se afanan y empeñan en atronar sin medida. A los vocalistas que aprovechan sus facultades interpretativas de agudos o guturales ultra terrenales para ir siempre con la dinámica por las nubes. Ese error es más patente si cabe en los inicios, cuando la juventud permite los excesos sin que se resienta el fondo (algo así como le pasaba a Ronaldinho con las fiestas, que al principio se las podía permitir y la juventud le mantenía el físico pero que, con los descuidos y el paso de los años, ya no podía volver a ser el mismo. Hoy tengo el día deportivo, por lo visto). La templanza, virtud concupiscible del alma para Platón, junto a la sabiduría y el coraje, son fundamentales para contener ese torbellino y, de eso, Somas Cure sabe desde su nacimiento hace ya diez años, tal y como ha venido además puliendo disco a disco, tras Parseval, más negro; Equilibrium, el nombre ya da pistas; Mitos, ya rotundo diamante; y Éter, su disco, hasta la fecha más abierto y, precisamente, incorpóreo en la dificultad de su circunscripción. Hace casi un año empezaban a mover los hilos de este quinto trabajo de estudio, con la presentación de un primer adelanto al que sucedieron tres más. Al fin, veía la luz esta La Colmena que sigue siendo un derroche de filosofía musical bien entendida. Todos los ingredientes están, pero combinados con los galones de quien sabe manejar sus fortalezas. Llevo años diciéndolo, Somas Cure es de lo mejor de la escena metalera española y así debe quedar escrito.

The New Raemon – Coplas Del Andar Torcido

Desgranado la mitad del álbum un goteo incesante de adelantos, veía la luz al completo el enésimo nuevo proyecto y trabajo de The New Raemon, el nombre de cabecera de Ramón Rodríguez y su banda, que mantiene su constante inquietud por bucear en el interior para ofrecer canciones cada vez mejores, con la pasmosa naturalidad de quien lo hace sin echarse a los brazos fáciles de las imposturas ni a los delirios trascendentales vacuos. He seguido su trayectoria con bastante aprobación desde su Libre Asociación y en cada paso ha demostrado inquietud, tranquilidad y templanza, que no está reñida, ni mucho menos, con el ejercicio sano de la valentía. Así, tras un notabilísimo Una Canción De Cuna Entre Tempestades (recomendable la colaboración de Rocío Márquez), en el que, como una Nana Cruel, se pespuntea la belleza entre el mundo hostil, Coplas Del Andar Torcido hace crecer ‘al niño’, que acaba mirándose al espejo, lejos de dramatismos, para crear una colección de canciones tan densas como sencillas, tan oscuras como titilantes en sus arreglos, con una lírica tan cotidiana como desafectada. Porque como recitaba Jaime Gil de Biedma, “que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”. Lo peor es cuando lo es demasiado y es tarde para la acción, y este disco está justo en ese punto de consciencia. Ayuda más a la meditación que al masoquismo complaciente. Un disco hermoso al que es seguro que vuelva con frecuencia.

BRONCE

Adormidera – Arqueología De Una Ola

Adormidera es el grito poético de guerra de Tamara Martínez. Autora de todas sus composiciones, debuta con banda, después de un más que prometedor EP a solas acompañada de Samuel Martínez a la guitarra y arreglos, Julia Gil a la batería, Aníbal Vega al piano y teclado y Javier Prieto al bajo. El álbum ha sido grabado en el estudio El Bunker de San Crispín, con Beni a los mandos de la nave, que también se ha encargado de la mezcla y master. Como colaboraciones especiales, el propio Beni se marca coros en un tema y guitarra en otro par y la guinda lleva el nombre de Vito Íñiguez de Sínkope, que borda un tema de los grandes, como veremos en unas pocas líneas. La lírica del álbum, como decía, tiene unas indudables hechuras poéticas consiguiendo lo que a día de hoy parece casi un imposible, que no imite a ninguno de los referentes tópicos del género. Como obsesiones recurrentes, el mar, la tierra, el aire y el fuego,  los cuatro elementos como símbolo de libertad y apego a una realidad que duele pero que no mata, que paraliza pero que también ofrece los argumentos necesarios para continuar un pasito más. Algo de guiño a Antonio Vega parece dar también el título del disco, de la anatomía a la arqueología. Parecerse a muchas cosas sin parecerse a nada. Una personalidad pujante y propia que apunta muy buenas maneras a poco que obtenga la confianza del público. Por mi parte, digo sí.

Arco – 100 Veces

Antonio Arco fue durante casi dos décadas la voz inconfundible y motor principal de El Puchero del Hortelano. En su momento de más éxito popular, llegando incluso a tocar en ‘prime time’ en uno de los escenarios principales de Viña Rock, el grupo decidió darle fin en un inolvidable concierto en su Granada natal en octubre de 2015. Allí empezaba, aunque venía haciéndolo ya y es sin duda lo más honesto, romper el camino si tu cabeza ya está en otro sitio, la senda en solitario que, por el momento, nos ha despachado ya tres discos: Uno, Abril y el que nos ocupa. Demostrado durante años, tiene Arco varias facultades para esto de la música, que le han llevado a ser un autor de lo más respetado para cualquiera que conoce su ya extenso legado. Una de ellas es la transparencia que confiere una bondad notoria apenas que uno comparte conversación con él unos minutos o se intercambia cuatro mensajes. Ese verdad hace creíble cada uno de sus textos que, aquí viene otra, consiguen siempre reconstituir desde el daño, hace de las letras con más pena una suerte de exorcismo a compás y lo mismo se marca un repertorio tirando a típico cantautor de ascendencia rockera que se torna accesible con ritmos más festivos. Pero la esencia, siempre. Arco da un paso valiente, quizá no esperado, en este 100 Veces, quizá demasiado complaciente para la escucha fácil, pero sin alterar la forma de contar historias. ¿Punto de inflexión? ¿Sólo un paso más en un largo camino? Tiempo dirá. Lo que avanzamos ya es que seguirá contando con nuestra espada.

Bocanada – Ahora Que Los Leones Duermen

Vuelven los navarros de Berriozar a su periodicidad más habitual con Ahora Que Los Leones Duermen. Su quinta entrega discográfica llega menos de tres años después de su anterior Libres, que se hizo esperar más de la cuenta. Lo hacen, además, auspiciados por la confianza que les ha dado sentir el calor de un público al que, debido a lo decadente del circuito de salas, se hace difícil poder visitar. Provincias con circuito complicado, donde una banda como ellos no suele tener acceso. La gira de Marea les valió para sentir en primera persona que su rock, de marcada influencia clásica de rock poeta, trasciende de límites geográficos y que tienen su propio público en lugares donde, de hecho, nunca habían tocado. Así, Martín Romero en la voz y en la autoría de todas y cada una de las letras del álbum, Rupi al bajo, Juanito a la guitarra y Pepo a la batería, galopan de nuevo en esta nueva entrega, con un sonido marca de la casa y con la producción, mezcla y masterización, de uno de los tándem más recomendables para la escuela de rock que se quiera alejar de automatismos, como son Iñaki Llarena y Leyre Aranguren en Estudios Aberin. Si ya de por sí es un disco que, entre comillas, viene gestado con la maquinaria engrasada por medio centenar de conciertos, la grabación fue en riguroso directo, lo que le confiere un golpeo inmediato que lo hace mucho más cálido que sus predecesores. Por eso, tiene el álbum hechuras de canciones a las que es fácil imaginarse sobre un escenario. Estructuras y estribillos hímnicos, una gran versatilidad y variedad de riffs y texturas de guitarra, también un amplio espacio para un bajo limpio y esplendoroso y un compacto golpeo desde caja y bombo.

El Pecado – El Pecado

No pierdas nunca tu capacidad de sorprenderte. Sirva esta frase tipo Mr. Wonderful o Paulo Coelho para presentar la idea principal de este disco de El Pecado, al que me acerqué sin grandes expectativas iniciales, pero que se me ha desvelado como uno de los álbumes de este 2020 para el rock y el metal. En textos, melodías y ejecución vocal, sintonía entre las guitarras solista y rítmica, programaciones y teclados y ritmos adictivos para un sonido espectacular con la firma de calidad garantizada de Alberto Seara y sus Estudios Cube, que también firma producción junto a Carlos Escobedo de Sôber, que también cantará en un par de temas, y la propia banda. ¿Y cómo es posible tanto para un debut? Pues porque el quinteto que da vida a El Pecado lleva veinte años curtiéndose en el mundo de la música bajo cabeceras de poco éxito popular, pero que parecen haber conseguido que todos los astros se alineen para hacer el disco rotundo con el que llevaban soñando durante todo este tiempo. Diez canciones de gran factura en las formas y en espíritu. Tan potentes y cañeras como accesibles en su melodía. Una querencia especial por las ritmas esdrújulas y buen gusto a la hora de utilizar las dinámicas de contundencia, desnudez, juego de segundas voces y texturas sonoras. Un álbum mayúsculo. Un disco de nota muy alta, para tener presente siempre que la magia existe.

Leone – Canciones De Amor y Odio vol. 1

En un mundo musical donde las fronteras se rompen de manera constante, es complicado definir esa sensación en la que algo que se escucha tenga la capacidad de recordar a media docena de géneros y referencias y, a su vez, que sea imposible de circunscribir cada una de las canciones a un nombre propio o etiqueta única. Es el caso de Leone. Con un nombre en clara referencia al director de cine que elevó a mito a Almería como plató natural, con mucho de tino y algo de guasa, Leone se autodefine como una banda de rock, con influencias del bolero, la copla, el surf, el western, la canción mediterránea y, en general, la música en español, como también ‘reivindican’ “el bar español y el plato redondo”. Leído esto, uno se puede esperar una suerte de Gabinete Caligari versión lejano oeste folclórico, pero nada de eso. Si el disco corta el aliento, su directo más. Tono grave y solemne le sienta como espuela a la bota a su propuesta artística, melodías y desarrollos que parecen curtidos por el desamor, el clavel en la solapa, la copa de brandy, el sol en la piel y las madrugadas interminables. Surf, pena negra y corazón en la boca. Malaventurados los que sentimos así hasta un aletear de pestañas.

Luter – Héroe Humano

Tuvo el honor de ser para muchos un inesperado ‘Oro’ en la primera edición de esta sección allá por 2013, pese a que su lírica de rock poeta no haya trascendido en popularidad como las de Robe, Kutxi, Vito, Yosi y otros. El madrileño Luter salió de Los Reconoces para darle a su rock callejero de querencia rosendiana y toque elevado y desgarrado más acentuado y esta entrega viene a ser una muesca más en ese ingrato y difícil camino en solitario. Héroe Humano es la fusión de dos EP’s que fueron ideados de manera independiente pero a los que las circunstancias pandémicas han fusionado como disco planteado en dos caras, de ahí su portada. De hecho los medios técnicos también difieren. Héroe fue grabado en 2019 en Estudio Uno con Carlos Hernández. Es la acción y la pasión en canciones más urgentes y lumínicas. Al otro lado, el Humano, se ha grabado y culminado entre 2019 y 2020 en los estudios Black Betty con Jose Nortes y en ellas las guitarras se tornas más crudas y los arreglos se multiplican por todas partes para crear una sobria y más desencantada reflexión de la realidad. Todo ello, con el desencanto marca de la casa y con las ganas de seguir evolucionando su sonido, para escapar de cualquier atisbo de previsibilidad. La difícil cuestión de aguantarse la mirada en el espejo con los propios fantasmas y los mismos miedos.

Malditeria – Zozobra

Que muchos de los grandes hayan suspendido sus planes de lanzamiento nos ha dejado más espacio (si es que no cuentan ya de por sí con él) a poder traer debuts o discos de bandas alejadas de los grandes focos y escenarios, que se lo curran con la mayor de las ilusiones para llegar al máximo de oídos posibles. De tantos y tantos que pasan a lo largo de los meses por los míos, hay algunos que encienden la chispa para que encuentren en el hueco en esta casa, y Malditeria, con su debut Zozobra, es uno de los últimos. Los venía siguiendo con los primeros adelantos con un correcto signo de aprobación pero fue auspiciado por un email promocional personalizado al extremo, por lo que decidí darle una escucha profunda para ver de qué iba el asunto. Y es que un grupo que se autodefine como “Rock and Roll Maldito” ha de estar muy seguro de sus posibilidades. Y, doy fe, que tienen motivos para ello. Zozobra es un debut de fácil primeras escuchas, de ritmos reconocibles y, aquí lo más importante, que es capaz de mantener el nivel de atención durante todo el metraje gracias a una muy sorprendente capacidad para presentar canciones variadas, que se distinguen por sí mismas incluso antes de terminar, ofreciendo una gran gama de registros dentro del rock a secas, aderezado allá por roll, acá por pop, acullá por compases más castizos, otros más psycho o pinceladas de sureño o hasta casi de funk. Que para un debut no está nada mal. Por cierto, la banda iba a llamarse Zozobra y el disco Malditeria. ¿Les suena? Como Marea y La Patera.

Txarly Usher y Los Ejemplares – Cuervo, Corazón y Cuchillos

Existe una falsa creencia o, si no dogma de fe, habituación a que el punk tenga que ser estruendoso, veloz, mal tocado y a ser posible mal cantado. Nada más lejos de la realidad. Por suerte, existe una corriente que se mantiene gracias a figuras como la de Txarly Usher, que lo viene demostrando a lo largo de toda su carrera, sea al frente de Los Carniceros del Norte, Radiocrimen, Radio X… y varios proyectos más. Su manera de cantar recuerda siempre en la tesitura y timbre a lo oscuro de los ochenta, haya más o menos distorsión o velocidad en cada una de las cabeceras. Pero, hete aquí que va y se reúne con Rafa Balmaseda, bajista de los más míticos todavía Parálisis Permanente y se entrenan con un larga duración espectacular y atemporal como este Cuervo, Corazón y Cuchillos. La banda se completa con la guitarra de Orkatz Ira y la batería de Andrés Guti. Los cuatro vienen a firmar un disco de letras elevadas y emotivas, de sonido que se mueve entre el punk centro europeo, la luminosidad de la new wave británica y las influencias clásicas del género con buen gusto, convirtiendo el cancionero en algo emocionante, bailable, enérgico, decadente y hasta radiable, por momentos. Una rara avis en tiempos donde parece que el grita tiene más razón, el que hace más ruido es el más duro de la ciudad y el que va más rápido es el que hace más divierte en pogos sin sentido. Un ejemplarizante trabajo discográfico que se hace apto para todos los públicos. Un álbum repleto de buenas estrofas y un sonido intachable y delicioso.

Historial de todas las ediciones editoriales:

Los Discos del Año 2019 de RockSesión
Los Discos del Año 2018 de RockSesión
Los Discos del Año 2017 de RockSesión
Los Discos del Año 2016 de RockSesión
Los Discos del año 2015 de RockSesión
Los Discos del Año 2014 de RockSesión
Los Discos Del Año 2013 de RockSesión

Publicado el enero 5, 2021 en Actualidad, Discos del año y etiquetado en , . Guarda el enlace permanente. 16 comentarios.

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