La M.O.D.A. – Salvavida (de las Balas Perdidas)
La Maravillosa Orquesta del Alcohol nos sorprendió a todos en 2013 con ¿Quién Nos Va A Salvar? Un disco que supuso su paso definitivo al castellano tras dos EP’s en inglés y al que le hinqué el diente lo bastante tarde como para traerlo como crítica de novedad en su día y demasiado pronto, claro está, como para que fuera crítica remember de los viernes. Escuchar un folk rock con banjo y acordeón en el idioma de Cervantes y que no sonora impostado era algo digno de elogio, como así recibieron el reconocimiento del público y crítica. Dos años más tarde llegaría su segunda entrega, La Primavera Del Invierno. No me pregunten por qué, porque todavía ni yo sé el motivo, ese disco de alguna manera ‘me desconectó’ de la banda. Quizá esperaba algo más, quizá me pareció demasiado heterogéneo o algo acomodaticio. El caso es que, pese a varias magníficas canciones que, a buen seguro, estarán en un futuro #Mis10de, les perdí un tanto la atención. También hay algo de rebelión estúpida en la actitud del crítico a mostrarse duro frente a modas o ante crecimientos de seguidores apabullantes. Con ese escepticismo propio del que no está consumido por el ‘fenómeno-fan’, me acerqué a la tercera entrega, este Salvavida (de las Balas Perdidas) y, ahora sí, el corazón vuelve a latir.
Seguramente los autores considerarán que todos los son, pero si late es porque mi percepción tras varias escuchas me dice que este álbum es mucho más valiente. Decidido en lo arriesgado de, dentro del formato conocido de la banda, apostar por la inclusión de nuestros instrumentos, de nuevos compases y bases rítmicas y por una libertad creativa que nos ofrece piezas que apuntan directamente a lo que podríamos llamar ‘anti-comercial’, en equilibrio con la fórmula de taberna festiva. Ambientes familiares como también son los mandos de Santi García en la producción y grabación y Diego Galaz en los arreglos.
‘Mil Demonios’ es un ejemplo de ello, pese “a los himnos de alergia a la alegría”, donde una base rítmica de ligeros toques balcánicos (especialmente por la tuba) nos animan el espíritu. También luce ese clarinete y acordeón (vía francesa) que se cuelan por ‘La Inmensidad’, uno de los temas donde la agria realidad se mezcla con un punto de esperanza a la que se llega con dolor. La interpretación vocal de David Ruiz es notable y sube al sobresaliente en la recitada y visceral ‘Océano’, por momentos recordando esa descarnada pulsión de King Putreak. La coda apuntada en coros repetidos ofrecen un soniquete mortuorio que remata el corte.
Otro de los destacados es ‘Una Canción Para No Decir Te Quiero’. El compás de vals que se desarrolla durante todo el tema acaba ofreciendo una hermosa melodía que engancha con mágica facilidad. Imposible no dejarse llevar. ‘Héroes Del Sábado’ se podría definir como el tema propiamente más rockero del álbum, por la intensidad de la distorsión guitarrera, del golpeo de la guitarra y hasta en la mezcla de voces en el estribillo. ‘O Naufragar’ reincide en ese toque endurecido en la parte final y también en el protagonismo de los coros, una tónica habitual en el disco, quizá por la reconocida influencia de The Clash de los burgaleses.
‘Himno Nacional’ tiene hechuras de eso, de convertirse un canto clásico en los conciertos de la banda. Es una de las letras más certeras jamás escritas por el grupo, con una poética intensa que nos sacude desde la entrada: “Vuelven a sonar las voces de la gente. A sonar las voces de la gente. Las voces de la gente. De la gente. La gente”. Como un plano que se cierra buscando al protagonista anónimo, que puede hacer posible, entre más anónimos, que todo cambie. Y el nivel declamatorio no decae con la cruda ‘Campo Amarillo’, un hermoso canto de música casi imperceptible en su inicio y con arreglos de cuerdas en su parte final, en defensa del mundo rural castellano, con el magnífico verso “sístole, diástole, diáspora, fin”.
En el último tramo, ‘Los Locos Son Ellos’ se abre por sorpresa con una locución del fallecido Manuel Molina, la conocida pareja de Lole. Espíritu libre y, sí, tomado por loco en su genialidad creativa. Esbozan un punto de suntuosidad espiritual que desbordaban sus letras en las primeras estrofas, aunque la canción continúa haciendo gala del nombre con un estribillo armónico y coral, maneras de fado, un tramo rapeado. Libertad total, experimentación racional. En ‘Vals de Muchos’ no hay trampa ni cartón en las formas y se realiza un cuadro impresionista de la sociedad actual, juventud atrapada, soledad como engaño, envidias con delirios de grandeza. Para cerrar, dejando un sabor de boca más festivo si cabe que en la entrada, aparece ‘La Vieja Banda’, una canción veloz, con esa reminiscencia de urgencia punk de los primeros tiempos, con un crescendo instrumental incendiario.
En suma, La Maravillosa Orquesta del Alcohol se saca de la manga un disco que rezuma creatividad cuando todo parecía indicar que la fórmula ya estaba más que explotada y que borda las letras. Lo celebro.
Lista de canciones – tracklist:
- Mil Demonios
- La Inmensidad
- Océano
- Una Canción Para No Decir Te Quiero
- Héroes Del Sábado
- O Naufragar
- Himno Nacional
- Campo Amarillo
- Los Locos Son Ellos
- Vals De Muchos
- La Vieja Banda
Publicado el octubre 24, 2017 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, La M.O.D.A., La Maravillosa Orquesta del Alcohol, Salvavida de las Balas perdidas. Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.
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