Poncho K – Caballo De Oro
Sin saber cómo será el siguiente, se intuye que este sexto trabajo discográfico del artista sevillano va a marcar un punto de inflexión en su carrera, por mucho motivos. Es el que más le ha costado hacer y se aprecia que ciertas vivencias personales han provocado unas canciones muy sólidas en texto. Por lo general tampoco hay golpeos rítmicos instantáneos como se desprendía en el anterior Una Historia Con Las Manos o en otras entregas. Por lo general, todo es más cuidado, más reposado. Entre las novedades también destaca que Poncho K ha contado para la grabación en estudio con los mismos músicos con los que sale de gira en los últimos años (tener a Ernesto Guilmain ha enriquecido musicalmente a los dos) y, que después de casi quince años y seis discos, este el primero en el que él no aparece en la portada. Bastante significativo.
Las canciones se deslizan en su mayoría por medios tiempos muy armónicos, como ya se anticipó en el single ‘Arrebatos De Primavera’, donde las guitarras delicadas, el estribillo melódico y los violines casi sincopados ofrecen un tema amable, de grata escucha pero de difícil enganche. Antes, el álbum se abre con ‘Al Marchar’, un rocanrol más clásico con todos los ingredientes reconocibles, guitarras ‘cantarinas’ y un break silbado que termina de cuadrar el círculo.
Uno de los puntos fuertes del disco es el tercer tema, ‘Verborrea’, donde cuentan con las colaboraciones de Iñaki ‘Uoho’ con un solo muy mimetizado al estilo Poncho K y la voz de Robe Iniesta de Extremoduro, que vuelve a ser prolífico en colaboraciones después de muchos años de sequía, (¿por qué? Porque le apetece y por algo de enfado con su actual casa de discos…), que participa con una estrofa en la coda final, repetida en cuatro ocasiones. Inconfundible. Es una canción de amor entregado a la carne, pero con estilo. Como estilo desprende el ‘Bar La Llorona’, el cuarto corte, coescrita con su hermana Consuelo Caballero y que tiene un ligero toque latino en algunas estrofas. Es de las que entra más rápido.
‘De Ninguna Parte’ es uno de los temas más brillantes del disco. Un texto de refuerzo individual, de declaración de intenciones. Una de las más rugosas también del tracklist incluido el contrapunto acústico a la mitad del metraje. “Yo vengo de donde voy, solo estoy aquí de paso. Y entre el paso y las veredas me contento con el raso, con bailar de calle en calle. No soy de ninguna parte”. La crudeza amarga se hace presente en ‘Los Niños De Boca Torcida’ con un leve uso de programaciones (en todos los discos hay alguno) y la colaboración del trompetista de The Skartes, Kiko Moreno. Es una de las canciones más ricas en matices, porque además es la que tiene ese quiebre flamenco característico y que poco se deja notar en Caballo De Oro. Un medio tiempo que desprende una fragilidad muy acorde a la infancias rotas de las que habla el texto. Nada es casual.
‘La Comba’ se intuye como una de las más celebradas de la gira de presentación con un estribillo muy melódico, que en su estructura recuerda al Poncho K de la primera época con ese “Uo, oh, oh, abrázame como el fuego al tronco. Uo, oh, oh, dame calor, ponme cachondo”, si bien las formas son mucho más elaboradas y atemperadas en un rock al tran tran. Como guinda, un pasaje recitado que reafirma las primeras impresiones. ‘Romper a Volar’ vuelve a comenzar como un medio tiempo, las guitarras (como en casi todo el disco) no destacan por la distorsión sino por su capacidad melódica. Un tema en línea con el resto, pero que quizá abusa demasiado de estribillo en la parte final.
En el último tramo encontramos actitud punk, y digo actitud, (ausente en música) en la medio sureña ‘¿Quién Apagará?’, que contiene algo de velocidad (aunque no constante), reto y desafío: “estoy desempolvando la mano de dar galletas, estoy rifando un bofetón que te reviente la jeta”.
Pero la mejor canción (posiblemente ya de toda su discografía) y la más cruda del álbum es ‘El Bicho’, un pasodoble circense con querencia de tango. Una música muy divertida (la que más) para una de las letras más personales del disco. Contrastes de genio que busca la catarsis y la consigue haciendo al oyente partícipe de sus sensaciones. Tanto que duele. Duele mucho. Está dedicada a su padre fallecido de cáncer (‘el bicho’), relatado sin cortapisa alguna, Poncho K desnudo relatando el proceso final. Y como estribillo, algo de positivo, “quiero de recuerdo tu sombrero, sombra de tantas batallas, silueta de guerrillero” y ese “esto lo canto pa’ ti” final, para ahuyentar las tragedias. Todo un ejemplo de actitud y una canción mayúscula.
El disco se cierra con un bonus track de ‘Bar La Llorona’ en versión maqueta que no aporta gran diferencia con la versión final.
Es posible que el álbum no tenga el gancho de diversión que tenían otros y eso haga que muchos prefieran ‘las de antes’, pero los artistas son personas y esta vez el cuerpo pedía y tocaba otra cosa. Con un estilo inconfundible forjado de dos o tres influencias claras, Poncho K ha realizado una liberación personal en este disco y lo reafirma como uno de los rock-poetas más importantes que ha dado la música en castellano. Con seis discos y 32 años.
Tracklist:
- Al Marchar
- Arrebatos De Primavera
- Verborrea
- Bar La Llorona
- De Ninguna Parte
- Los Niños De Boca Torcida
- La Comba
- Romper A Volar
- ¿Quién Apagará?
- El Bicho
- Bar La Llorona (versión maqueta)
Publicado el septiembre 4, 2013 en Críticas Discos y etiquetado en Caballo de Oro, Críticas Discos, Ernesto Guilman, Iñaki Uoho, Poncho K, Robe Iniesta, Una Historia Con Las Manos. Guarda el enlace permanente. 9 comentarios.
Le echaré unas escuchas más detenidas, pero de momento «De ninguna parte» es la que más me ha gustado.
Muchas gracias por la crítica Chayi. 😉
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