Poncho K – 11 Palos
Cuatro años después de su Caballo de Oro, el disco más difícil de Poncho K con todas las circunstancias personales que lo rodearon y, por consiguiente, el estado de ánimo, llega la nueva entrega del artista sevillano, en forma de 11 Palos, reflejados con 11 penes en la portada. El séptimo de estudio de Alfonso Caballero, que a sus 36 años atesora ya una discografía tan extensa y sólida que abruma pensar en que puede duplicar esa cantidad en otros tres lustros. Decía en su día que Caballo de Oro era un desahogo y un punto de inflexión en un camino que se ha ido abriendo con sellos de identidad claros. Tras una parada en directo en Despertando, Poncho viene con las pilas muy cargadas en sus nuevas canciones. Es, por lo general, un disco enérgico en las formas, templado en las letras, pero con un espíritu mucho más vitalista y vívido que en su antecesor. Las canciones se despliegan con naturalidad recogiendo una gama variada de influencias, pero sin excederse demasiado la heterogeneidad.
Y es que sea por el tiempo que ha transcurrido de un disco a otro (el más amplio de todos los intervalos de su trayectoria) y, posiblemente, también por esa capacidad de retro-aprender que dan los años, Poncho K despliega una colección de canciones en las que incluso el típico trallazo rockero, poeta o veloz, tienen un poso reflexivo, sin urgencias expresivas ni emotivas, que van calando para empacar un álbum que suena tan coherente y firme como su inspiración gráfica. A esa sensación también ayudan ciertos arreglos a lo largo del disco (el primero en muchos años sin Ernesto Guilmain), ejemplificado en el piano de ‘Mequetrefe’, y también en la soltura con la que está cantado el disco, sin grandes agresividades ni excesos.
El ejemplo de todo ello nos viene desde el principio, con el riff de entrada de ‘Lo Tierno y La Corteza’ y el desarrollo de un fraseo melódico, con ese regusto a sur tan característico, pero menos forzado. Velocidad contenida hacia un solo de guitarra doblado y un estribillo aprehensible de fácil entrada. ‘Al Trote’, elegida como primer videoclip, es una de las canciones más parecidas a lo anterior de Poncho, con inicio suave, casi arpegiado, como en los medios tiempos de Extremoduro.
‘Mequetrefe’ es uno de mis cortes preferidos por ese toque cálido que pone el piano y hammond de Ruth Pinel, sutil en el inicio, pleno en la coda. También sobresale ‘De Sereno’ que, pese a su punto skatalítico (tetris) y verbenero, se asienta con aplomo en una sobriedad contenida que nos puede recordar ligeramente, quizá por el acordeón y los coros de Alicia Santos, a Kike Suárez y su mundo zíngaro. En ‘Los Carniceros’ nos recibe la voz inconfundible de El Drogas, que apenas se marca una estrofa, pero que hace de oro todo lo que toca. El tema destaca por el noble arte de incluir un pasaje recitado al final de la canción, sobre el desarrollo del último estribillo.
Pese a que tiene hechuras de rumbita ligera, rezuma melancolía a heroína maltratada de barrio humilde ‘La Niña Del Caracol’, como si los niños de boca torcida hubiesen crecido, con “menos dientes que una pava”. El sopor de la pena se sacude con una parte final más acelerada y de golpeo potente. Cuestión de equilibrio. ‘El Gallo de la Veleta’ es el corte más veloz del metraje, pero nada apelmazado, como prueba las estrofas tras el primer estribillo, donde batería, silencio de guitarra y crescendo dan buena dinámica, como también ese “sal, sal” reforzado en los coros.
‘El Hombrecito’ presenta esos sutiles acordes, de nuevo deudores de Iniesta, para venirse un medio tiempo bamboleante e hipnótico. Así llegamos a la canción que, seguramente, los seguidores conviertan en un himno de referencia en su repertorio: ‘No Me Sale Del Coño’. Más allá de la comprensible celebración que tiene la frase de marras, el corte lo merece por la potencia que tiene el riff y la línea de bajo, mucho más presente, casi con un toque funky que incluso permite cierto rapeo.
Para el final, Poncho K reserva dos temas reposados. El primero, ‘Vuela’, se hace luminoso, pese al texto resacoso, gracias a los sutiles arreglos de guitarra, muy conseguidos en la mezcla, como también el ligero aumento de intensidad a mitad del estribillo. La segunda, ‘Magia Pura’, rezuma a folclore latinoamericano con la sonoridad acústica y la presencia de cajón y tequila con sal y limón mediante.
Se llega así al final de los 11 Palos. Una muesca, un jirón más de una retahíla que parece no tener fin y que se encamina hacia un desarrollo artístico que va virando poco a poco acorde a la experiencia vital. Sin locuras experimentales, pero con la lógica de quien busca nuevas formas expresivas, aquí a la hora de encarar los temas, posiblemente de manera más patente con el paso de otro puñado de años. Madera de largo recorrido sin piloto automático.
Tracklist – lista de canciones:
- Lo Tierno y La Corteza
- Al Trote
- Mequetrefe
- De Sereno
- Los Carniceros
- La Niña Del Caracol
- El Gallo De La Veleta
- El Hombrecito
- No Me Sale Del Coño
- Vuela
- Magia Pura
En Spotify.
Publicado el octubre 4, 2017 en Críticas Discos y etiquetado en 11 Palos, Caballo de Oro, Críticas Discos, Despertando, Poncho K. Guarda el enlace permanente. 8 comentarios.
Todavía no había escuchado nada de este nuevo trabajo. Me gusta ver que mantiene ese toque que le distingue. De momento solo he escuchado De Sereno y la impresión ha sido muy positiva. Voy a escucharlo todo!!
Saludos
Sigue la trayectoria ascendente.
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