José Ignacio Lapido – El Alma Dormida
No es fácil la vida artística para el solista de rocanrol. José Ignacio Lapido apostó por ello al poco de darse por concluida la trayectoria de los inolvidables 091. Y desde 1999 ha despachado, con este, ya ocho discos de larga duración. Una auténtica heroicidad para haber coincidido con el declive de las ventas de discos y esas cosas de las que tantas veces nos hemos lamentado. Acostumbrado a publicar nuevo material cada dos o tres años, la inesperada vuelta momentánea de Los Cero en Maniobra de Resurrección retrasó dicha periodicidad durante un tiempo, pero al final siempre cumple con su compromiso. Lapido se ha convertido en ejemplo vivo de aquello tan temido que es lo de ‘artista de culto’, por aquello de que muchas veces se puede mutar en ‘artista oculto’. Alejado de grandes medios, de grandes titulares, de grandes recintos, pero con una clase y estilo que han marcado mucho a otros autores como Quique González, con quien compartió gira, Leiva en su forma más melódica, Josele en su lado más crudo…
El disco se grabó en los estudios de Producciones Peligrosas, entre mayo y julio de este año, con la multi-producción de Raúl Bernal, Víctor Sánchez, Pablo Sánchez y el propio artista. ‘¡Cuidado!’, la canción que abre el álbum, cumple a la perfección la función de single, accesible, con inmediatez contenida, para presentar la habitual distancia escéptica ante un mundo que encierra peligros ignotos. Y es que lo que está claro es que los textos de Lapido siempre están por encima de la media, siempre en un tono reflexivo que hace de la poesía una interrogación al término de su crónica. Acompañado por la banda de confianza de los últimos años (Víctor Sánchez: Guitarra: guitarra eléctrica y voz; Raúl Bernal: Piano, piano eléctrico, órgano y voz; Popi González: Batería, percusión y voz; a los que se suma la reciente incorporación de Jacinto Ríos: Bajo), Lapido –eléctrica y acústica- pone sobre la mesa todo su buen hacer conocido, como ese medio tiempo de arreglos góspel en ‘Como Si Fuera Verdad’.
La expectación con la que nos recibe ‘La Versión Oficial’ nos lleva a una melodía principal que nos resulta tan familiar como los cuentos que nos cuentan. Es una vuelta de tuerca al tema inicial y una nueva muesca de pensamiento crítico sin caer en lo panfletario, equilibrada entre la distorsión y los matices acústicos, para darnos un estribillo rotundo y redondo. De nuevo la introducción nos capta la atención en ‘Mañana Quién Sabe’, con acordes abiertos y una percusión mantenida. Un mensaje instantáneo ante la incomunicación de las ciudades modernas y la deshumanización de una sociedad de individuos cada vez más tristes. Lapido en su máxima expresión.
‘Nuestro Trabajo’ nos sorprende con una enérgica entrada percutida y un riff principal de distorsión notable y agresividad en consecuencia. La ironía explícita del texto sobre ‘los esclavos del siglo XXI’, que diría Páramos, se hace más afilada si cabe con esa formas festivas, que alcanzan su punto álgido con palmas y un gran solo central. En ‘No Hay Prisa Por Llegar’ nos entran, como soplo de aire, un country agitado y rítmico con aromas de americana, presentes siempre en distintos porcentajes en la obra solista del autor.
El punto árido se mantiene en ‘Dinosaurios’, un corte que rezuma nostalgia hacia los tiempos dorados del rocanrol, que se presentan como algo tan lejano que se lleva a la prehistoria: “habrá quien creerá que nunca sucedió”, convirtiéndose finalmente en una proclamación de autenticidad frente al ‘todovale’ actual. Insuflados de energía, ‘Lo Que Llega y Se Nos Va’ mantiene la tensión eléctrica y fija al oyente en el suelo para que ese nervio rítmico explique la sensación de la temporalidad de todas las cosas, como un vendaval que nos trae imágenes y recuerdos que vienen y va, que diría el pequeño Cabrales.
En el tramo final, ‘Estrellas Del Purgatorio’ nos lleva de nuevo al universo country, esta vez de manera más descarada, con uno de los mejores textos del disco. Siempre con esa narración que nunca te desvela el argumento, sino que te mantiene atento en la disertación. Las formas amables del estribillo, cantado a múltiples voces con aire de camaradería, son un nuevo ejercicio maestro marca de la casa. Por su parte, ‘Enésimo Dolor De Muelas’ es la canción más delicada de la lista, tanto en música como en el texto. Con una inesperada declaración, “ni la razón ni la experiencia me sirven para tener tu amor, te has convertido en mi enésimo dolor de muelas”. Una obsesión de ausencia, “creyendo ver tu cara en una constelación”. Lapido nos marca la salida por la ‘Escalera De Incendios’, el más extenso del conjunto y también el más heterogéneo. Desde el inicio musculoso y sombrío, hasta el fraseo con reminiscencias de bolero y un estribillo que ofrece una salida mientras los sueños arden en el fuego: avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando.
El próximo mes de noviembre José Ignacio Lapido comenzará la gira de presentación de El Alma Dormida. Murcia, Sevilla, Granada, Valencia, Madrid, Barcelona, Zaragoza, Córdoba y Málaga son las nueve primeras ciudades confirmadas, y en las próximas semanas se develarán nuevas fechas.
Lista de canciones – tracklist:
- ¡Cuidado!
- Como Si Fuera Verdad
- La Versión Oficial
- Mañana Quién Sabe
- Nuestro Trabajo
- No Hay Prisa Por Llegar
- Dinosaurios
- Lo Que Llega y Se Nos Va
- Estrellas Del Purgatorio
- Enésimo Dolor De Muelas
- Escalera De Incendios
Publicado el octubre 26, 2017 en Críticas Discos y etiquetado en 091, Críticas Discos, El Alma Dormida, José Ignacio Lapido. Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.
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