Depedro – Érase Una Vez
“La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño”. Con esta frase del siempre denostado Friedrich Nietzsche viene a ser una buena introducción para comenzar la crítica del nuevo trabajo de Depedro. El músico trotamundos y multicultural (que no mestizaje) se pone serio en su nueva entrega a la que ha cuidado con mimo durante largos cinco años. Y no es para menos, ya que son los niños y niñas los protagonistas de un álbum en el que compila vívidas emociones de infancia, en las que fabula sobre dragones y castillos, elefantes que vuelan, tiburones de trapo, islas pirata, astronautas, charcos, lobitos buenos, brujas hermosas, príncipes malos, piratas honrados, estrellas que pescar… Donde prima la imaginación y se desecha todo lo que se da por supuesto, reivindicando el derecho a jugar. Lo hace sin mutar su expresión musical, con sus armas bien conocidas y con la banda habitual que lo lleva por un viaje por los compases cálidos, los sones dulces y elegantes, una voz repleta de matices y una ilusión contagiosa ya que, como él escribe, el álbum está dedicado “a eso tan importante que es la niñez, que en mi caso no he superado y espero que así continúe”. Así debería ser siempre.
La banda base está formada por Martín Bruhn a la batería, Héctor Rojo en el bajo, Enrique Fuentes en la guitarra eléctrica y coros y Martin Wenk en la trompeta y glockenspiel aunque habrá otros músicos y voces las que se añadirán en otros temas.
Toda la música y letras del disco están compuestas por Jairo Zavala, excepto la canción que le da título, que es de José Agustín Goytisolo y Paco Ibáñez. El álbum está producido por el propio Jairo, con mezcla y grabación de Pablo Baselga en mayo del presente año en los estudios Infinity de Madrid. Las grabaciones adicionales se realizaron en Maliciosa Records por Enrique Fuentes y Zavala y también en Denver (Colorado) por Tom Hagerman y Leipzig (Alemania) por Martin Wenk. La masterización corre a cargo de JJ Golden en Ventura (California).
Se abre la lista con un dulce canto de rebelión en ‘Quiero Descansar’, en la que el protagonista le pide a su padre comprensión y tiempo para poder jugar. Infancia y madurez se dan la mano con versos de candidez y doble sentido “he ordenado esta confusión (…) mi tiempo no está para malgastarlo”. La tarea del ocio y la imaginación. Teclados y percusión de esencia playera toman ‘Dragón Alado’, un derroche de propuestas imaginativas con aires de cumbia… “escapemos a la luna en esta nave de cartón llena de espuma”.
‘Palabra Favorita’ es una de las joyas del álbum. Además de por los bellos arreglos de cuerda de Tom Hagerman en violíon y viola, porque Jairo cuenta con la voz de sus hijos Diego, Juan y Mario, de 15, 12 y 7 años, y su pareja, Mónica Vinuesa. De la emoción musical al calor del bombo legüero de Santiago del Estero en la rítmica ‘Niño Triste’, con uno de los textos más explícitos y con dardo crítico al materialismo que los padres inculcan a sus hijos como pequeños dictadores. “Sus brazos sujetaban todos sus juguetes, no le quedaba sitio pa’ ningún amiguete (…)”.
Nana preciosista la de ‘Deal’, en la que Depedro confía en su compañero en Calexico Joey Burns. Un bello texto que casi conecta con el final de la anterior… La necesidad de los niños por no sentirse solos y que les cuenten cosas. Y, como una secuencia temporal lógica, de la nana para dormir al despertador optimista de ‘Despierta’, una de las canciones más armadas y revestidas en lo musical, trompeta y silbidos incluidos. ‘Érase Una Vez’, corta y débil, suena mágica en voz y guitarra, desnuda, con un poema de un mundo al revés. De otra realidad también es posible. O, dicho para adultos, no todo es como os lo cuentan.
En el último tercio, ‘Vámonos al Mar’ huele a esencia de jazz, en una balada sutil y armoniosa. ‘Ya No Estamos Solos’, saca de nuevo los ritmos latinos, de cuidada pero marca percusión racial, para un texto críptico y quizá el que rezuma más tristeza de todos, reforzado por la constancia de los sintetizadores. “Con sus besos toco el cielo, el tiempo se me escapa”. Entre arreglos de cuerda, toy piano y ukelele, ‘A Mimi’ es un tránsito entre la vigilia y el sueño, de nuevo de belleza arrebatada. El cierre viene con el juego de sintetizadores en la instrumental ‘Do You Wanna Be My Friend?’, donde se simula a un xilófono que cada vez va a más pulsaciones.
Empezamos con un tópico aforismo y terminamos con otro igual de habitual, que es la dedicatoria de ‘El Principito’ de Saint-Exupéry, “Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan)”.
Con alguna herida grave, pero tengo el placer de seguir teniéndolo dentro. Vaya este disco a los oídos de todos nosotros, cuando éramos niños.
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Lista de canciones – tracklist:
- Quiero Descansar
- Dragón Alado
- Palabra Favorita
- Niño Triste
- Deal (con Joey Burns de Calexico)
- Despierta
- Érase Una Vez
- Vámonos Al Mar
- Ya No Estamos Solos
- A Mimi
- Do You Wanna Be My Friend?
Publicado el noviembre 26, 2019 en Críticas Discos y etiquetado en Érase Una Vez, Críticas Discos, Depedro. Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.
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