Triángulo de Amor Bizarro – Triángulo de Amor Bizarro

 

Como bien sabéis, en RockSesión nos pasamos las etiquetas un poco a guasa aunque, como todos, las usemos para ayudar a ‘situar’ un tanto al lector que se acerca a la crítica de un grupo que no conoce. Pero hasta ahí. Y nos vamos al ejemplo claro de hoy, para no darle más vueltas al cojín antes de tumbarnos. Porque un determinado grupo sea asiduo y habitual a festivales de determinado ‘corte’ no nos cerramos nunca a escucharlo (que no oír) con la atención merecida. Casos en estos años ha habido tropecientos y vienen a engordar la lista, de por sí extensa, los coruñeses de Triángulo de Amor Bizarro. Así, la formación de Rodrigo Caamaño (guitarra y voz), Isa Cea (bajo y voz), Rafael Mallo (batería) y Zippo (guitarra y teclados) recupera la firma epónima de su debut (es algo propio de primeros discos y sorprende la reincidencia) y también ayuda a otro tópico con aquello de la portada oscura para que sea el ‘álbum negro’ que toda banda se marca a lo largo de su carrera alguna vez. El caso es que, más allá de estos elementos formales, en Triángulo de Amor Bizarro casi nada es demasiado convencional. Y, enlazo con el arranque, de poco vale colocarles la etiqueta de indies cuando su música bebe de influencias del noise, del punk, la psicodelia o el shoegaze. Y, además, van y se marcan un discazo en el que consiguen dar salida a todo ello, con una ejecución tan salvaje, cuando atruenan, como tan delicada, cuando se ponen románticos y sacan su amor velado por las baladas cincuentonas, tamizado siempre de un punto diferencial, esta vez, como Bunbury en Posible, en un trabajo menos ‘de banda’ y con un revestimiento electrónico.

Para el viaje, Triángulo de Amor Bizarro vuelve a contar con su inseparable Carlos Hernández en la producción. Lo que sí se han dejado en la puerta es su acidez irónica, que tan bien casa con la frecuente retranca gallega, para dar paso a unos textos con menos imposturas, donde empiezan a recoger los posos de la experiencia que da llevar más de quince años en esto de los rocanroles.

Ese ropaje electrónico no desentona con el aire retro generalizado que les emparenta con todo lo oscuro de los 80 post-todo. Como una declaración de sus intenciones con cada uno de sus discos y para descerrajar potencia y actitud, el disco se abre con ‘Ruptura’. Un desbarre maquinal e industrial, de voz afectada y estruendo enérgico que arrolla y agota en sus apenas dos minutos. Así, de primeras, el oyente en la lona. ‘No Eres Tú’, por sorpresa, levanta el pie en un medio tiempo donde la sonoridad del bajo y de las percusiones nos lleva por un camino entre el reggae y lo racial. Su larga duración ayuda al carácter psicotrópico de dicha base rítmica, mientras el texto ofrece su doble lectura personal-revolucionaria. Eso sí, se guardan una generosa coda de rabia y furia sonora, con distorsión de noise rock.

Sin duda, ‘Vigilantes del Espejo’ es el singlelazo del álbum, intentando poner voz a la generación de los cuarenta, con sonidos hipervitaminados de The Smiths o The Cure, lo que hace que, en lo personal, me parece uno de los cortes menos sustanciosos del álbum, aunque se entiende su función. Por suerte, eso de repetir fórmula no va con la banda, así que no habrá otro tema que caiga en la tentación de lo previsible. ‘Canción De La Fama’ vuelve a recoger la furia de la entrada, con el aura lúgubre sin menos artificios, el solo de guitarra, y el tratamiento vocal, rezuman el punk opresivo del death rock de los mismísimos Parálisis Permanente (¿quizá no está muerto de creatividad y valores el músico protagonista de la historia?).

Fukushima’ lleva la decadencia a un sonido calmado pero irritante, corrosivo, que se hace cada vez más visceral en el crecimiento y en la intensidad de una interpretación vocal magistral por parte de Isabel y una banda que aumenta los arreglos y adornos de manera progresiva y arrasadora. Imponente. El shoegaze y el aura cósmica se dejarán sentir en ‘Asmr Para Ti’, una balada preciosista muy reconocible. Despedida y ausencia sonando en las ondas de radio que viajan miles de años.

Las últimas balas de ardor guitarrero y velocidad rítmica vendrá de la mano de ‘Acosadores’, que comparten con la también afilada voz, más lineal, de Ariadna de Los Punsetes, otro grupo fuera de guión, mientras que ‘Calígula 2025’, tras el interludio de ‘Syf, Paga’, nos devuelve a siempre desbarrado Rodrigo Caamaño para retratar otro personaje al extremo, como en ‘Ruptura’ o ‘Canción de la Fama’.

Así llegamos al doble final, primero con ‘Folía de las Apariciones’, una deliciosa recreación que se mueve entre el folclore de la composición, Rosalía de Castro y ‘Cumbres Borrascosas’, con una cadencia hipnótica, propia del género medieval que recrea. El punto épico de guitarras es excepcional y la convierten, junto a la melodía vocal, en una de mis favoritas de la lista. La última canción es ‘Cura Mi Corazón’, otro canto romántico, aquí bien entendido, que rebosa de delay y de expansión auditiva, como el trazo del círculo de la portada desvaneciéndose, dejándonos en la ausencia total de gravedad sonora y emocional, mientras ‘Los Golpes Olvidados’ ejerce de ‘outro’ desde ‘fuera de la nave’.

Igual la banda ya se va mereciendo un #Mis10de con todos los honores.

 

Lista de canciones – tracklist:

  1. Ruptura
  2. No Eres Tú
  3. Vigilantes Del Espejo
  4. Canción De La Fama
  5. Fukushima
  6. Asmr Para Ti
  7. Acosadores (con Ariadna de Los Punsetes)
  8. Syf, Paga
  9. Calígula 2025
  10. Folía de las Apariciones
  11. Cura Mi Corazón
  12. Los Golpes Olvidados

 

 

Publicado el junio 18, 2020 en Críticas Discos y etiquetado en , . Guarda el enlace permanente. 4 comentarios.

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