Los Discos del Año 2017 de RockSesión
Es complicado ponerse a hacer listas así, porque siempre te queda la sensación de dejarte fuera gente que merece estar. Así que, como siempre, ha de tomarse como una guía para acercarse a lo que no se conozca. O a darle otra oportunidad a un disco que no te llamó en la primera escucha. Tampoco ayuda el hecho de que por mis oídos pasen trabajos de cualquier género así que me he limitado a incluir discos de los que he hablado ya aquí, o de los que hablaría (por eso se queda fuera esa triada flamenca compuesta por Rocío Márquez –imprescindible-, Argentina y Rosalía; el de Ángel Stanich, Silvia Pérez Cruz…). Como es habitual dejo fuera los directos (Stafas) por tener un carácter recopilatorio, y los Ep’s (Código Vinagrio). Ha costado dejar fuera a Rosendo, Exquirla, Asfalto, Los Coronas, Rubén Pozo o Josele, Vinila Von Bismark, Eskorzo…, cada uno por motivos distintos). Por quinto año, estos son los ochos oros, platas y bronces de RockSesión. Disparen al pianista.
Están ordenados alfabéticamente por medalla, no por escala de preferencia.
ORO
Fausto Taranto – El Reflejo Del Espanto
Tras su estreno hace dos años con El Círculo Primitivo, las formas se atemperan y todo parece respirar de manera más armonizada, menos agresiva y, por ende, más progresiva. Una paleta de canciones que aumenta la variedad de dinámicas, ahonda en la semilla de Morente, en el rock y metal de raíz flamenca, aquí algo más trianero, y con la pena negra como bandera, junto a la ropa tendía. Cuando El Reflejo del Espanto se abre de manera definitiva encontramos un disco sobresaliente. Y, como las cosas malas y/o prohibidas, deja a uno con el deseo de recibir la siguiente dosis.
José Ignacio Lapido – El Alma Dormida
Lapido se ha convertido en ejemplo vivo de aquello tan temido que es lo de ‘artista de culto’, por aquello de que muchas veces se puede mutar en ‘artista oculto’. Alejado de grandes medios, de grandes titulares, de grandes recintos, pero con una clase y estilo que han marcado a numerosos rock-autores, El Alma Dormida es una nueva dosis de elegancia rockera y unos textos que siempre están por encima de la media, siempre en un tono reflexivo que hace de la poesía una interrogación al término de su crónica.
Los Benito – El Rincón De Mi Cabeza
Es una de esas bandas que transmiten buen rollo, independientemente de que estrenen canciones imprescindibles, sobresalientes, pasables o prescindibles. Es una cuestión de feeling y eso lo han tenido siempre. Y todo ello se vive y percibe en la nueva entrega. Las guitarras sacuden con esa cierta querencia melódica muy Maiden, todo suena a banda, los coros queman a fuego de directo, las emociones siguen a flor de piel con la voz de Quini. Los Benito están de vuelta y no he sido consciente, hasta escucharlos de nuevo, de lo mucho que se les echaba de menos.
Mala Reputación – El Arte De La Guerra
Hace ya unos años que los asturianos Mala Reputación optaron por la senda de no ser un grupo más o, más bien, no repetir la fórmula que les hizo hacerse un sitio en el punk rock patrio. Cuatro discos repletos de rabia e inmediatez en cinco años (2001-2006) los llevaron a un estatus de aceptación que no les ha acomodado, sino que les ha hecho más valientes. El Arte de la Guerra es la perfección final de un formato tan generoso en matices como vacuo de etiquetas. La sensación de plenitud con este álbum es tal que juegan ya en otra liga.
Rozalén – Cuando El Río Suena…
La transparencia de los orígenes y la sencillez. La aserción de la bondad. A cada paso, parece dejar más claro que poco se deja influenciar por el éxito de crítica y público. Y lo demuestra tanto en las fuentes de inspiración como en el mensaje de las canciones. Llaneza sin trampas ni cartón, contando historias familiares, jugando por aquí y allá con los sonidos cálidos que casan a la perfección con su voz arenosa pero sobrada de facultades. Lo hace sin caer en la repetición de fórmulas festivas de fácil digestión, con una autenticidad imponente que, ante todo, transmite con mucho seso, algo fundamental para resultar creíble y para, en suma, trascender.
Su cuarto no baja el nivel de exigencia y de calidad. En ocasiones lo supera, en otras lo iguala, a veces no lo alcanza, pero lo que está claro es que tenemos grupo de largo recorrido. Simbología habitual que les caracteriza, precisas referencias bíblicas o mitológicas, con una introspección y letras que siempre juegan lejos de lo explícito y una versatilidad musical que combina a la perfección la potencia y agresividad con la accesibilidad melódica. La continuidad de un grupo en clara trayectoria meteórica nos trae un álbum más aguerrido y peleón que el anterior, sin casi concesión a la tregua.
Vetusta Morla – Mismo Sitio, Distinto Lugar
En Vetusta Morla sigue primando la creatividad y necesidad expresiva por encima de otros intereses. Y posiblemente sea eso lo que mantiene viva la llama de un grupo que vuelve a registrar algo lo bastante diferente a lo anterior como para aplaudirles el riesgo, pero lo bastante coherente como para reconocerlos enseguida. El viaje por el disco nos da referencias anglosajonas evidentes. Especialmente Radiohead. También está salpicado de Bowie (quizá es que el bueno de David, con sus creaciones, como Mayor Tom, está, como Dios, en todas partes), algo de Beatles por la vía Harrison, y con ligeros toques latinos. Los imitadores no pueden seguirle el paso a su talento.
Con una distorsión vocal entrecortada y un arrope guitarrero espeluznante se abre El M4l. Una muestra perfecta para situarnos ante un disco ambicioso, complejo, oscuro y muy tenso que deja claro una vez más que estamos ante la mejor banda de metal extremo del país. Groove, percusiones, alternancias entre la melodía y la brutalidad y, por encima de todo, una visión que va más allá de la mera creación de canciones. Un viaje conceptual de emociones fuertes (de la violación a la tortura y la muerte) que se descongestiona al estar picado en muchos cortes y con bastantes pasajes instrumentales. Abrumador.
PLATA
Una vez que han roto su capacidad para sorprender (en principio, porque con Gorka Urbizu nunca se puede saber algo así a ciencia cierta), Berri Txarrak ejerce su porte de banda jefe en una liga de las estrellas en la que se sitúa desde hace años. Así, Infrasoinuak no está ni entre lo mejor ni entre lo peor de su discografía. Ni es un punto de inflexión a ningún sitio, ni su disco más oscuro ni su más alegre. Sencillamente, es otra colección de diez canciones que nos ofrece su mágico equilibrio entre melodía y potencia, entre acelerones y pasajes reposados, entre el stoner y el pop, entre el punk y lo más directo del rock.
Talento y trabajo son dos palabras asociadas de manera indisoluble a Bunbury. También la de transparencia a la hora de afrontar cada disco. El artista maneja a su antojo los textos y sus influencias sonoras, añadiendo según considera dosis en porcentajes diversos. Si en Palosanto encontrábamos un mensaje mesiánico de esperanza post-redención, en Expectativas nos llega el reverso perverso del desencanto post-rendición. Con un mensaje duro, sin imposturas, guardando siempre la esperanza en el propio yo. El ropaje sonoro responde al envite con rotundidad, con unos Los Santos Inocentes sobrios y con un toque titilante, con Bowie, el glam saturado de Manson, Arcade Fire o Depeche Mode en el horizonte.
Lagartija Nick – Crimen, Sabotaje y Creación
Tras una temporada promocionando Omega (con Morente) con motivo de su 20 aniversario y canalizada hacia la música el dolor por la muerte de Jesús Arias, hermano de Antonio, en este su 13º trabajo viven muchos de los denominadores comunes de su obra: la aparición de referencias propias de su Granada, la sordidez poética, la querencia al flamenco, a la revisión histórica y a la densidad conceptual bien equilibrada con formas que se mantienen dentro de una accesibilidad que no los hace hostiles a los no iniciados, el punto lorquiano y Jesús Arias muy presente en todo momento, con varios textos o canciones de su autoría.
Mi Capitán – Un Tiro Por La Salud Del Imperio
Sigue creciendo y de qué manera la reunión de músicos que cada vez gana mayor entidad y cohesión como grupo bajo el nombre de Mi Capitán. Tras un más que notable debut en Drenad El Sena, llega este sugerente y alucinógeno Un Tiro Por La Salud Del Imperio, que nos trae diez temas de sonido más limpio, de hechuras más reposadas, menos urgentes, llenos de agujas, sustancias, crítica social, fina ironía y, de nuevo, algo más de drogas y alcohol. Ahondando en las letras tormentosas sin caer en el melodrama pueril, se dejan las vestiduras en la puerta y, desnudos, nos invitan a un disco de una concreción magnífica.
El caso de Naipes es el de una banda, un cuarteto, que, pese a su juventud, ha tenido la paciencia de reunir las diez canciones, madurarlas, darle vueltas, presentarlas en escenarios apretados y, a la hora de la verdad, contar con un estudio y productor al alza. Nada de vacas consagradas que parecen trabajar con los grupos como en serie. Javier Salas de Nadye (La Caverna Estudios) continúa demostrando su capacidad a la hora de capitanear una grabación y el resultado así lo refleja. Y luego están las canciones, bombásticas, pateando géneros, jugando a la comercialidad con riffs y solos muy técnicos y baterías al tempo que sacuden cuando deben. Menudo estreno.
Tras una parada en directo en Despertando, Poncho viene con las pilas muy cargadas en sus nuevas canciones. Es, por lo general, un disco enérgico en las formas, templado en las letras, pero con un espíritu mucho más vitalista y vívido que en su antecesor. Las canciones se despliegan con naturalidad recogiendo una gama variada de influencias, pero sin excederse demasiado la heterogeneidad. El séptimo de estudio de Alfonso Caballero, que a sus 36 años atesora ya una discografía tan extensa y sólida que abruma pensar en que puede duplicar esa cantidad en otros tres lustros.
Sínkope – El Parque De Los Poetas
Le ha sentado bien a los extremeños ese baño de masas que fue la grabación de su doble directo y DVD, Gracias. Por circunstancias, también le ha venido bien la entrada de Woody Amores a la guitarra, acompañando a Alberso, para ganar músculo y rugosidad a cambio del punto más técnico que tenía Chino. Y, también, el que el disco se haya grabado cerca de casa, como los vampiros, se sienten mucho más fuertes. Así, tenemos un álbum que reincide en las letras extensas, en el rock adusto pero emocionante, en canciones de codas cambiantes. Una banda ya imprescindible. Como en el caso de Narco, la crítica completa la linkaremos en enero, cuando esté subida.
Warcry – Donde El Silencio Se Rompió…
Cierta novedad en la estructura de las canciones, pequeños detalles en las mezclas, un sonido muy compacto y contemporizado. Más de golpe certero que de técnica. Ofrece numerosos argumentos para ser considerado un muy buen disco de la banda. Quizá se antoja como un disco con menos fuegos artificiales que los anteriores, pero con una base de perdurabilidad mucho más sólida, lleno de aderezos que pueden pasar desapercibidos en las primeras escuchas y todo un acierto adecuar el tempo y el tono a una tesitura en la que Víctor no tiene que forzar demasiado, sino que canta con una naturalidad que le permite brillar y emocionar como solía. Y es que, a veces, menos es más.
BRONCE
El Último Ke Zierre – El Mutante Del Barrio Chino
Tras un par de discos algo irregulares (no por ello prescindibles), El Mutante del Barrio Chino es el regreso de los EUKZ que rezuman bilis y víscera. Pura y simple tralla sin cortar que nos devuelve a una banda en un fino estado de forma, con cadencias tortuosas, demonios que sonríen de soslayo porque son tolerados según la ocasión y ganas de seguir en la primera línea de combate. Un álbum que rezuma creatividad en la gestación de melodías y hasta donde hay algo de atrevimiento en algunas sonoridades. Tres décadas al pie del cañón.
Joaquín Sabina – Lo Niego Todo
Nunca entregadas las armas de su pluma, Sabina se apoya en nombres propios como Leiva, encargado de los mandos del sonido, producción y varias melodías, Benjamín Prado dando lustre con su culturalismo a las palabras, el destacado regreso de Olga Román en los coros, las guitarras de Carlos Raya, los cameos de Ariel Rot y Rubén Pozo, César Pop, Pablo Milanés… Casi una obra coral. Sabina remata su década de los sesenta con un álbum muy agradecido y apunta a los setenta con la conciencia tranquila. Parece que los cuervos de la necrológica musical deberán guardar un tiempo el formol mortuorio… aunque ya no tengo tan claro como entonces que este no sea su último de estudio.
La Fuga – Humo y Cristales
Otro disco del que no me dio tiempo a escribir antes de terminar el año pero del que pronto habrá crítica completa. Los cántabros vivirán siempre con el estigma del pasado pero disco a disco, año a año y gira a gira se van sobreponiendo a ello. Así, este Humo y Cristales, el tercero post-Rulo/Fito, es el más rotundo y sólido de sus entregas. Una banda rodada que ha sabido capear los comentarios agoreros entregándose a lo que da sentido a todos los que leemos y escuchamos: el rocanrol. Su decena de canciones siguen sumergiéndose en efluvios alcohólicos, en noches de bares, en ausencias y anhelos. Siguen poniendo piedras a un castillo que nunca derribaron.
Escuchar un folk rock con banjo y acordeón en el idioma de Cervantes y que no sonora impostado era algo digno de elogio, como así recibieron el reconocimiento del público y crítica en su debut. Tras un segundo álbum con el que no conecté, Salvavida me devuelve el aprecio a este combo burgalés que sigue creciendo. Este álbum es mucho más valiente. Decidido en lo arriesgado de, dentro del formato conocido de la banda, apostar por la inclusión de nuestros instrumentos, de nuevos compases y bases rítmicas y por una libertad creativa, cuando todo parecía indicar que la fórmula ya estaba más que explotada y, además, bordan las letras.
Reventaron cualquier tipo de barrera con su excepcional Surrealismo por lo que la siguiente entrega estaba lleno de expectativas. Y es que siempre fue un grupo simpático y pintón, pero con ese álbum pegaron un justo puñetazo en la mesa para dar un salto de calidad y cantidad. Reamanecer, con un gran número de colaboraciones de colegas y algún devaneo e incursión estilística, los refuerza en esa senda de buen trabajo. Otros trozos de corazón hechos canciones, que quizá en su conjunto no superan al anterior, pero es que Los De Marras, a veces más atinados, otras menos, eso te lo garantizan.
Narco – Espichufrenia
Se han visto arrasados por su propia dinámica festiva. Los sevillanos, que llevan de gira desde que volvieron hace ya cerca de diez años, han ido trasmutando su sonido dando mayor protagonismo a los graves y a la electrónica hasta parir un álbum como Espichufrenia, que no da concesión al mono. Muy centrado en el mundo de las drogas, con bases limpias, muchas colaboraciones y mucha, ¿demasiada?, diversión a cambio de sacrificar la oscuridad. Un moderno y efectivo ejercicio que (entiendo) ha de ser tomado como una compilación de estilo que como una llegada a meta que marque la constante.
The Buyakers – El Bar De Los Muertos
No niego una pequeña dosis de placer personal cuando un grupo al que le he echado el ojo, escrito sobre él y recomendado en el pasado, va creciendo en como banda en los siguientes pasos. Sea con la edición de un mejor disco, de la entrada en un sello o en un festival. Todo eso me ha ocurrido con The Buyakers, una formación manchega que hace algo más de dos años sacaba a la calle su primer EP, Empieza La Función, y que me cayeron en gracia en las formas, en las intenciones y en la actitud. Aunque tiene nombre de tequila y bullangueo, en este bar el viento metal no suena a verbena sino a big band. El humor es blanco y la distorsión, la justa. Pura pulcritud con producción de Lichis.
No hay nada mejor para los que nos dedicamos a esto que cuando un grupo consigue hacernos cambiar de opinión. Reconociendo que me parecían al principio algo oportunistas, este Raval me limpió de prejuicios. Un álbum que conjuga la sencillez y limpieza, a veces casi extrema, en los sonidos con una variedad de matices que casi parece no tener fin por más vueltas que uno le dé a los temas. De la fanfarria de los vientos, a bases limpias, programaciones que van del minimalismo a la electrónica más bailable y ciertos aportes de distorsión rockera, todo ello alternando ritmos latinos, urbanos, de rap clásico o mediterráneos.
Los Discos del Año 2016 de RockSesión
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Los Discos Del Año de RockSesión (2013)
Publicado el enero 5, 2018 en Actualidad, Discos del año y etiquetado en Actualidad, Berri Txarrak, Bunbury, Discos del año, El Último Ke Zierre, Fausto Taranto, Joaquín Sabina, José Ignacio Lapido, La Fuga, La Maravillosa Orquesta del Alcohol, Lagartija Nick, Los Benito, Los de Marras, Mala Reputación, Mi Capitán, Naipes, Narco, Poncho K, Rozalén, Sinkope, Somas Cure, The Buyakers, Vetusta Morla, Vita Imana, Warcry, Zoo. Guarda el enlace permanente. 19 comentarios.
Para mi sin duda el mejor disco es el parque de los poetas, de sinkope..
Hola, creo que quieres votar por el últiomo de Sínkope, pero es que estás votando en los discos de 2017. Tienes que buscar la entrada de vota en los de 2020.
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