Desakato – La Miel De Las Flores Muertas
Llevar más de 1.300 entradas en la web tiene que, a veces, los conceptos en torno a una banda se suceden cada vez que escribo de ella. Pero, claro, como los ‘te quiero’, no por saberse hay que dejar de decirlos. Si la semana pasada decía que se acaban los calificativos para mencionar los méritos rockeros de Sínkope, con más de una docena de discos a su espalda, con Desakato ocurre también otro tanto con respecto a su forma de encarar cada nuevo álbum. Los asturianos son una apuesta de esta casa desde casi el principio de su carrera y uno siente una pequeña dosis de satisfacción personal comprobando, en cada paso, que el resultado sigue sobrepasando cualquier previsión. La Miel De Las Flores Muertas es el séptimo trabajo de la banda, que sigue con su metrónomo puesto, publicando material cada dos años, cada par (casi todos lanzados en marzo y todos en el primer trimestre) y en él tenemos, como denominador común, la total y absoluta libertad creativa con la que afrontan el desarrollo de las canciones, su ambientación, los arreglos y su propia estructura. Los temas enganchan en la escucha desde el primer momento, captando la atención ante cómo se despliega ante nosotros, siempre con una potencia llena de seso y con una amplitud de miras muy poco frecuente en el circuito en el que se mueven. En poco más de diez años, Desakato son ya letras de oro en el rock duro de nuestro país.
Antes de entrar en el meollo, los datos técnicos de rigor. Para empezar, hay que destacar que parten de inicio con la idea clara que lo estático no va con ellos. Por eso, salen de forma descarada de lo bueno conocido y la producción propia, para ponerse a las manos de Manuel Cabezalí de Havalina, banda de la que hicimos en su día #Mis10de y del que también hemos loado en twitter su capacidad y grandeza. El disco ha sido grabado entre los meses de diciembre de 2019 y enero de este imprevisible 2020 en El lado Izquierdo (Madrid) y, cómo no, OVNI Estudio (Asturies). Ha sido mezclado por el propio Cabezalí y masterizado por Brian Lucey (Royal Blood, Artic Monkeys, Black Keys, Biffy Clyro, etc.) en Los Ángeles, California, lo que termina de pulir el diamante que titila a poco que uno pone atención a las once canciones…
Ay, las canciones. Permítanme la comparación del concepto, que no en el estilo. Desakato ha conseguido, de alguna manera, ‘educar’ o ‘hacer crecer’ a su público de la misma forma que en su día lo hizo Extremoduro. La inmediatez y fuegos de artificio incontenibles de los primeros discos, carne todavía de pogo, de circle pit, wall of death, mosh y vete tú a saber si algún anglicismo más, necesarios en el repertorio en directo, ha dado paso a una evolución que ha hecho de las atmósferas, de los arreglos sutiles pero exponenciales, del detalle, una auténtica obra de ingeniería. Es decir, como los citados, a la sencillez racial y visceral original, han ido sumando conocimientos e inquietudes para ofrecer nuevas propuestas y enriquecer su universo sonoro conceptual. Lógicamente, habrá quien siempre los prefiera de la misma forma, pero el crecimiento artístico es innegable. En ambos casos.
Se abre el disco con ‘Apátridas’. Una canción que con solo el primer minuto de introducción musical (un acierto lo de incluirla dentro de la misma pista que la canción y no esta moda de desgajar cualquier cosa que ‘exija’) nos sitúa en otra división. El riff de corte stoner se afila en sus distintos desarrollos o en el solo pasional antes de la última estrofa y estribillo. Es una canción total que aconsejo escuchar varias ocasiones (en realidad, como todo el disco) fijándose solo en las numerosas capas que se suceden de guitarras y teclados. La línea de bajo de Mario en ‘Hipnotizados’ hace honor al título del segundo tema. Además, tras la carta de presentación, se nos hace notoria ya la profunda habilidad adquirida que tiene Desakato en hacer respirar los temas, para dar salida a otras texturas, tanto en voces como en cuerdas, el efectismo y los registros de Gabri son infinitos. Potencia con seso, como decía.
Como en su predecesor, pero más patente en ‘Nuestro Legado’, escuchamos que la voz de Pepo suena especialmente cruda en la mezcla, a diferencia de otras producciones añadiendo su melodía vocal como si de una guitarra más se tratara. La canción tiene hechuras de lo que yo denomino ‘singlelazo’ (que no será el único) pese a no haber sido elegido como ninguno de los dos adelantos. En cualquier caso, la melodía de guitarra sobre la rítmica es adictiva, como también lo es el vibrante final que se antoja carne de adrenalina en directo. El ‘toque’ Havalina ha hecho una conexión de lo más enriquecedora en ‘Elegante Entierro’, donde a las ambientaciones acuciadoras se suma algo de bandas a las que aquí también elogiamos, como León Benavente o Mi Capitán, en el riff principal y en la forma de encarar el fraseo de Pablo.
Bella costumbre la de mantener temas en asturianu en los discos, dos en esta ocasión. ‘L’Estrueldu’ destaca, por un lado, que las partes de Pablo no sacrifican potencia ni velocidad pese a su tesitura más frágil y, ojito, al tramo instrumental donde Nano pone de manifiesto que es uno de los mejores bateristas de la última década. En el punto central del álbum, nos llega ‘La Tierra Prometida’, uno de los temas grandes, con mayúscula, del conjunto. Un medio tiempo creciente que va desarrollando una melodía luminosa y épica tras la sentida interpretación de Pablo. Una escala que puede tener connotaciones hasta poperas, pero que Desakato siempre lleva a su terreno de emociones y autenticidad. Por otro lado, también hay que hacer mención al esfuerzo realizado en las letras, que se ha alejado en mayor medida de algunos clichés generados en torno a lo agreste. El mundo sigue siendo jodido, pero lo cuentan de otra manera, aunque también hay cortes más directos.
Otro riff inicial para el recuerdo en ‘Nueva Religión’, que ya nos hace cabecear siguiendo el tempo desde el arranque. A un retrato de decadencia interconectada contemporánea, cierto guiño modernista con las teclas y el riff de neón que se marcan en el estribillo. Por acentuar la caritcatura, hubiera cargado incluso más las tintas en ello. ‘La Colmena’ vuelve a cogernos de la pechera desde el primer segundo y es, seguramente, el corte más inquietante de todos, porque tras cada estrofa nos sorprende con un nuevo cambio. Otro ejercicio de maestría que puede pasar desapercibido, pero que es para quitarse el sombrero. Claro, ante un corte tan variado, uno que va a la yugular como ‘Hijo de Puta’, despachado en un par de minutos. De esas canciones desahogo y necesarias, pero que nos reserva también sorpresas en las formas musicales.
Así, desfogados, nos recibe ‘Sombras’, con las baquetas centelleando bajo los acordes de guitarra. La narrativa del tema es soberbia y, mientras nos presenta la historia, los arreglos se suceden sin parar con teclas, con un puente al estribillo sobresaliente y una constante mirada al futuro, frente a “las ramas secas que me impiden avanzar”. Por si faltara poco, Pepo da el arreón final de potencia que hace de la canción la mejor del disco. El cierre viene de la mano de la segunda astur, ‘Nin Dios Nin Rei’ donde Desakato se marca el gusto de ponerse por momentos el traje de S.A. en las partes contundentes. Pero, eso sí, con ellos nunca nada es lineal y Pablo nos ofrecerá el contrapunto y las locuciones enlatadas la dosis de ironía y sorna necesarias para el corte.
Concluye así un disco rico en matices, contundente con medida y valiente en su sonoridad general. Desakato no se pone límites y nosotros lo disfrutamos con ellos. Lo decimos otra vez, y las veces que sea necesario. Como el ‘te quiero’.
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Lista de canciones – tracklist:
- Apátridas
- Hipnotizados
- Nuestro Legado
- Elegante Entierro
- L’Estrueldu
- La Tierra Prometida
- Nueva Religión
- La Colmena
- Hijo De Puta
- Sombras
- Nin Dios Nin Rei
Publicado el marzo 31, 2020 en Críticas Discos y etiquetado en Críticas Discos, Desakato, La Miel de las Flores Muertas. Guarda el enlace permanente. 5 comentarios.
… estas son las cosas que me hacen olvidar este mundo absurdo que no sabe dónde va, Aleluya! Aleluya! Aleluuuyaaaaa!
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